dimanche 29 mars 2009

+ POETAS ESPAÑOLES (Soledad Cavero)

***

Soledad Cavero nace en Madrid (1936), donde reside. Colabora en periódicos y revistas literarias con poesía, cuentos y artículos. Sus trabajos están incluidos en varias Antologías y ha realizado lecturas poéticas en España y el extranjero. Se dedica a la formación de profesorado y a fomentar en niños en edad escolar el hábito de la lectura.

-POESÍA:

A través del espejo (1980).
En esa fuente inagotable (1982).
Con los pies descalzos y un paraguas (1987).
Mar verdadero (1990).
Saharazad (1992).
Canto para un violín en fuga (1997).
Soñar es la palabra (2002).

- NARRATIVA:

La rebelión de los cuentos (1996).
Colón y el pirata Barbarroja (2002).

-PREMIOS:

Premio Pablo Neruda de Poesía. California.
Premio Reina Amalia de Poesía Castellana.
Premio Hucha de plata de Narrativa. Concurso Nacional Cajas de Ahorros.
Premio Juegos Florales de Manatí. Puerto Rico.
Premio Zenobia de Poesía.
Premio Nacional Letras de Villancico.
Premio Querido Borges. Mención finalista de Narrativa. California.
Háblame de amor y amistad. Concurso Nacional de Narrativa Telefónica.


Veamos un muestrario de su poesía:

BANCARROTA

Ocurren tantos hechos
en este devanar de la experiencia
que el rumbo de la vida a trompicones
se rompe sin querer en pleno viaje.
Es el cansancio luego lo que queda
lloviéndonos el pulso,
acribillada el ala de los sueños,
en el olvido el niño de la fuente,
en bancarrota el fruto del verano.
La vida,
la vida es la que sufre este delirio
de ríos maltratados por el miedo,
igual que una barcaza
vilmente atravesada por rayos y mareas.
Imprevisibles giros que el tiempo determina,
según cubre el granito las puertas de la sangre
o modifica el eje que remueve
el barro insatisfecho del ocaso.


MI HOMBRO JUNTO AL TUYO

Ahora que la tarde declina en nuestros brazos
y todo entre los árboles parece ya dormido
deja que apoye mi hombro junto al tuyo.
Que juntos recordemos aquellas horas nuestras
sembradas de jardines quemados en la sangre.
Ahora que los días avanzan más deprisa
con una fiera al fondo que afila la tristeza,
desnúdame los ojos de falsos espejismos
y peces de esperanza pintados de abandono.
Que aprenda a navegar el horizonte
allí donde la mar tranquila nos sostiene.
Ahora, amor, que un viento sin salida
penetra hasta los huesos
y tierra, espuma, rosa, playa, bosque,
disfraces son de lluvias pasajeras,
deja que apoye mi hombro junto al tuyo.
Que luzca aquella casa de piedra frente al río
dispuesta a sostenerse en plena nieve,
caliente el corazón bajo tu fuego.


SABRÁS QUE ERES CENIZA

Cuando el amor te hiera en solitario
y en resistencia apenas reconozcas
por qué la muerte con poderes mágicos
te quiere arrebatar la fuente de la vida.
Entonces,
sólo entonces, sabrás que nadie puede
resistir el empuje violento del invierno.
Que el amor nos descubre los lenguajes
nocturnos de la piel y su madera
en la misma espesura de la sangre
donde antes nos sentimos marineros.
Sabrás,
sabrás que eres ceniza, aunque no quiera,
aunque luches por ser en plena llama
y retengas la luz a trompicones,
aún sin zozobrar en el olvido.
Mas podrás repetir otra experiencia
con tu sabia de ayer llena de músicas,
alpinas sensaciones
que sueñan con la rama de un regreso.
El amor siempre canta,
cubre, barre, trasforma o petrifica
cualquier realidad que nos sujete
la flor de la ilusión en desbandada.
Volverá,
volverás por el aire celeste de la tarde
a convocar el mar con voz de niño.
Y se alzarán las olas del incendio
para que tú recuerdes su corazón de escarcha,
onírico el espejo en la memoria.


