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La poesía es parte muy importante de la riqueza literaria de nuestro país. Aun cuando nunca he sido un lector empedernido y excesivamente devoto de la poesía, jamás he dejado de admirar en mis lecturas los bellos poemas. Me apetece iniciar un recorrido por la poesía española con un poeta admirado por muchos en toda España, nacido en Sevilla. En Andalucía, además de en otros lugares, se sienten muy orgullosos de él. Sus poemas se han tomado por algunos excelentes cantantes como letras de sus canciones. Humilde catedrático de instituto, vivió largos años en Soria, murió en el exilio, y nos dejó piezas inolvidables. Todos sabéis que me estoy refiriendo a Antonio Machado Ruiz (1875-1939), miembro de la llamada generación del 27.
Así pues, comencemos con Machado y sigamos en artículos sucesivos con otros excelsos poetas de esa recordada y venerada generación: Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, Manuel Altolaguirre, Luis Cernuda, Miguel Hernández, Jorge Guillén, García Lorca, Pedro Salinas, Fernando Villalón, León Felipe, etc. Una nómina impresionante de poetas.
Algunos poemas o versos sueltos extraídos de Campos de Castilla, que me atrajeron siempre especialmente fueron:
…
Soñé que tú me llevabas
por una blanca vereda
en medio del campo verde,
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules,
una mañana serena.
Sentí tu mano en la mía,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.
¡Eran tu voz y tu mano,
en sueños, tan verdaderas…!
Vive, esperanza, ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!
…
(De Caminos).
***
…
Dice la razón: Busquemos
la verdad.
Y el corazón: Vanidad.
La verdad ya la tenemos.
La razón: ¡Ay, quién alcanza
la verdad!
El corazón: Vanidad.
La verdad es la esperanza.
Dice la razón: Tú mientes.
Y contesta el corazón:
Quien miente eres tú, razón,
que dices lo que no sientes.
La razón: Jamás podremos
entendernos, corazón.
El corazón: Lo veremos.
…
(De Profesión de fe).
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Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.
Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crín lo cogía…
¡Ahora no te escaparás!
Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló!
Quedóse el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.
Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a su amada le decía:
¿Tú eres de verdad o no?
Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: Todo es soñar,
el caballito soñado
y el caballo de verdad.
Y cuando vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿Tú eres sueño?
¡Quién sabe si despertó!
(De Parábolas).
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Bueno es saber que los vasos
nos sirven para beber;
lo malo es que no sabemos
para qué sirve la sed.
¿Dices que nada se pierde?
Si esta copa de cristal
se me rompe, nunca en ella
beberé, nunca jamás.
Dices que nada se pierde
y acaso dices verdad,
pero todo lo perdemos
y todo nos perderá.
Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre la mar.
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Anoche soñé que oía
a Dios, gritándome: ¡Alerta!
Luego era Dios quien dormía,
y yo gritaba: ¡Despierta!
Cuatro cosas tiene el hombre
que no sirven en la mar:
ancla, gobernalle y remos,
y miedo de naufragar.
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Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.
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Ayer soñé que veía
a Dios y que a Dios hablaba;
y soñé que Dios me oía…
Después soñé que soñaba.
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(De Proverbios y cantares).
Seguiremos en un siguiente artículo con otro de nuestros admirados poetas.
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