LA COMA (A LORENZO)
¿ABAJO LA PUTA ORTOGRAFÍA? Entiendo que no.
La culpa del peligro que corrió por unos instantes aquella incipiente amistad, nacida de aficiones y sentimientos compartidos por la escritura creativa, la tuvo UNA COMA.
La culpa la tuvo una coma, sí, una coma. Les cuento.
Hice a mi amigo Lorenzo un comentario y le dije, entre otras cosas, que cuando le leía no podía evitar acordarme de Charles Bukowski, escritor americano de relatos más que eróticos, en la creencia de que — aunque el que escribe no quiere parecerse a nadie — el despertar una inclinación en el que te lee de comparación con un escritor reconocido mundialmente, debe ser motivo de orgullo aunque sea disimulado.
Pues, no. Mi amigo me contestó, ¡atención!:
Yo no he leído nada de ese tipo, PEDAZO DE HIJO DE PUTA.
Alguien con el que tienes afinidades literarias, con el que te encuentras a menudo en la web TR, al que dedicas tiempo en leer sus textos, esfuerzo en comentarlos, va y te dice: PEDAZO DE HIJO DE PUTA.
Bueno, a ver, leeré de nuevo. Sí, el hijo de puta soy yo. Pues no, yo no soy un hijo de puta, Lorenzo. No por mí, que acaso lo merezca, sino por mi madre, que no era una puta, lo juro. Y si lo hubiese sido sería lo mismo. Decirle a alguien en las condiciones explicadas ‘pedazo de hijo de puta’ es gordo. No hijo de puta, sino PEDAZO de hijo de puta. Eso es un insulto.
Con lo fácil y comprensible que hubiese sido que Lorenzo hubiese escrito:
Yo no he leído nada de ese tipo pedazo de hijo de puta.
(Sin coma, Lorenzo, sin coma).
Cuando le he quitado la coma, he vuelto a leer y un profundo suspiro de alivio ha inundado la habitación en que me encontraba y he advertido que era más feliz. A renglón seguido me he dicho: ¡No soy un hijo de puta! ¡Lorenzo tampoco es un hijo de puta! Lorenzo es una buena persona, pues me ha pedido disculpas por activa y por pasiva, lo cual le honra.
Pero algo no me dejaba tranquilo. Entonces — me dije — el hijo de puta es Bukowski, Charles Bukowski, norteamericano. Eso es. Pues no, no estoy de acuerdo con Lorenzo. Ese Bukowski no fue tampoco, como no somos Lorenzo o yo, un pedazo de hijo de puta. Fue alguien que escribió y tuvo éxito entre sus contemporáneos, que tenía una afición como la nuestra, que sufrió y se alegró con ella y que gustaba a un sector de lectores y que seguramente no le agradaba que le compararan con otros escritores, como le ocurre a Lorenzo, en eso sí estoy de acuerdo con Lorenzo.
Y me acordé de una historia antigua, leída hace tiempo en algún lugar, que demuestra claramente al igual que el incidente tonto con Lorenzo, que UNA COMA no tiene que ver solamente con la capacidad pulmonar para leer un texto de corrido y evitar al lector que llegue a ese tono azulado que se le pone a uno en el rostro cuando no puede respirar, no: UNA COMA sirve para algo más.
Cuenta la historia antigua que un joven guerrero fue llamado a luchar en las guerras griegas para defender a su pueblo. Ante la idea de perecer en combate, con un pánico incontenible, decidió consultar al Oráculo para saber su suerte en la batalla y ante la pregunta crucial, el Oráculo entregó un escrito con la siguiente respuesta:
IRÁS REGRESARÁS NUNCA PERECERÁS.
Considerablemente más tranquilo, el joven fue a la guerra dispuesto a luchar y volver triunfante. A poco de empezar la pelea, le mataron.
¿Qué ocurrió? El Oráculo omitió accidentalmente el uso de LAS COMAS y, aun cuando su respuesta fue correcta, su predicción exacta era…
IRÁS, REGRESARÁS NUNCA, PERECERÁS.
¡Lorenzo, seguiré leyendo tus textos y comentándolos, pero sé más cuidadoso con las comas, por favor! ¡Te lo pido por favor!