HUMO

Humo que danza serpentino al viento
hacia dónde traslada
la desvaída forma que alojó la sangre,
hacia qué norte o puerto
arribará el amor ya consumido.
En espiral avanzan
esas cabriolas que al fundirse en vilo
cuanto mayor altura cogen
sin techo quedan en poder del viento.
Y qué silencio el humo en fuga,
qué evanescente rostro tiembla al fondo
de esa unión que al desprenderse vuela
en esos ojos, esas manos, esos labios.
Cómo lejos del fuego el humo llora.


EL PUENTE DEL MISTERIO

Si consiguiera el hombre desvelar ese puente
donde las dos orillas se disputan
a puñetazos nuestro ciclo.
Si ante el filo que protege
la voz desconocida que nos llama
consiguiera enfrentarse con las sombras,
mirar, palpar, adivinar,
ese rostro de piedra en los relojes
cuando más nos aterra su misterio.
Si consiguiera remar la oscuridad que desfigura
ese cruce de trenes
por la trémula estepa de los miedos.
Un puente,
sólo un puente,
con sus ojos de luz mordiéndonos el alma
brillaría al alcance de la mano,
como un barco varado entre dos tiempos,
dos vidas, dos asombros,
en la recta final de una conquista.


UN DIOS A MI MEDIDA

Quisiera edificar un sol con estas manos,
luz que escalando presentidas cumbres
creara ciertas luminarias vivas,
tangibles fuentes de ternura y gozo,
allí donde regresa el hombre nuevo
con ilusión alada
y el corazón trepando bajo nubes.
Sí,
crear un Dios a mi medida,
en mí ardiendo consciente,
elevándose pleno entre mis aguas
para vivirme en él como Absoluto,
como cántico leve que al traspasar barreras,
en el dolor ardido derramase
su sinfonía en mis violines.

***

+ POETAS ESPAÑOLES (Ángela Reyes)

***

Ángela Reyes nació en Jimena de la Frontera, Cádiz, en 1946. Es miembro fundadora de la Asociación Prometeo de Poesía, en la cual colabora desde 1980, y miembro de la Academia Iberoamericana de Poesía y la Asociación "El Foro de la Encina".

Ha publicado tres novelas, cuentos, y diez poemarios.

- NARRATIVA:

Crónicas de un lirista naufragado (1991).
Morir en Troya (1999).
Adiós a las amazonas (2004).
Cuentos de la Arganzuela (2005).

-POESÍA:

Amaranta (1981).
La muerte olvidada (Madrid, 1984).
Labio de hormiga (en colaboración con Juan Ruiz de Torres, 1985).
Viaje a la Mañana (en colaboración con Juan Ruiz de Torres y Alfredo Villaverde, 1987).
Lázaro dudaba (1987).
Cartas a Ulises de una mujer que vive sola (1991).
Breviario para un recuerdo (1993).
Carméndula (2000).

-PREMIOS:

1986: Premio de Poesía San Lesmes (Burgos).
1991: Premio de Poesía Villa La Roda (La Roda).
1991: Premio de Poesía Leonor (Soria).
1994: Premio de Poesía Vicente Gaos, (Valencia).
1999: Premio de narrativa Juan Pablo Forner, (Mérida, Badajoz).
2000: Premio de Poesía Blas de Otero (Majadahonda, Madrid).

Una muestra de su poesía:

AHORA QUE TE HAS IDO
no merece la pena
que vaya junto al biombo a desnudarme,
¬que intencionadamente asome
la pierna tras el raso
ni que en la almohada ponga
una pizca de ajenjo
para excitar la noche.

Ahora que te has ido
La luz se desvanece entre mis iris
y aquí, cerca del vientre,
donde solías desmayar los gozos y el cansancio,
la soledad levanta un puerto
en donde arriban las naves
heridas por carcoma de la pena.


