mercredi 18 juin 2008

+ MÁS SOBRE ARTURO REYES

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Completo el artículo anterior sobre Arturo Reyes con dos testimonios sobre su memoria: una fotografía antigua de la calle Arturo Reyes, de Melilla, muy anterior a la época en que viví en ella, y el gráfico del día de su muerte.

mardi 17 juin 2008

+ ARTURO REYES, POETA

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Hoy he recordado durante unos momentos mi estancia con diez o doce años en Melilla, en la calle Arturo Reyes, vía céntrica de la ciudad, hoy con otro nombre.

Presumo que ha sido algo de tipo paranormal, pues buscando material para mis trabajos me he encontrado que hoy, 17 de junio, precisamente hoy, en el año 1913, falleció un hijo predilecto de mi tierra, de Málaga: Arturo Reyes.

En los años de mi infancia desconocía quién fue Arturo Reyes. Lo supe muchos años después, cuando ya no vivía en ‘su’ calle.

Arturo Reyes fue un poeta malagueño (1864-1913), nacido en la barriada del Perchel. Con un año su madre abandonó al padre y éste murió cuando Arturo contaba 12 años de edad.

Fue funcionario municipal, creó una academia teatral y ejerció la profesión de redactor de prensa de conocidos periódicos (El Correo de Andalucía, El Cronista, La Unión Mercantil, Blanco y Negro,…). Amó a su ciudad apasionadamente. Fue nombrado hijo adoptivo de ella con ocasión de la concesión por la Real Academia Española del Premio Fastenrath. En un acto-homenaje celebrado en el teatro Cervantes de la ciudad en cierta ocasión —recibió varios— dedicó a su ciudad los siguientes versos:

"Málaga hermosa,
Málaga mía,
gala y orgullo
de Andalucía; ...
Por tanto amarte
no quise nunca
dejar tu seno
donde se trunca
mi vida toda, donde he vivido,
donde he sufrido, donde he luchado,
Más olvidado que bien querido;
más aunque siempre más me han amado
lejos del nido donde he nacido,
¡cómo dejarte si siempre has sido
y eres la musa de mis canciones!;
¡cómo dejarte, si tú los sones
de mis canciones das a mi lira!...
¡Ay, no te dejo,
no te abandono
que es en tu seno
donde ambiciono
ver acercarse mi hora postrera,
cuando ya a salvo mi caravana
dejar consiga tras la frontera
siempre indecisa, siempre lejana
de los abrojos que hallé doquiera
posé mi planta! ¡Ay, quien pudiera
tras tantas luchas y sinsabores,
dormir tranquila y eternamente,
bajo tu cielo resplandeciente,
bajo tus campos llenos de flores!".


Con motivo del éxito de una de sus novelas (La Goletera, 1901) es alabado por toda la prensa nacional, a cuya presentación asisten Ramiro de Maeztu, Benavente y Ortega, entre otros. Ricardo León le dedica en la ocasión un poema extenso, del que entresacamos:

“El genio resplandece en su mirada
desbordante de luz y de energía
y tiñe con su luz arrebolada
los recios trazos de su tez, tostada
por el ardiente sol de Andalucía.

Alma de artista, corazón de atleta,
de fe, de amores y entusiasmo lleno,
llegó el Arte a la gloriosa meta,
ciñendo la corona de poeta
a sus robustas sienes de agareno.

Sus versos resplandecen como espadas
escintiladas por el sol; su prosa
vibra en ondas de luz, en oleadas
de música y color, en llamaradas
de genio audaz, de inspiración radiosa...".


Mantuvo amistad con Benito Pérez Galdós, Salvador Rueda, Antonio Cánovas del Castillo (gobernador civil de Málaga, sobrino del conocido político homónimo y famoso fotógrafo que hizo popular el nombre de ‘Kaulak’, retratista de la familia real).