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LITERATURA Y AJEDREZ
A pesar de lo antiguo que es el juego del ajedrez todavía hay personas que discrepan al opinar acerca de él y no terminan de ponerse de acuerdo sobre si es un juego sin más, una ciencia, un deporte, un juego de estrategia, una técnica educativa, un ejercicio de concentración y razonamiento o todas estas cosas unidas.
Se originó en la India y se estudió profundamente por los árabes, escribiendo éstos varios tratados. En España, el rey Alfonso X, el Sabio, tradujo tratados de ajedrez y a su vez escribió su Libro de Ajedrez. De todos es conocida la maestría secular con que se desenvuelven los países miembros de la desaparecida U.R.S.S. en este juego y continúan haciéndolo a la fecha. Antes y ahora en esos países se enseñaba y enseña el ajedrez en las escuelas como una asignatura más.
Los estudiantes de matemáticas conocen desde el inicio de sus estudios las propiedades de las progresiones geométricas y recordarán el ejemplo de que se servían nuestros profesores de la materia para hacernos ver en toda su dimensión la magia de las 64 casillas del tablero. Y seguro que les relataron que el rey Sehram concedió al inventor del juego, Sessa Ebn Daher, elegir el premio que apeteciera. Éste se limitó a pedir que se le otorgaran tantos granos de trigo como resultasen de colocar 1 grano en la primera casilla, 2 en la segunda, 4 en la tercera, y así sucesivamente hasta llegar a la número 64, esto es, doblando siempre el número de granos de la casilla anterior. La petición no pudo ser atendida ya que se hubiese necesitado disponer del trigo almacenado por todos los graneros del mundo en varios miles de años. Por curiosidad, la cifra resultante es de 183446.7442073.7091551.615 granos de trigo.
Del ajedrez se han servido o sirven los profesionales de este juego, los aficionados, muchas escuelas, los profesores de matemáticas y también — ¿cómo no? — los escritores de novelas y relatos. Y esto es lo que nos interesa. Ha habido escritores, algunos muy conocidos, que utilizaron el juego del ajedrez y sus reglas como trama en algunas de sus novelas, aunque en pocas verdaderamente. Hemos escogido los siguientes:
Vladimir Nabokov y ‘La defensa’. La novela ha sido llevada al cine con el título de La defensa Luzhin. Se trata de la vida del gran maestro de ajedrez Alexander Luzhin, que se prepara para enfrentarse al italiano Turati. Alexander pertenece a la categoría de jugador chiflado: un prodigio en el tablero y un despistado fuera de él. Se nos cuenta su infancia y su pasión por el ajedrez y el perfil sicológico del jugador de este juego. Se entra incluso en la descripción de jugadas. La trama de la novela está hábilmente manejada por este maestro ruso de las letras. Es conocido por su creación de problemas de ajedrez.
Nabokov nació en San Petersburgo pero adquirió fama literaria con su primera novela, Lolita, escrita en inglés. Esta novela ha sido llevada al cine en distintas versiones. En su familia se hablaba ruso, inglés y francés desde que él era un niño.
Este escritor es además un afamado crítico literario y un notorio traductor (ha traducido los cuatro volúmenes del Eugene Onegin, de Aleksandr Pushkin).
Obras suyas son asimismo Pálido fuego; El hechicero; Pnin; La verdadera vida de Sebastian Knight y otras.
Cuando hablamos de las obras de Nabokov lo hacemos de obras maestras de la literatura universal. Es cuando menos chocante que un autor ruso sea uno de los mejores escritores en lengua inglesa. Para mí siempre es una delicia tener entre las manos una novela de Nabokov y disfrutar con su lectura.
Arturo Pérez Reverte y ‘La tabla de Flandes’. Novelista y periodista español. Es académico de la Real Academia Española de la Lengua. Ejerció como reportero de guerra durante más de veinte años y reportero de los Servicios Informativos de TVE durante nueve.
En La tabla de Flandes, novela histórica, llevada al cine, tiene una destacada presencia una partida de ajedrez, que se muestra en una obra de un viejo pintor flamenco del siglo XV, que contiene la clave de un secreto que pudo cambiar la historia de Europa. Una restauradora de arte, un viejo anticuario y un excéntrico jugador de ajedrez se ven obligados a unir sus fuerzas para tratar de resolver el enigma que rodea al cuadro y a la partida de ajedrez que se juega en él. La historia está llevada con gran maestría y suspense hasta el final.