***

ESTÁ MI TIEMPO ACOMODADO
entre el amor y el desaliento.
Cada día,
con la memoria más pequeña
y la mirada más pendiente de la mar,
atiendo la gangrena de esta casa
que se me muere
por donde ayer solíamos
entrecruzar las velas de la carne.

Ya no rezo,
no corrijo la arruga que va del labio al alma,
ni me sorprende si la mano izquierda enloquecida parte
allá donde declinan las palomas.
Todo está por hacer:
desde morir
hasta plegar tu traje que de tanta quietud
se queja de la nuca.
Todo viene bajando por mi espalda
como río que parte hacia lo oscuro,
y quedo sola
sin la vejez de tus zapatos,
sin el olor a sal de tus axilas,
sin tu abrigo muriendo en el perchero.
Quedo sola,
como mujer de la fotografía,
con la raya del pelo bien trazada,
la blusa haciendo frente al tiempo-sepia
y en los párpados,
y en la boca,
dolorida la música que cantan los ausentes.


***

LA TARDE QUE MURIÓ LA NIÑA AZUL
el otoño rozó el bronce de la aldaba.
Quemaba el aire
como beso de novio a punto de partir
y allá,
en ese sitio en donde octubre
le da a la uva su color de incendio,
un perro de testuz viajera
ladró con un sonido casi humano.
Era una tarde
que compartía la vejez con la orfandad de la retama
cuando murió la niña azul.
Su casa daba al mar
y el mar, desarraigando su posición yacente,
llegó tal un muchacho
y le besó en la boca conocida.
Luego,
con ánimo de ir donde ella fuera,
enlutecióse
y no se hizo otra cosa
más que delta viril
que buscaba refugio en su pálido cuello.

(Nada me asusta tanto
como cerrar los ojos
y verlos replegados bajo la misma piel,
yéndose de la mano
para heredar la última sonrisa).


***

EL VERANO ANTERIOR,
Josefina Manresa había comprado
unos metros de encaje de bolillos
y un frasco de almendrado aceite que suavizaba el agua.
Aprendió a empequeñecerse el talle
desde que oyó decir
que por una cintura desvalida
trepaba fácilmente la pasión.

En marzo nueve,
ella había cosido dos diminutos lirios de organdí
en el extremo de sus ligas.
Y en una alcoba no lejana
su camisón de muselina
estaba amaestrado para desabrocharse fácilmente,
para caer rendido al suelo
lleno de pliegues.
También la blusa, y el chaquetón de pana,
y hasta las medias de algodón, sabían
que aquella noche
dormirían mirando a la pared,
apenas se iniciara la más dulce tormenta
bajo la colcha rosa pálido.


***

HAY MUJERES QUE NUNCA SE ASOMARON
a los ojos de un hombre
y viven
sin conocer al ángel-gladiador
que, espada en mano, habita
en la planicie gris de la mirada.
Yo conozco a tu ángel, recolector de menta.
Lo vi en esa noche única,
en una noche que vivirla quisimos otras veces
para enjuagarnos tanta pesadumbre.
Incontenible es su odio
cuando me acerco a ti.
Se alza de tus profundas nieves
para punzarme el vientre,
para clavarme su aguijón más dulce que las moras.
Luego se aleja atesorando heridas,
sabiéndose invencible,
rechazando los haces de carméndulas
que de siempre le ofrezco.

Muérame
si nunca más he de besarte,
si no puedo sorber
la música que llevas en los labios.
Muérame mientras te amo,
aunque su estoque
seccione en dos la yema de mi ombligo
y rueden por la colcha mis lunares gemelos,
y la melaza de mi sangre caiga
mojándole las alas.
Muérame
si no te llamo
con cuatro golpes de agonía,
cuando tu plenitud me colme
y le ángel se adelante por mi preciosa hondura
a más velocidad que el alba horada los postigos.


