mercredi 27 août 2008

+ DURRELL y ALEJANDRÍA

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Si hay alguien que ha establecido una relación erótica con una ciudad y la ha hecho verdadera protagonista de su novela, ése ha sido Durrell. La ciudad: Alejandría. Fue fundada hace más de veinticuatro siglos por Alejandro Magno.

Escritor británico que desarrolló misiones diplomáticas en Grecia, Chipre y Egipto, es bien conocido por su obra más popular, El cuarteto de Alejandría, compuesta por cuatro novelas: Justine, Baltazhar, Mountolive y Clea. La trama se lleva a cabo en Alejandría antes y después de la II guerra mundial, con localizaciones exóticas de la ciudad y sus alrededores. Los personajes de esta tetralogía no tendrían sentido fuera de Alejandría, tierra melancólica y calurosa, ciudad de cafés y minaretes, encuentro de culturas milenarias, evocadora del centro del saber en la antigüedad.

Alejandría y Durrell. Lawrence Durrell y la ciudad de Alejandría.

En esencia, ¿qué es esa ciudad, la nuestra? ¿Qué resume la palabra Alejandría? Evoco enseguida innumerables calles donde se arremolina el polvo. Hoy es de las moscas y los mendigos, y entre ambas especies de todos aquellos que llevan una existencia vicaria.

Cinco razas, cinco lenguas, una docena de religiones; el reflejo de cinco flotas en el agua grasienta, más allá de la escollera. Pero hay más de cinco sexos y sólo el griego del pueblo parece capaz de distinguirlos. La mercadería sexual al alcance de la mano es desconcertante por su variedad y profusión. Es imposible confundir a Alejandría con un lugar placentero. Los amantes simbólicos del mundo helénico son sustituidos por algo distinto, algo sutilmente andrógino, vuelto sobre sí mismo. Oriente no puede disfrutar de la dulce anarquía del cuerpo, pero ha ido más allá del cuerpo. Nessim dijo una vez, recuerdo —y creo que lo había leído en alguna parte—, que Alejandría es el más grande lagar del amor; escapan de él los enfermos, los solitarios, los profetas, es decir, todos los que han sido profundamente heridos en su sexo.
(Justine).

En las páginas de Justine asistimos de forma permanente a la exaltación del amor por la ciudad, a la que dedica el escritor piropos como si de una bella mujer se tratase:

Notas para un paisaje… Largas modulaciones de color. Luz que se filtra a través de la esencia de los limones. Polvo amarillo suspendido en el aire fragante, y el color del pavimento caliente recién regado. Nubes livianas, al ras del suelo, que sin embargo rara vez traen lluvia. Sobre ese fondo se proyectan rojos y verdes polvorientos, malva pastel y un carmesí profundo y diluido. En verano la humedad del mar da una leve pátina al aire. Todo parece cubierto por un manto de goma.

Y luego, en otoño, el aire seco y vibrante, cargado de áspera electricidad estática, que inflama el cuerpo bajo la ropa liviana. La carne despierta, siente los barrotes de su prisión.

Y continúa:

En la gran calma de esas tardes de invierno hay un reloj: el mar. Su palpitación confusa que se prolonga en la mente es la fuga sobre la cual se compone este relato. Vacías cadencias de las olas que lamen sus propias heridas, hoscas en las bocas del delta, bullentes en las playas desiertas, vacías, eternamente vacías bajo el vuelo de las gaviotas: garabatos blancos sobre el gris, masticados por las nubes. Si una vela se acerca hasta aquí, muere antes de que la tierra la cubra con su sombra. ¡Despojos barridos hasta los frontones de las islas, último vestigio carcomido por la intemperie, plantado en la vejiga azul del agua… desaparecido!

Las referencias a la ciudad son tan permanentes en la tetralogía —véanse los dos pequeños párrafos de otras obras que siguen— que no desmerecen en absoluto si leemos versos que el poeta griego Constantinos P. Cavafis, nacido en Alejandría, dedica a la ciudad y que Durrell se permite traducir y transcribir al término de su novela Justine, que figuran al final de este artículo:

En el momento de hundirme en el sueño, oí la voz de mi amigo que me repetía: «¿Qué es lo que le interesa saber?? ¿qué más le interesa saber?». «Tengo que saberlo todo para liberarme por fin de la ciudad», respondí en mi sueño. (Baltazhar).