Pérez Reverte nos deleitó con otras novelas, hasta un total de dieciséis, y numerosos artículos. Algunas de sus restantes obras son: El maestro de esgrima, El Club Dumas, también llevadas al cine (esta última con el nombre de La novena puerta, por Roman Polanski) y la serie de novelas basadas en El capitán Alatriste, también llevada a la gran pantalla, y Territorio Comanche. Podemos mencionar finalmente, entre otras, Cachito, La piel del tambor, El pintor de batallas, etc.
Está en posesión de numerosos premios y distinciones, entre ellos un premio Goya por un guión adaptado de una de sus obras.
Jorge Luis Borges y ‘Ajedrez’. Impone verdadero respeto acercarse aunque sea de puntillas a la grandiosa figura de este argentino ilustre, una de las glorias de las letras en el idioma español, máximo exponente literario del siglo XX, que vivió 87 años entre nosotros. Ha sido cuentista, ensayista y poeta de talla universal y un intelectual de primer orden. Algún día le haré un sentido homenaje y mostraré desde mis modestos conocimientos qué aspectos, que son muchos, me han impresionado siempre en él. Por ejemplo, disfrutaré ligando Borges y Buenos Aires, yo que soy tan proclive a este tipo de matrimonios indisolubles.
Pero nos ha traído aquí el binomio escritor-ajedrez. En Borges ese binomio está presente en su poema Ajedrez, profundo, como todo lo que ha escrito Borges, que dice así:
I
En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.
Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.
Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.
ciertamente no habrá cesado el rito.
En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.
II
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.
No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.
También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?
En el año 1979 le fue concedido el Premio Cervantes y, antes y después, otros muchos galardones, pero no le fue otorgado el Nobel de Literatura, injustamente a mi modo de ver.
Como cuentista quizás su obra más conocida sea Aleph, además de Ficciones. En poesía podemos mencionar El hacedor, El oro de los tigres y El libro de arena. Su trabajo en el campo del ensayo fue notable. Y fue, además, un destacado traductor. Tradujo, entre otros textos, obras de Edgar Allan Poe, Franz Kafka, Herman Hesse, Ruyard Kipling, Herman Melville, André Gide, William Faulkner, Walt Whitman, Virginia Woolf y G. K. Chesterton.
No quiero dejar de referirme a una anécdota que viví con un amigo a propósito del cuento corto de Borges La muerte y la brújula. Mi amigo mantenía — y sigue manteniendo — que la trama del cuento tiene que mucho que ver con una partida de ajedrez jugada por la policía en toda la ciudad, en tanto que yo sostenía que se trata simplemente — ¿digo simplemente? — de un cuento detectivesco-filosófico, muy en la línea de los principios confesados por Borges a lo largo de su vida, muy difícil de comprender.
Stefan Zweig y ‘Novela de ajedrez’. Escritor austriaco de novelas, cuentos y biografías. Fue muy popular en la década 1920-1930. Nació en Viena en el seno de una familia judía acomodada. Se doctoró en filosofía en la Universidad de Viena. Fue un intelectual comprometido frente a las doctrinas nacionalistas imperantes en la época.
Novela de ajedrez es quizás su novela más famosa. Durante su desarrollo tiene lugar una partida de ajedrez entre Mirko, quien sin capacidad para cualquier otra actividad intelectual, se reveló ya desde niño como un genio del ajedrez, habiendo llegado a ser campeón del mundo. En un viaje a Buenos Aires en barco conoce a un noble vienés, su contrincante en el juego, que huye de los nazis. El autor nos presenta el choque de dos naturalezas antagónicas y también la capacidad del ser humano sometido a una presión de nivel extraordinario. Unos hechos contados magistralmente y de forma intrigante.
Zweig escribió obras de teatro y poesía e hizo traducciones de autores conocidos, pero fue más prolífico en el género de la novela. Podemos citar entre éstas, además de Novela de ajedrez, las siguientes biografías y novelas: María Estuardo; María Antonieta; Erasmo; La historia de Magallanes; Tres maestros: Balzac, Dickens, Dostoievski; Momentos estelares de la humanidad; La lucha contra el demonio; Veinticuatro horas en la vida de una mujer; etc.
(continuará)
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