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Todos los que frecuentamos asiduamente la web
www.narrador.es hemos podido asistir encantados a las explicaciones con que nos obsequian Carlos y Jesús, de profesión fotógrafos, al confiarnos las historias sobre cómo obtienen su material para hacer más atractivos los trabajos que aparecen en la web. También son escritores, escriben sobre fotografía, su creatividad, sus triquiñuelas... Son fotógrafos-escritores.
Este artículo va de escritores-fotógrafos, pretende recorrer en una mirada fugaz a escritores consagrados que tuvieron una gran afición a la fotografía, que la amaron, algunos de ellos a la que podríamos denominar fotografía ‘prehistórica’, que nacieron y crecieron a la par que el invento de Daguerre y Niépce, que tuvieron en sus hogares ‘cuartos oscuros’ y trabajaron con sales de plata. Nos referimos a
Émile Zola, Lewis Carroll y Georges Simenon, aunque hubo alguno más.
Los dos primeros asistieron al nacimiento del daguerrotipo y, por razones de temporalidad, no han podido asistir posteriormente al desarrollo de las técnicas que fueron siendo descubiertas, algunas realmente bellas, como la solarización, las de las películas negativas
lith, la posterización, etc. Hemos pasado sorprendentemente en menos dos siglos de la caja de madera cuadrada o rectangular (cámara oscura), rudimentaria, a la cámara digital moderna; de tratar las fotografías con líquidos (revelador, baño de paro, fijador) a los programas de ordenador; del grano de sales de plata al pixel; del retoque fotográfico heroico hecho a mano al laboratorio de
Mr. Photoshop, etc. Tecnología pura y dura.
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Émile Zola (1840-1902), francés, padre del naturalismo, fue un gran aficionado a la fotografía, especialmente a la familiar, llegando a adquirir algunos de los mejores equipos de su época e instalando en sus sucesivos domicilios sendos laboratorios fotográficos.
Cuando visitó la Exposición Universal de París en 1900 no llevaba un cuaderno de notas en la mano, portaba una cámara fotográfica. Se conservan de él varios miles de fotografías de carácter naturalista, paisajes y retratos.
Como escritor, su mejor obra es
La taberna (L’assommoir), que conservo en una edición de ‘Colección Clásicos Inolvidables’, de Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 1961, junto a
Naná y
El sueño.
Concibió el proyecto de los
Rougon-Macquart, en que están incluidas las tres citadas, larga historia de una saga familiar, compuesta por veinte novelas, al estilo de Balzac en
La comedia humana, que se inicia con
La fortuna de los Rougon (1871) y finaliza con
El doctor Pascal (1893). Tiene otras novelas y ensayos.
Es célebre su carta
Yo acuso (J’accuse) dirigida al Presidente de la República francesa con ocasión del conocido caso Dreyfus, lo que hizo que el proceso de revisión tuviera un cambio brusco.
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Lewis Carroll (1832-1898), inglés, sacerdote, matemático, lógico, fotógrafo y escritor. Escribió poesía y cuentos.
Entre sus obras, conocidas universalmente, se encuentran
Alicia en el País de las Maravillas y
Alicia a través del espejo.
A través de la fotografía, Carroll trató de combinar los ideales de libertad y belleza con la inocencia más paradisíaca, donde el cuerpo y el contacto con él podían ser disfrutados sin sentimiento de culpa. La persecución de la belleza como un estado de gracia, junto con su pasión por el teatro, que le acompañó durante toda la vida, habría de traerle problemas con la moral victoriana.
Cuando tuvo su propio estudio hizo destacadas fotografías de personajes relevantes. Cultivó también el paisaje y el estudio anatómico.
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Georges Simenon (1903-1989), escritor belga de lengua francesa. Es mundialmente conocido por su creación del
comisario Maigret. Ha sido un escritor de una fecundidad extraordinaria. Ha escrito más de 200 novelas, muchas sin el famoso comisario y de sus libros se han vendido cerca de 600 millones de ejemplares. Escribió miles de artículos y más de 50 de sus obras fueron llevadas al cine y la televisión, habiendo sido traducido a 55 lenguas.
En su juventud trabajó como reportero para un periódico en su sección de ‘hechos diversos’. Fue un gran amante de la fotografía. Después de una larga travesía por el Mediterráneo, se embarca en un viaje alrededor del mundo entre 1934 y 1935. En sus escalas efectúa reportajes, se entrevista con numerosos personajes, y toma muchas fotografías. Aprovecha también para descubrir el placer de las mujeres de todas las latitudes. Esta fue otra de sus pasiones durante toda su vida. Fue un incontinente amante de la cama y voraz con sus amantes. Conozco el episodio de sexo de Víctor Hugo, que en su noche de bodas hizo el amor a su joven esposa ocho veces, toda una plusmarca varonil, la cual quedó vacunada para siempre en esa actividad. Leí en cierta ocasión que Simenon había practicado el sexo con 1.000 mujeres a lo largo de su vida, según sus propias palabras. ¿Es posible tanto o para algunos son pocas?
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Como ha sido un texto dedicado a los escritores-fotógrafos y fotógrafos-escritores, me siento en la obligación de confesar mi muy larga y tradicional afición a la fotografía práctica, de laboratorio. Las fotografías que ilustran este artículo fueron realizadas por mí hace más o menos unos veinte años. Están hechas a partir de un negativo en blanco y negro de 35 mm., del cual se obtuvieron copias en película
lith de 13 x 18 cm. con diferentes exposiciones y, por tanto, densidades. Las copias en papel de color (Kodak) se consiguieron con tres de estas últimas películas, combinándolas una a una, por contacto, y mediante filtros de color graduados, de acetato (amarillo, magenta y cian), fueron tratadas en una ampliadora de blanco y negro marca
Durst. Y el papel de color fue revelado en casa en tambores cilíndricos. Es una técnica muy laboriosa, pero gratificante. La era de la fotografía digital ha enviado al exilio a tanta artesanía.
Ya me hubiera gustado conseguir algo parecido al
pop art de Andy Warhol, pero la técnica es parecida. Es una variante de la posterización, sólo que yo hablo de filtros fotográficos y Warhol se movía entre pinceles.
Hasta otra.
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