***

ELLA FUE LA SEÑORA DE LA NOCHE,
la que tasaba al hombre y le medía
el crepúsculo rojo de su vientre
y el sube-y-baja-mar de su entrepierna.
Ella, tan linda,
tuvo todos los hombres que pariera la luna,
y los que dio la tierra.
También los que escupió la mar,
y a los que el tren dejó olvidados
en medio de la noche tan llena de amargura.
A todos ellos tuvo entre sus brazos
entre sus piernas solitarias,
muy dentro de sus medias,
al final del corpiño, donde la luz es grande.
Los tuvo sobre el beso, sobre el pubis,
junto a su cuello de algodón tostado.
A todos poseyó,
y nunca por amor, ni por dinero,
sino por compartir el pan redondo de la risa
y el migajón de la ternura.
Ahora es la vieja del recuerdo
y cría cabras en isla Perejil.
Aquel cordón de seda verde,
que sus amantes
varias vueltas liaban en su talle,
hoy es cuerda que con el cubo va al aljibe,
buscando agua fresca,
cuando la soledad se le acurruca
como un perro en la niña de sus ojos.


***

samedi 28 mars 2009

+ POETAS ESPAÑOLES (Carmen Conde)

***

Poeta, novelista y ensayista española (Cartagena, 1907 – Madrid, 1996).
Su infancia transcurrió en Melilla. Estudió Magisterio y se tituló como Licenciada en Filosofía y Letras.

Como Florentina del Mar firmó varios libros de prosa y de literatura infantil.

Fue la primera mujer española en acceder a un puesto en la Real Academia Española.

Entre los premios obtenidos, se destacan:

Premio de Novela Elisenda de Moncada 1953,
Premio Internacional de Poesía Simón Bolívar 1957,
Premio Doncelen 1960,
Premio Nacional de Literatura 1967.

Su obra poética:

Antolología titulada Obra poética, con obras de 1929-1966.
Publicaciones Brocal , Poemas a María, Corrosión, La noche oscura del cuerpo, En la tierra de nadie , Los poemas del mar Menor, A este lado de la eternidad, Cancionero de la enamorada, El tiempo es un río lentísimo de fuego.

Algunos poemas suyos son:

AUNQUE TE DIGA NO, EMPÉÑATE EN SÍ...

Aunque te diga No, empéñate en Sí,
y si te empujo, procura tú vencerme.
Así que te rechace de mi vida
azotará mi espíritu el perderte.
¡Intuyo que una hoguera tan perfecta
nunca nadie podría ya encenderme...!
Y es duro y es cruel que yo batalle
quitándote de mí. Resueltamente
cortándome de ti, para librarme
de este sordo luchar en que me vences.

Sólo pienso en ti. Repito tu presencia
en un continuado nacer de tus palabras.
Imágenes que son imágenes ya fijas
de tanto recordarlas me turban y enloquecen.
Te veo como un día que fuiste una brevísima
criatura sorprendida por labios repentinos.
Te veo en alta noche, temiendo que tus ojos
mintieran por amor que era yo la que buscabas.

Oh, cómo te contemplo, oh, cómo te persigo;
das vueltas en el aire en rueda que no para!
Yo sólo pienso en ti. Te odio. Te deseo.
Libértame de verte en todo lo que miro;
auséntame de ti, martirizante imagen,
¡que te ven en mis ojos anhelantes, los ciegos!
Tus ojos son las fuentes donde beben los tigres,
que cuando tienen sed no respetan las selvas;
y arrancan, mientras rugen, esas flores sencillas
que entre el romero mueven su poderoso olor.

A tus ojos se vuelcan las entrañas del monte,
y por nacer en ellas, oh, líquido delgado,
consienten que las lenguas vellosas de las fieras,
lamiéndolos con furia, sequen ríos de ojos.

Tanto como el romero florido, cuyo aceite
persistirá en la piel de los fieros sedientos,
huelen cortas raíces y esbeltos anticipos
de las flores oscuras del secreto deseo...

La luna se deshoja como un ave en tu agua.
A los tigres con celo esa luz los persigue
como loco fantasma de una caza suprema
que en el río, tus ojos, es posible alcanzar.

