mardi 9 février 2010

+ ESCRITORES ESPAÑOLES EXILIADOS

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Escritor español y ciudadano mexicano, me hice hablando un idioma extranjero —nadie nace hablando— que resultó ser el mío. Poco le debo a los demás. Me forjaron a fuerza de golpes, como crecen todos los hombres. Tuve algunos amigos —pocos—, la mayoría han muerto. Me siento más a gusto con los jóvenes que con los viejos. Tengo tres hijas, muchos nietos; son ya otra vida, en otro tiempo. Mi mujer me ha acompañado siempre que pudo; cuando no, plantó cara a la vida, sin desfallecimiento. Ni alto ni bajo, más bien feo, me gustó lo bueno, lo que sabía bien. Aprendí poco de los hombres, creyéndolos parecidos a mí. Me hubiera gustado saber mucho más de lo que sé, tener memoria y no andar dando vueltas alrededor de mí mismo. Al paso de los años se va uno quedando solo. Lo que más me ha gustado es escribir; seguramente para que se supiera cómo soy, sin decirlo. Creí que lo adivinarían. Una vez más me equivoqué.

Son palabras escritas que nos dejó Max Aub, escritor español exiliado en México durante la guerra civil, de padre alemán y madre francesa, el más exiliado de nuestros autores emigrados, un escritor poco conocido del gran público lector,  que ha hecho de España, de la guerra civil española y del exilio mismo, asunto principal. Hay otros que han construído grandes fabulaciones en torno al mismo tema, como Ramón J. Sender y Manuel Andújar.

Es triste que tantos y tan buenos escritores españoles que tuvieron que sufrir el exilio hayan caído en el olvido por oscuras razones políticas. El paso del tiempo parece favorecer  la obra de muchos de ellos, que sale a la luz pública general poco a poco y va siendo más conocida y valorada.

Hace poco han caído en mis manos los relatos completos de Laberinto mágico, de Max Aub, publicados por Editorial Alba bajo el nombre de Enero sin nombre, y me están sorprendiendo gratamente. Resulta excitante que, después de haber leído tanto, te encuentres ahora con la literatura fresca, directa y muy castiza de este escritor, de varias nacionalidades, que presumía sobre todo de ser español.

He querido dejar aquí el recuerdo de este descubrimiento importante para mí como lector.

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