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Escritor español y ciudadano mexicano, me hice hablando un idioma extranjero —nadie nace hablando— que resultó ser el mío. Poco le debo a los demás. Me forjaron a fuerza de golpes, como crecen todos los hombres. Tuve algunos amigos —pocos—, la mayoría han muerto. Me siento más a gusto con los jóvenes que con los viejos. Tengo tres hijas, muchos nietos; son ya otra vida, en otro tiempo. Mi mujer me ha acompañado siempre que pudo; cuando no, plantó cara a la vida, sin desfallecimiento. Ni alto ni bajo, más bien feo, me gustó lo bueno, lo que sabía bien. Aprendí poco de los hombres, creyéndolos parecidos a mí. Me hubiera gustado saber mucho más de lo que sé, tener memoria y no andar dando vueltas alrededor de mí mismo. Al paso de los años se va uno quedando solo. Lo que más me ha gustado es escribir; seguramente para que se supiera cómo soy, sin decirlo. Creí que lo adivinarían. Una vez más me equivoqué.
Son palabras escritas que nos dejó Max Aub, escritor español exiliado en México durante la guerra civil, de padre alemán y madre francesa, el más exiliado de nuestros autores emigrados, un escritor poco conocido del gran público lector, que ha hecho de España, de la guerra civil española y del exilio mismo, asunto principal. Hay otros que han construído grandes fabulaciones en torno al mismo tema, como Ramón J. Sender y Manuel Andújar.
Es triste que tantos y tan buenos escritores españoles que tuvieron que sufrir el exilio hayan caído en el olvido por oscuras razones políticas. El paso del tiempo parece favorecer la obra de muchos de ellos, que sale a la luz pública general poco a poco y va siendo más conocida y valorada.
Hace poco han caído en mis manos los relatos completos de Laberinto mágico, de Max Aub, publicados por Editorial Alba bajo el nombre de Enero sin nombre, y me están sorprendiendo gratamente. Resulta excitante que, después de haber leído tanto, te encuentres ahora con la literatura fresca, directa y muy castiza de este escritor, de varias nacionalidades, que presumía sobre todo de ser español.
He querido dejar aquí el recuerdo de este descubrimiento importante para mí como lector.
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4 commentaires:
Antonio, como responsable de esa edición, de la selección y el prólogo, así como de la nota de Francisco Ayala, quiero decir que se la pedí yo, un saludo maxaubiano. Javier.
Javier, le felicito por tan magnífica elección y me alegra encontrar a responsables de edición de libros como Vd., con tan buen gusto literario.
La nota del Sr. Ayala le da altura sin duda a la edición y su prólogo es una ilustrativa introducción a la figura de Max Aub y la literatura del exilio. Le trasmito por medio de estas líneas mi agradecimiento como lector asiduo.
Sorprende el manejo de nuestro idioma de que hace gala el Sr. Aub teniendo en cuenta que su lengua materna no era el español.
Me he hecho de algunas novelas de otro escritor de nuestro malhadado exilio de postguerra, de Manuel Andújar, no sin cierto esfuerzo, lo cual refuerza mi creencia de que todos los intelectuales de aquella época nefasta, que nos tocó vivir a un buen número de españoles, fueron víctimas de una cruel realidad: se quiso hacerles desaparecer del mapa, confirmándose una vez más a través de la historia el efecto devastador de las ideologías destructivas.
Afortunadamente hoy en España tenemos un régimen democrático pleno de libertades.
Reciba un cordial saludo,
Antonio, gracias por el párrafo de Max Aub, verdaderamente trascendente, mil gracias por tu participación en el rescate de estos escritores y de esta gente que vino a mi país a traernos tanta luz que hemos necesitado y que gracias a ello nació una generación de dignisimos escritores mexicanos, y cuando menos hay un filón que ójala resulte interminable. Es una noble labor, en donde los interesados en el tema tenemos que hacer algo. Un fraternal abrazo desde Guadalajara, jalisco México, de tu amigo Artro F Valdez Olmedo.
Arturo:
Se le devuelven los saludos afectuosamente.
En nuestro corazón de españoles ocupa un privilegiado y primerísimo lugar esa gran nación llamada México. La prueba de ello es que otros muchos españoles compatriotas míos, republicanos por derecho propio y demócratas al cien por cien, eligieron la tierra mexicana cuando se vieron vilmente perseguidos por el histórico dictador y sus huestes. Y una buena mayoría de los que se fueron formaba parte de la crema intelectual de este país (María Zambrano, León Felipe, Luis Cernuda, Francisco Ayala, Max Aub, Luis Buñuel, Concha Méndez, José Bergamín y muchos médicos ilustres, entre otros, aunque sobresalió sobre todas la huella escrita). Afortunadamente España renació de tan nefastas cenizas.
Dice bien cuando afirma que México ha dado al mundo una dignísima relación de escritores ilustres, entre los cuales podemos citar a
Amado Nervo, Juan Rulfo, Octavio Paz (Premio Nobel de Literatura), Carlos Fuentes, Sergio Pitol (persona cultísima y Premio Cervantes), etc., etc.
He leído mucho de ellos y puedo decir con orgullo que uno de mis preferidos es Juan Rulfo (que practicó también magistralmente la fotografía como aficionado que era a ella (al igual que servidor de Vd.).
Como no soy ya un niño puedo decirle que recordamos en España de forma entrañable a Agustín Lara, compositor de piezas tan memorables como 'Granada' y 'Madrid' entre otras.
Si no hubiera nacido español, me hubiera gustado mucho haber nacido mexicano.
Saludos desde España.
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