Tengo frío ante ti. Porque fuentes tan frías
no se encienden sin ángel que su calor otorgue.
Y ese ángel que a ti, a tus charcas bajara,
no lo oigo cantar ni lo siento fluir.

¡Ah, tus tigres con sed! Déjalos que nos beban,
y cuando ya mi boca reseca se deshaga,
suéltalos sobre mí, no detengas su ataque:
¡para tus fieras tengo una cierva en mi cuerpo!

Dejarte perder me duele, porque duele en la tierra
que una raíz se seque sin romperse en el tallo
y alumbrar en la flor, para que el aire sepa
lo que la tierra sabe, porque tuvo raíces.

Resignarme a que fluyas por otros cauces, me duele;
porque yo soy un cauce del grueso de tu fuente.
Y para correr en otros tendrás que derramarlos
o que volcarte hondo, rompiéndolos por dentro.

Es que soy tu medida, es que ninguna tierra
será capaz de darte lo que yo te daría,
si en lugar de negarme a que germines, corras,
yo te hiciera mi agua, calentara tu grano.

¡Qué delirio de fuerza que se opone a tu empuje;
qué frenética para que no quiere cedérsete!


DOMINIO

Necesito tener el alma mansa
como una triste fiera dominada,
complacerle con púas la tersura
de su piel deslumbrada en mansedumbre.

Es preciso domarla, que su fiebre
no me tiemble en la sangre ni un minuto.
Que la aneguen los fuegos del aceite
más espeso de horror, y que resista.

¡Oh, mi alma suave y sometida,
dulce fiera encerrándose en mi cuerpo!
Rayos, gritos, helor, y hasta personas
acuciándola a salir. Y ella, oscura.

Yo te pido, amor, que me permitas
acabar con mi tigre encarcelado.
Para darte (y librarme de esta furia),
una quieta fragancia inmarchitable.


HALLAZGO

Desnuda y adherida a tu desnudez.
Mis pechos como hielos recién cortados,
en el agua plana de tu pecho.
Mis hombros abiertos bajo tus hombros.
Y tú, flotante en mi desnudez.
Alzaré los brazos y sostendré tu aire.
Podrás desceñir mi sueño
porque el cielo descansará en mi frente.
Afluentes de tus ríos serán mis ríos.
Navegaremos juntos, tú serás mi vela,
y yo te llevaré por mares escondidos.
¡Qué suprema efusión de geografías!
Tus manos sobre mis manos.
Tus ojos, aves de mi árbol,
en la yerba de mi cabeza.


AUSENCIA DEL AMANTE

He vuelto por el camino sin hierba.
Voy al río en busca de mi sombra.
Qué soledad sellada de luna fría.
Qué soledad de agua sin sirenas rojas.
Qué soledad de pinos ácidos errantes...
Voy a recoger mis ojos
abandonados en la orilla.


CONFUSIÓN

Ahora empezarás, mi vida,
a no dejarme vivir.
A que los días y sus noches sólo sean
el ahogo feroz de tu encuentro.
De tu incorporación a mí,
de tu revestimiento de mí.
A que mi sangre no sepa detenerse sola,
y se arroje a la tuya, a ti,
con la furiosa alegría de amarte,
del éxtasis de saberse tuya;
y de la angustia,
del tremendo milagro oscuro
¡que es pertenecerte!

Ahora sí; ahora.
Cuando no me busca nadie, ni yo busco.
Porque tu voz llena de altos ecos la tierra,
y tu olor los jardines más sombríos,
y de tu pecho caen las campanas de mis deseos
de ti, de mí que por ti me recobro
y aprendo, vida mía, alma mía, amor,
que es verdad que soy de carne,
que es verdad que duelo,
y gozo, y sufro, y grito
porque soy tuya.

¡Momento agotado del mundo,
éste en que te sé lejos de mí!