De Arturo Reyes podemos destacar en poesía: Íntimas, Ráfagas, Otoñales, Desde el surco, Béticas,…; relatos o cuentos: Conchita la burrera, El sargento Pelayo, Cuentos andaluces, Del Bulto a la Coracha (llevada al teatro) y novelas: Cartucherita, El lagar de la Viñuela (drama rural), La goletera, …

Sirvan estas líneas como homenaje a un luchador en vida para que su obra fuera conocida, a pesar de que en ocasiones se lamentaba del poco éxito económico y de ‘no ser profeta en su tierra’, en este aspecto quizás más pronunciadamente en su propia tierra, tal como confesó en cierta ocasión: Se extraña usted que en Málaga se vendan pocos libros . No sé si los míos tendrán algún mérito, pero voy a citarle a usted el caso de mi obra "La Goletera": Solamente en Madrid vendí en dos ediciones más de cinco mil ejemplares; aquí en Málaga no habrá llegado a un centenar, y éstos, colocados de compromiso.

Muchos escritores de talento siguen sufriendo en sus carnes hoy día las mismas dificultades.

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dimanche 8 juin 2008

+ ASINUS AUREUS

(El asno de oro)
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Un siglo más tarde que Petronio desarrolla su actividad literaria Lucio Apuleyo, de nacionalidad romana, nacido en Numidia (actual Argelia) hacia el año 124, que vivió en la época romana de los Antoninos. Su educación se llevó a cabo en Cartago y Atenas, llegando a actuar como abogado en la propia Roma.

Escribió sobre temas muy diversos: botánica, medicina, astronomía, filosofía, etc.

Su obra fundamental es la novela que él llamó Metamorfosis, también denominada El asno de oro, llena de episodios de carácter erótico y satírico. Es la única novela latina completa que se ha podido hallar. Prefigura el género de novela picaresca practicado más adelante por Quevedo, Rabelais, Bocaccio, etc.

El debate sobre la originalidad de esta obra sigue abierto.

La lectura de la novela me llevó en su día a plantearme ciertas consideraciones acerca de las estructuras de determinadas novelas y de la influencia de la literatura griega y romana en la nuestra a través de La Odisea, El asno de oro y El Quijote.

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Extractos de ‘El asno de oro’:

“En este libro, compuesto al estilo de Mileto, podrás conocer y saber diversas historias y fábulas, con las cuales deleitarás tus oídos y sentidos, si quisieres leer y no menospreciares ver esta escritura egipciaca, compuesta con ingenio de las riberas del Nilo; porque aquí verás las fortunas y figuras de hombres convertidas en otras imágenes y tornadas otra vez en su misma forma. De manera que te maravillarás de lo que digo. Y si quieres saber quién soy, en pocas palabras te lo diré: Mi antiguo linaje tuvo su origen y nacimiento en las colinas del Himeto ateniense, en el istmo de Efirea y en el Tenaro de Esparta, que son ciudades muy fértiles y nobles, celebradas por muchos escritores. En esta ciudad de Atenas comencé a aprender siendo mozo; después vine a Roma, donde con mucho trabajo y fatiga, sin que maestro me enseñase, aprendí la lengua natural de los Romanos. Así que pido perdón si en algo ofendiere, siendo yo rudo para hablar lengua extraña. Que aun la misma mudanza de mi hablar responde a la ciencia y estilo variable que comienzo a escribir. La historia es griega, entiéndela bien y habrás placer.

Primer libro

Argumento

Lucio Apuleyo, deseando saber arte mágica, se fue a la provincia de Tesalia, donde estas artes se sabían; en el camino se juntó tercero compañero a dos caminantes, y andando en aquel camino iban contando ciertas cosas maravillosas e increíbles de un embaidor y de dos brujas hechiceras que se llamaban Meroe y Panthia, y luego dice de cómo llegó a la ciudad Hipata y de su huésped Milón, y lo que la primera noche le aconteció en su casa. Lee y verás cosas maravillosas.


Capítulo I

Cómo Lucio Apuleyo, deseando saber el arte mágica, se fue a la provincia de Tesalia, donde al presente más se usaba que en otra parte alguna, y llegando cerca de la ciudad de Hipata, se juntó con dos compañeros, los cuales, hasta llegar a la ciudad, fueron contando admirables acontecimientos de magas hechiceras.

Capítulo II

Cómo Aristómenes, que así se llamaba el segundo compañero,prosiguiendo en su historia, contó a Lucio Apuleyo cómo las dos magas hechiceras Meroe y Panthia degollaron aquella noche a Sócrates,indignadas de él.

Capítulo III

En el cual cuenta Lucio Apuleyo cómo llegó a la ciudad de Hipata, fue bien recibido de su huésped Milón y de lo que le aconteció con un antiguo amigo suyo llamado Pithias, que al presente era almotacén en la ciudad.

