jeudi 27 décembre 2007

+ LITUMA EN LOS ANDES

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A la petite Michèle la altura le sentaba mal —se había quejado de una presión en las sienes semejante a la que le producían esas películas de terror que le encantaban, y de un malestar general e indeterminado— pero, a pesar de ello, estaba impresionada por la desolación y la crudeza del paisaje. Albert, en cambio, se sentía magníficamente bien. Como si se hubiera pasado la vida a tres o cuatro mil metros de altura, entre esas cumbres filudas manchadas de nieve y los rebaños de llamas que, de tanto en tanto, cruzaban la trocha. El zangoloteo del viejo ómnibus era tal que a ratos parecía desmoronarse en esos baches, en esos huecos, en esas piedras que salían a desafiar su ruinosa carrocería a cada instante. Eran los únicos extranjeros, pero a sus compañeros de viaje la parejita de franceses no parecía llamarles la atención. Ni siquiera cuando los oían hablar una lengua extranjera se volvían a mirarlos. Iban envueltos en chalinas, ponchos y uno que otro chullo, arropados para la noche ya inminente, y cargados de atados, paquetes y maletas de hojalata. Hasta gallinas cacareantes traía consigo una señora. Pero ni la incomodidad del asiento, ni el zamaqueo ni la apretura importaban lo más mínimo a Albert y a la petite Michèle.
Ça va mieux? —preguntó él.
Oui, un peu mieux.
Y un momento después, la petite Michèle dijo en voz alta lo que Albert también pensaba: él había tenido razón, cuando discutieron en la pensión El Milagro, de Lima, sobre si hacer el viaje al Cusco por tierra o avión. Ella se había empeñado en el avión, por los consejos del señor de la embajada, pero él insistió tanto en el ómnibus que la petite Michèle cedió. No lo lamentaba, al contrario. Hubiera sido una lástima perderse esto.
—Claro que hubiera sido —exclamó Albert, señalando a través del cristal estriado de la ventanilla—. ¿No es formidable?
El sol se estaba ocultando y había una suntuosa cola de pavorreal en el horizonte. Una larga meseta verdioscura, sin árboles, sin viviendas, sin gente ni animales, se extendía a su izquierda, animada por brillos acuosos, como si entre los mechones de paja amarillenta hubiera riachuelos o lagunas. A su derecha, en cambio, se levantaba una hirsuta geografía perpendicular de enhiestas rocas, abismos y quebradas.
—Así debe de ser el Tibet —murmuró la petite Michèle.
—Te aseguro que esto es más interesante que el Tibet —repuso Albert—. Te lo anticipé: Le Pérou, ça vaux le Pérou!
Delante del viejo ómnibus era ya de noche y había comenzado a enfriar. Brillaban algunas estrellas en el cielo azul añil.



(Lituma en los Andes, Mario Vargas Llosa, Editorial Planeta).

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Mario Vargas Llosa, peruano, es novelista, periodista y ensayista y uno de los autores más renombrados que escriben en lengua española. Con Lituma en los Andes consiguió en 1993 el Premio Planeta. Está en posesión de numerosos premios y distinciones, entre ellos el Premio Cervantes. Es académico de la RAE y ha sido investido doctor honoris causa por numerosas universidades.

De entre su numerosa producción literaria podemos citar: La ciudad y los perros, La casa verde, Conversación en la catedral, Pantaleón y las visitadoras, La tía Julia y el escribidor, La guerra del fin del mundo, Elogio de la madrastra, Los cuadernos de don Rigoberto, La fiesta del Chivo, Travesuras de la niña mala,…

Por su trayectoria profesional como escritor y la importancia de su obra literaria ha contraído méritos sobrados para haber sido elegido ya Premio Nobel de Literatura. Esperemos que lo sea pronto.

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¿Cuál de las novelas leídas de este escritor os gustó más?
¿Encontráis atractiva y elegante la prosa de Vargas Llosa?

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mercredi 12 décembre 2007

+ LA VOZ DE UN POETA: Rafael Alberti

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El día 16 de diciembre se cumplen ciento cinco años del nacimiento, en Puerto de Santa María (Cádiz), de uno de los grandes escritores de la llamada Edad de Plata de la literatura española: Rafael Alberti (1902-1999).

Al estallar la Guerra Civil española se exilió como tantos otros intelectuales afectos a la República.