Apúralo todo, regresa a nuestro abismo
y déjame en ti sumida,
fuerza que se te dio sin lágrimas
de rebeldía; aunque con llanto de violencia
por verse tuya,
yo que no era de nadie,
¡ni siquiera mía nunca!,
esclava tuya, entregada tuya, amante.


ENTREGA

Guardaré mi voz en un pozo de lumbre
y será crepúsculo toda la vida.
Ya girarán más leves los cuchillos
porque no encontrarán dónde herirme.
Erguida de rocíos negros,
para ti cantaré.
¡Que no me busquen los sin vista,
que no me llamen los ahogados,
que no me sientan los que huyo!
A mi soledad de reflejos,
amor,
sólo tú.


NO SÉ SI ERES VERDAD…

No sé si eres verdad cuando pareces
una forma posible en mi presencia;
posible de cogerte, de tomarte,
bebiéndome tu ser como un deseo.

Te tuve yo conmigo en largos sueños,
hiciste para mí hondos viajes.
La nave de tu voz se hundió conmigo
en mar del que no salvan ni los ángeles.

¡Qué enorme es el naufragio de tu cuerpo
pensándotelo yo, la ahogada tuya!
¡Qué espeso es el murmullo de tu boca
pegándose al ahogo de mi pecho!
Acaso no eres tú quien vino y dijo...
¿Conozco la distancia entre tus venas?
¡Soy niebla para ti, soy pasajera,
fantasma de tus ojos habitados!

Abierto quedará para que vengas
y pises sus arenas de milagro,
un camino de amor nunca vivido
que pudo ser tu patria o tu destierro.


YO NO TE PREGUNTO ADÓNDE ME LLEVAS

Yo no te pregunto adónde me llevas.
Ni por qué.
Ni para qué.
¿Tú quieres caminar?, pues yo te sigo.

Llevo luceros, luceros, en la mano derecha. Y llevo estrellas,
estrellas, en la mano izquierda.
Dime, hombre de todas las noches de luna, ¿qué mano va a
besarme?

¿Por qué me has quitado tus manos, tanto y tan bien como
acariciaban mi frente?
Para que me quisieras otra vez, te regalaría un collar de
islas, un sistema nervioso de horizontes.
¡Me abriría, para ti, todas las mañanas en tus labios!

Yo soy más fuerte que tú, porque me apoyo en ti.

¡Asómate a mí, que soy una torre!
¡Asómate a mí: soy aquella palmera de tu huerto, que latía
contigo!
¡Echa al aire mis campanas y mis palmas!
Yo soy tu panorama.


***

vendredi 27 mars 2009

+ POETAS ESPAÑOLES (Ernestina de Champourcín)

***

Poetisa nacida en Vitoria, Álava, en 1905.

Su infancia transcurrió en Madrid, en donde cursó sus estudios.

Se inició en la poesía y contrajo matrimonio con Juan José Domenchina, poeta también y secretario durante la guerra del presidente Manuel Azaña.

Fue discípula de Juan Ramón Jiménez y estuvo unida por estilo y amistad a los poetas de la Generación del 27.

Mencionaremos de su obra:

En silencio, 1926
Ahora, 1928
La voz en el tiempo, 1931
Cántico inútil, 1936.

En 1939 partió a México donde publicó:

Poemas del ser y del estar, 1972,
Huyeron todas las islas, 1988
Del vacío y sus dones, 1993
Presencia del Pasado, 1996.

Sólo a partir de 1989 se inició el reconocimiento de su obra, con galardones tan importantes como:

Premio Euskadi de Poesía
Premio Mujer Progresista
Nominación al Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1992
Medalla al Mérito Artístico del Ayuntamiento de Madrid en 1997.


Murió en Madrid en marzo de 1999, a la edad de 94 años.

He aquí una muestra de sus poemas:

ENTREGA

Iré a tus manos, limpia, indemne, sin memoria,
renacida de ti y ajena a lo tuyo,
iré a tus manos casta,
desnuda de tus besos.
Sentirás al ceñirme que una rosa de nieve
insinúa en tus palmas su gélida caricia.
Seré para tu cuerpo el lino apaciguante
que sana y que perdona.
¡Deja que vaya en ti más allá de lo mío,
que abandone mi ser por la gloria del tuyo!
¡Aunque me huyas siempre,
iré a tus manos, muerta!