Segundo libro

Argumento

En tanto que Lucio Apuleyo andaba muy curioso en la ciudad de Hipata, mirando todos los lugares y cosas de allí, conoció a su tía Birrena, que era una dueña rica y honrada; y declara el edificio y estatuas de su casa, y cómo fue con mucha diligencia él avisado que se guardase de la mujer de Milón, porque era gran hechicera; y cómo se enamoró de la moza de casa, con la cual tuvo sus amores; y del gran aparato del convite de Birrena, donde ingiere algunas fábulas graciosas y de placer; y de cómo guardó uno a un muerto, por lo cual le cortaron las narices y orejas, y después cómo Apuleyo tornó de noche a su posada, cansado de haber muerto no a tres hombres, más a tres odres.

Capítulo I

Cómo andando Lucio Apuleyo por las calles de la ciudad de Hipata, considerando todas las cosas, por hallar mejor el fin deseado de su intención, se topó con una su tía llamada Birrena, la cual le dio muchos avisos en muchas cosas de que se debía guardar.

Capítulo II

Cómo despedido Lucio Apuleyo de Birrena, su tía, se vino para la posada de su huésped Milón, donde, llegado, halló a Fotis la moza de casa, que guisaba de comer. Y enamorándose el uno del otro, concertaron de juntarse a dormir.

Capítulo III

Que trata cómo levantado Lucio Apuleyo de la mísera mesa de Milón, apesarado con los cuentos y pronósticos del candil, se fue a su cámara, adonde halló aparejado muy cumplidamente de cenar, y después de haber cenado se gozaron en uno, por toda la noche, su amada Fotis y él.

Undécimo libro


Capítulo IV

En el cual cuenta su entrada en la religión, y cómo se fue vuelto a Roma, donde, ordenado en las cosas sagradas, fue recibido en el colegio de los principales sacerdotes de la diosa Isis.”.

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samedi 7 juin 2008

+ LA MATRONA DE ÉFESO

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Satyricon es la primera novela en el ámbito occidental, de la que se conservan algunos libros y fragmentos. Es una obra de amor, de aventuras y de viaje, que incluye relatos costumbristas, cuentos populares, crítica literaria, etc.

Para los estudiosos del latín es de destacar la habilidad de Petronio, su autor, en la conversación de algunos personajes del habla cotidiana de las clases populares y bajas.

Escrita en el siglo I a. C. en prosa y en verso, esta novela romana se atribuye a Cayo Petronio Arbiter, aristócrata de familia romana, célebre por su elegancia y su cultura.

De ella extraemos el cuento La matrona de Éfeso, que reproducimos a continuación en versión española.

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(CXI)

En Éfeso había una matrona con tal fama de honesta que hasta venían las mujeres a conocerla desde países vecinos. Esta matrona perdió a su esposo y no se contentó entonces con ir detrás del cuerpo con los cabellos en desorden, como es costumbre entre el vulgo, ni con golpearse el pecho desnudo ante los ojos de todos, sino que fue detrás de su finado marido hasta su tumba y luego de depositarlo, según la usanza de los griegos, en el hipogeo, se consagró a velar el cuerpo y a llorarlo día y noche. Sus padres y familiares no pudieron hacerla cejar en esa actitud que, llevada a la desesperación, la haría morir de hambre. Hasta los magistrados desistieron del intento al verse rechazados por ella. Todos lloraban casi como muerta a esa mujer que daba ejemplo sin igual consumiéndose desde hacía ya cinco días sin probar bocado. La acompañaba una sirvienta muy fiel que compartía su llanto y renovaba la llama de la lamparilla que alumbraba el sepulcro cuando comenzaba a apagarse. En la ciudad no se hablaba de otra cosa que no fuera de esta abnegación, y hombres de toda condición social la daban como ejemplo único de castidad y amor conyugal.