Poeta y pintor perteneciente a la Generación del 27 destacamos de entre su obra los poemarios: Marinero de tierra, La amante, El alba del alhelí, Cal y canto, Sobre los ángeles, Sermones y moradas,…

Fue distinguido con numerosos premios y distinciones, entre ellos el Premio Nacional de Literatura.

Algunos de sus poemas han sido tomados como letras de sus canciones por artistas populares.

Como homenaje a su persona dejamos aquí dos poemas cortos de su abundante producción:

Si mi voz muriera en tierra,
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.

Llevadla al nivel del mar
y nombradla capitana
de un blanco bajel de guerra.

¡Oh mi voz condecorada
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla,
y sobre el ancla una estrella,
y sobre la estrella el viento,
y sobre el viento la vela!

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Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.

Por ir al Norte, fue al Sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.

Creyó que el mar era el cielo;
que la noche la mañana.
Se equivocaba.

Que las estrellas eran rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.

Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón su casa.
Se equivocaba.

(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama.)

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lundi 10 décembre 2007

+ UNA FÁBULA

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El responsable de todo el alboroto yacía para entonces en el arroyo de un callejón sin salida, lugar adonde lo habían llevado los dos policías que lo rescataran antes de que la turbamulta desencadenada lograra acabar con él; estaba tendido de espaldas, inconsciente, una expresión de completa serenidad en el rostro, un hilillo de sangre en la comisura de la boca, y los dos agentes de pie a su lado, si bien, una vez calmada la indignación, sus simples uniformes parecían ya contención suficiente para los indignados ciudadanos que los habían seguido y que formaban un círculo en torno de él, contemplando el rostro inconsciente y sereno.

—¿Quién es? —preguntó una voz.
—Lo conocemos bien —dijo uno de los policías—. Es inglés. Hemos tenido problemas con él desde que terminó la guerra; no es la primera vez que ha insultado a nuestro país y ha avergonzado al suyo.
—Quizás se muera esta vez —dijo otra voz. Luego el hombre tumbado en el arroyo abrió los ojos y se echo a reír, o lo intentó, atragantándose al principio, y, trataba de torcer la cabeza, como para sacarse de la boca y de la garganta lo que le ahogaba, cuando otro individuo se abrió paso entre la multitud y se le acercó: un anciano, un gigante demacrado de rostro enfermo y agotado, de ojos ávidos y apasionados por encima de un canoso bigote militar, que llevaba un abrigo negro muy usado con tres diminutos distintivos descoloridos en la solapa, se arrodilló junto al inglés, le pasó un brazo por detrás de la cabeza y de los hombros, lo incorporó y le hizo volver ligeramente la cabeza hasta que consiguió escupir la sangre y los dientes rotos y pudo hablar. O reír, más bien, que fue lo que hizo en primer lugar, descansando como en una cuna en el brazo del anciano, si dejar de reír en dirección al círculo de rostros que lo rodeaba, para luego hablar también él en francés:
—Es cierto —dijo—.Temblad. No me voy a morir. Nunca.
—Yo no estoy riendo —dijo el anciano inclinado sobre él—. Lo que ve son lágrimas.

(Una fábula, William Faulkner, Alfaguara).

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Una fábula es la menos faulkeriana de las novelas del autor, una fantasía pedagógica y moralizante que tiene poco que ver con la literatura del género al uso, que alcanza a dejarnos maravillados.

Es la historia del soldado que está enterrado en el Arco del Triunfo de París... Su mujer se llama Magda. Lo fusilaron entre dos ladrones. Resucitó. Era cabo de un regimiento francés en la Primera Guerra Mundial y se negaba a usar las armas.

Cuando leí Una fábula, con una trama esperpénticamente absurda o absurdamente esperpéntica, que narra la historia del cabo del regimiento francés que en la Primera Guerra Mundial se negaba a atacar al enemigo en un vano intento de aplicar los principios del pacifismo en pleno campo de batalla, me vino a la memoria Bartleby y su respuesta concisa: Preferiría no hacerlo.

El fragmento reproducido es uno de los últimos que serán transcritos aquí y en otras webs y una forma de despedida de este tipo de análisis de la LITERATURA de todos los tiempos, un párrafo de esta novela, quizás poco apreciada en general del Premio Nobel de Literatura, para él sin embargo su obra maestra.

En la selección de párrafos realizada globalmente hasta hoy hay representadas novelas y narraciones de todos los tiempos y estilos, de autores de primer orden y no tanto.

Seguiremos recorriendo el extenso campo de la LITERATURA desde otras perspectivas. Es posible que como lector todavía.