LA VOZ DEL VIENTO

Búscame en ti. La flecha de mi vida
ha clavado sus rumbos en tu pecho
y esquivo entre tus brazos el acecho
de las cien rutas que mi paso olvida.
Despójame del ansia desmedida
que abrasaba mi espíritu en barbecho.
El roce de tus manos ha deshecho
la audacia de mi frente envanecida.
Navegaré en tus pulsos. Dicha inerte
del silencio total. Ávida muerte
donde renacen, tuyos, mis sentidos.
Ahoga entre tus labios mi tristeza,
y esta inquietud punzante que ya empieza
a taladrar mi sien con sus latidos.


LOS ÁRBOLES CONTIGO...

¡Los árboles contigo!
Masas de hojas verdes traspasadas de luz
y mi nombre allá lejos,
murmurando allá lejos
a la orilla del mar por voces que no saben
qué página de un libro
me estalla entre los labios.


AMOR

Puliré mi belleza con los garfios del viento.
Seré tuya sin forma, hecha polvo de aire,
diluida en un cielo de planos invisibles.
Para ti quiero, amado, la posesión sin cuerpo,
el delirio gozoso de sentir que tu abrazo
solo ciñe rosales de pura eternidad.
Nunca podrás tenerme sin abrir tu deseo
sobre la desnudez que sella lo inefable,
ni encontrarás mis labios
mientras algo concreto enraíce tu amor...
¡Que tus manos inútiles acaricien estrellas!
No entorpezcan besándome la fuga de mi cuerpo.
¡Seré tuya en la piel hecha fuego de sol.


NO FUE PARA MÍ...

No fue para mí...
Ya lo suponía.
Pero sé engañarme
tan bien con mentiras
y jugar al juego
de la falsa dicha,
que a veces me olvido
-ya ves si soy niña-
que estaba jugando
a que me querías.


TE ESPERARÉ APOYADA EN LA CURVA DEL CIELO

Te esperaré apoyada en la curva del cielo
y todas las estrellas abrirán para verte
sus ojos conmovidos.
Te esperaré desnuda.
Seis túnicas de luz resbalando ante ti
deshojarán el ámbar moreno de mis hombros.
Nadie podrá mirarme sin que azote sus párpados
un látigo de niebla.
Sólo tú lograrás ceñir en tus pupilas
mi sien alucinada
y mis manos que ofrecen su cáliz entreabierto
a todo lo inasible.
Te esperaré encendida.
Mi antorcha despejando la noche de tus labios
libertará por fin tu esencia creadora.
¡Ven a fundirte en mí!
El agua de mis besos, ungiéndote, dirá
tu verdadero nombre.


AMBICIÓN

¡Quisiera ser viento!
Ráfaga tendida
que arrastra en su beso
el polvo y la nube,
la rosa, el lucero...
-No brisa apacible
que finge despechos
y siembra caricias-.
Yo quiero ser fuego,
volcán de aire rojo
que incendie el secreto
de todas las ramas
y todos los pechos;
aquilón desnudo,
huracán de acero,
fragua donde forjan
su actitud los cuerpos.
¡Cuando voy a ti,
quisiera ser viento
para arrebatarte
más allá del cielo!


NECESITO TU AMOR

Necesito tu amor. Dámelo un día,
aunque sea muy cerca de la muerte.
Dios dudará dónde está el cielo al verte
brizando con tus besos mi agonía.

Olvidaré mi angustia y la porfía
de los que me vejaron por quererte.
He de vivir hasta el final la suerte
que en ti puso mi pena y mi alegría.

Cuando mi boca ya no se estremezca
bajo tus labios, y la noche crezca
nublando la tersura de mi frente,

prolonga aún la gloria de tu abrazo.
¡Quisiera eternizar el firme lazo
que estrechan tus caricias lentamente!