En ese tiempo el gobernador de la provincia ordenó crucificar a varios ladrones cerca de la cripta donde la matrona lloraba sin interrupción la reciente muerte de su marido. Durante la noche siguiente a la crucifixión, un soldado que vigilaba las cruces para impedir que alguno desclavase los cuerpos de los ladrones para sepultarlos, notó una lucecita que titilaba entre las tumbas y oyó los lamentos de alguien que lloraba. Llevado por la natural curiosidad humana, quiso saber quién estaba allí y qué hacía. Bajó a la cripta y, descubriendo a una mujer de extraordinaria belleza, quedó paralizado de miedo, creyendo hallarse frente a un fantasma o una aparición. Pero cuando vio el cadáver tendido y las lágrimas de la mujer, su rostro rasguñado, se fue desvaneciendo su propia impresión, dándose cuenta de que estaba ante una viuda que no hallaba consuelo. Llevó a la cripta, su magra cena de soldado y comenzó a exhortar a la afligida mujer para que no se dejase dominar por aquel dolor inútil ni llenase su pecho con lamentos sin sentido.

-La muerte -dijo- es el fin de todo lo que vive: el sepulcro es la íntima morada de todos.

Acudió a todo lo que suele decirse para consolar las almas transitadas de dolor. Pero esos consejos de un desconocido la exacerbaban en su padecer y se golpeaba más duramente el pecho, se arrancaba mechones de cabellos y los arrojaba sobre el cadáver. El soldado, sin desanimarse, insistió, tratando de hacerle probar su cena. Al fin la sirvienta, tentada por el olorcito del vino, no pudo resistir la invitación y alargó la mano a lo que les ofrecía, y cuando recobró las fuerzas con el alimento y la bebida, comenzó a atacar la terquedad de su ama:

-¿De qué te servirá todo esto? -le decía-. ¿Qué ganas con dejarte morir de hambre o enterrada, entregando tu alma antes que el destino la pida? Los despojos de los muertos no piden locuras semejantes. Vuelve a la vida. Deja de lado tu error de mujer y goza, mientras sea posible, de la luz del cielo. El mismo cadáver que está allí tiene que bastarte para que veas lo bella que es la vida. ¿Por qué no escuchas los consejos de un amigo que te invita a comer algo y no dejarte morir?

Al fin la viuda, agotada por los días de ayuno, depuso su obstinación y comió y bebió con la misma ansiedad con que lo había hecho antes la sirvienta.

(CXII)

Se sabe que un apetito satisfecho produce otros. El soldado, entusiasmado con su primer éxito, cargó contra su virtud con argumentos semejantes.

-No es mal parecido ni odioso este joven- se decía la matrona, que además era acuciada por la sirvienta que le repetía:

-¿Te resistirás a un amor tan dulce? ¿Perderás los años de juventud? ¿A qué esperar más tiempo?

La mujer, después de haber satisfecho las necesidades de su estómago, no dejó de satisfacer este apetito... y el soldado tuvo dos triunfos. Se acostaron juntos no sólo esa noche sino también el día siguiente y el otro, cerrando bien las puertas de la cripta de modo que si pasase por allí tanto un familiar como un desconocido, creyeran que la fiel mujer había muerto sobre el cadáver de su esposo. El soldado, fascinado por la hermosura de la mujer y por lo misterioso de estos amores, compraba de todo lo mejor que su bolsa le permitía y al caer la noche lo llevaba al sepulcro. Pero he aquí que los parientes de uno de los ladrones, notando la falta de vigilancia nocturna, descolgaron su cadáver y lo sepultaron. El soldado, al hallar al otro día una de las cruces sin muerto, temeroso del suplicio que le aguardaría, contó lo ocurrido a la viuda:

-No, no -le dijo- no esperaré la condena. Mi propia espada, adelantándose á la sentencia del juez, castigará mi descuido. Te pido, mi amada, que una vez muerto me dejes en esta tumba. Pon a tu amante junto a tu marido.

Pero la mujer, tan compasiva como virtuosa, le respondió:

-¡Que los dioses me libren de llorar la muerte de los dos hombres que más he amado! ¡Antes crucificar al muerto que dejar morir al vivo!

Una vez dichas estas palabras, le hizo sacar el cuerpo de su esposo del sepulcro y colgarlo en la cruz vacía. El soldado usó el ingenioso recurso y al día siguiente el pueblo admirado se preguntaba cómo un muerto había podido subir hasta la cruz.

Confía tu barco a los vientos
pero jamás tu corazón a una mujer
porque las olas son más firmes
que la fidelidad de la mujer.

No hay ninguna mujer buena
o si alguna vez lo ha sido
No comprendo cómo algo malo
pudo ser bueno alguna vez.

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