No dejamos una reseña de las obras de William Faulkner, Premio Nobel de Literatura 1950, por resultar un escritor bien conocido.

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¿Algún comentario sobre este autor o sus obras?

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samedi 8 décembre 2007

+ 80º. ANIVERSARIO DE LA GENERACIÓN DEL 27

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Leo en Babelia que se cumplen este año 2007 ochenta años de una generación de poetas que pueden ser considerados hoy ya clásicos, amigos entre ellos —unos más que otros—, que ostentaban espíritu de clan, que se autoproclamaron ‘nietos de Góngora’ y que son considerados legatarios de Juan Ramón Jiménez: El Grupo del 27 (mejor que la Generación del 27).

En esa larga nómina de eminentes poetas están Luis Cernuda, Federico García Lorca, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Rosa Chacel, Manuel Altolaguirre, Fernando Villalón,…

Otros artistas adscritos a esa generación, sumidos en los aires regeneradores de la vanguardia estética en la Europa de aquellos años, fueron Pablo Picasso, Salvador Dalí, Luis Buñuel, María Zambrano, etc.

Sirva este pequeño recuerdo como homenaje a poetas, pintores, cineastas, filósofos,…, de aquella fértil generación, muchos de los cuales pasaron por la Residencia de Estudiantes durante sus estancias o visitas a Madrid.

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+ FRANCISCO AYALA: EL LECTOR INCANSABLE

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Para mí ser lector es algo que debiera ser catalogado como profesión. Por eso cuando leo alguna noticia relacionada con este punto me intereso vivamente por ella. Les cuento.

Leo en Babelia un artículo, firmado por Juan Cruz, en el que se nos cuenta el sistema que sigue actualmente para no abandonar la lectura un hombre de 101 años, Francisco Ayala (nacido en 1906), escritor y académico de la RAE, limitado en su visión actualmente por razones de edad. Se sirve de un artilugio que incorpora los avances tecnológicos últimos que el hombre ha inventado ‘para saber más, y para saber menos’, por el que se hacen pasar libros, periódicos, noticias escritas, cartas, mensajes electrónicos,..., todo un método por el cual se mantiene informado y al día el Sr. Ayala. Puede verse un detalle de tal sistema en la fotografía del margen.

Me ha encantado comprobar la forma en que un hombre cercano a los 102 años mantiene su actividad física e intelectual al máximo nivel posible, ayudándose de los avances de la ciencia. Pero lo más estimulante es la lección que nos da como LECTOR.

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dimanche 2 décembre 2007

+ ¿POR QUÉ NO SE LEE EL CUENTO ESPAÑOL?

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Leo en Babelia, del 1-12-2007, un artículo titulado ‘Tribulaciones entre cuento y corto’, debido a la pluma de Antonio Luis de Villena, en donde en un análisis pormenorizado destinado al debate afirma en titulares que ‘el relato es la cenicienta de la literatura española’. En él se ocupa, además, del cortometraje en el cine.

Los editores pagan mucho menos por el relato o cuento, incluso a autores conocidos, argumentando que el problema está en el lector. Según esta teoría generalizada al lector español le gusta poco el cuento como le gusta poco la poesía, prefiere —a pesar de la cultura de la imagen— una gruesa novela-río que dé lectura para unas vacaciones enteras (hay largas novelas estupendas), añade el articulista.

Pero si en España el cuento (junto con la poesía) es la cenicienta (y ha habido ilustres cuentistas), no ocurre lo mismo en Hispanoamérica, tan rica en relatos. Borges, Cortázar, Onetti, Monterroso,…, gozaron de un fiel público lector.

¿POR QUÉ NO SE LEE EL CUENTO ESPAÑOL?, se pregunta el articulista.

Desde Chejov, Katherine Mansfield, Quiroga,…, el cuento es como ‘un ágil pedazo de vida’, del que por elipsis, sale la vida toda, pero como es breve, ha de acentuarlo todo, señala de Villena.

Termina preguntándose el articulista si al cuento español —también a la poesía— no le falta lirismo o la falta de lectura no se debe a la feroz incultura que afecta a nuestro país desde hace al menos una decena de años.

Y finalmente, si la ‘literatura best-sellerista’ alarga su vida, si los haikus o tankas japoneses y el microrrelato hispanoamericano producen arte breve, ¿por qué ocurre esto?

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Pregunto a los narradores habituales de las webs, ¿qué opináis al respecto?

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