***

jeudi 26 mars 2009

+ POETAS ESPAÑOLES (Concha Méndez)

***

Presentamos hoy al lector la estampa de una mujer singular que rompió tabúes con su conducta social en su época.

Nacida en Madrid en 1898, se educó en un colegio francés cuya influencia se observó en sus primeros versos.

Veraneando en San Sebastián, con 19 años, conoce a Luis Buñuel, y, durante cinco años, serán novios. Ese noviazgo, y la amistad con Alberti y Lorca, la unirán al grupo Generación del 27.

Viaja por varios paises, destacando Inglaterra y Argentina. Conoce a Manuel Altolaguirre en 1931, un año más tarde se casan y viven, de 1933 a 1935, en Londres, donde nace su hija Paloma.

Junto con su marido contribuye a la difusión de la obra del grupo Generación del 27, editando colecciones de poesías y revistas como Poesía, Héroe, 1616, y Caballo verde para la poesía.

Se exilian tras la guerra civil a París, y La Habana, aquí hasta 1943. Un año después llegan a México donde se separan. Muere en México en 1986.

Obras:

La caña y el tabaco (Inédita)
Inquietudes, 1926
Surtidor, 1928
El ángel cartero, 1929
Canciones de mar y tierra, 1930
El personaje presentido, 1931
Vida a vida, 1932
Ha corrido una estrella, 1933-1935, 1935
El pez engañado, 1933-1935, 1935
El carbón y la rosa, 1935
Niño y sombras, 1936
Prólogo de El solitario (El nacimiento), 1938
Lluvias enlazadas, 1939.


Muestra de algunos de sus poemas:

ERAN VERDES COMO UN MAR...

Eran verdes como un mar,
con reflejos de alto cielo.
-¡Qué bien sabían mirar!-
unos ojos que recuerdo.

En la penumbra lucían
con una luz de misterio,
como dos claros abismos
abiertos a mil deseos.

Muchas horas tuve cerca
los ojos verdes aquellos,
que implorantes me miraban
¡y yo hacia por no verlos!

Y hoy que mirarlos quisiera,
están tan lejos..., ¡tan lejos!


LA RISA

Alguien dijo que «la risa
es la gran enterradora».
Algo se me está enterrando
porque río a todas horas.


LOS BRAZOS QUE TE HAN LLEVADO...

Los brazos que te han llevado,
no te dejan escapar
para volver a mi lado.

Nos separa un ancho mar
de difíciles tormentas,
y náufrago has de llegar,
si es que vuelves a mi puerta,
para quererte salvar.

Brazos que te sujetaron
para alejarte de mí,
¡a mí sí que me salvaron!...

Cuando ya no sepa de ti
¡qué bien estaré en la vida!,
cuando ya no sepa de ti.

Cuando no vuelvas a verme
y mis horas sean mías
y yo vuelva a ser quien era
lejos de tu compañía:

Cuando no te vean mis ojos,
¡qué bien me sabrá la vida!
No faltará quien se alegre...
Unos, porque no me quieran,
y alguna porque me quiere...

Tan sola no me has dejado,
que estoy conmigo y me basta
-igual que siempre lo he estado...


NI ME ENTIENDO NI ME ENTIENDEN...

Ni me entiendo ni me entienden;
ni me sirve alma ni sangre;
lo que veo con mis ojos
no lo quiero para nadie.

Todo es extraño a mí misma,
hasta la luz, hasta el aire,
porque ni acierto a mirarla;
ni sé cómo respirarle.

Y si miro hacia la sombra
donde la luz se deshace,
temo también deshacerme
y entre la sombra quedarme
confundida para siempre
en ese misterio grande.


VEN A MÍ QUE VAS HERIDO...

Ven a mí que vas herido
que en este lecho de sueños
podrás descansar conmigo.

Ven, que ya es la media noche
y no hay reloj del olvido
que sus campanadas vierta
en mi pecho dolorido.


***