…una ciudad se convierte en un mundo cuando se ama a uno de sus habitantes. Toda una nueva geografía de Alejandría había nacido a través de Clea, recreando sus antiguos significados, renovando atmósferas semiolvidadas, arrastrando el aluvión multicolor de una nueva historia, una nueva biografía. Recuerdos de viejos cafés a lo largo de la costa en los bronceados plenilunios, los toldos rayados flotando en la brisa marina de la medianoche. Cenas tardías, la luna rielando nuestras copas. A la sombra de un minarete o en alguna franja de arena a la luz trémula de una lámpara de parafina... (Clea).

La ciudad (Cavafis)

Te dices: Me marcharé
a otra tierra, a otro mar,
a una ciudad mucho más bella de lo que ésta
pudo ser o anhelar…
Esta ciudad donde cada paso aprieta el nudo corredizo,
un corazón en un cuerpo enterrado y polvoriento.
¿Cuánto tiempo tendré que quedarme,
confinado en estos tristes arrabales
del pensamiento más vulgar? Dondequiera
que mire
se alzan las negras ruinas de mi vida.
Cuántos años he pasado aquí
derrochando, tirando, sin beneficio alguno…
No hay tierra nueva, amigo, ni mar nuevo,
pues la ciudad te seguirá.
Por las mismas calles andarás
interminablemente,
los mismos suburbios mentales van
de la juventud a la vejez,
y en la misma casa acabarás lleno de canas...
La ciudad es una jaula.
No hay otro lugar, siempre el mismo
puerto terreno, y no hay barco
que te arranque a ti mismo. ¡Ah!
¿No comprendes
que al arruinar tu vida entera
en este sitio, la has malogrado
en cualquier parte de este mundo?
Cuando de pronto a medianoche, oigas
pasar el tropel invisible, las voces cristalinas,
la música embriagadora de sus coros,
sabrás que la Fortuna te abandona,
que la esperanza
cae, que toda una vida de deseos
se deshace en humo. ¡Ah, no sufras
por algo que ya excede el desengaño!
Como un hombre desde hace tiempo preparado,
saluda con valor a Alejandría que se marcha.
Y no te engañes, no digas
que era un sueño, que tus oídos te confunden,
quedan las súplicas y las lamentaciones
para los cobardes,
deja volar las vanas esperanzas,
y como un hombre desde hace tiempo
preparado,
deliberadamente, con un orgullo
y una resignación
dignos de ti y de la ciudad
asómate a la ventana abierta
para beber, más allá del desengaño,
la última embriaguez de ese tropel divino,
y saluda, saluda a Alejandría que se marcha.

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lundi 18 août 2008

+ DOSTOIEVSKI y PETERSBURGO

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El Adolescente, El idiota, Crimen y Castigo, Noches blancas, Los hermanos Karamazov,…, novelas de Fiodor Dostoievski como sabemos.

Entresacamos párrafos de algunas de sus obras, en letra cursiva (de cuyos lugares he hecho aclaraciones entre paréntesis):

De El Adolescente:

Ahora, por el contrario, vivían todos juntos, en un pabellón de madera de una callejuela del Semenovski Polk. (El barrio de los cuarteles del Regimiento de la Guardia Semenovski).

Yo, mon cher , yo no tenía más que once años cuando mi preceptor me hacía observar que miraba demasiado de cerca las estatuas del Jardín de Verano. (Es un paseo célebre al borde del río Neva, adornado con jarrones y estatuas).

Era preciso ir a Petersburgskaia storona, pero yo no sentí ningún cansancio. (Literalmente, el lago de Petersburgo, barrio construido en una isla del Neva, más allá de la ciudadela de Pedro y Pablo).

De Noches Blancas:

Durante tres días enteros recorrí la ciudad dominado por una profunda angustia, sin darme clara cuenta de lo que me pasaba. Fui a la perspectiva Nevski, fui a los jardines, me paseé por los muelles;…

Estuve a punto de trabar amistad con un anciano a quien encontraba todos los días a la misma hora en la Fontanka.



Así, pues, lector, ya ves de qué manera conozco todo Petersburgo.

De Los hermanos Karamazov :

Te acordarás del edificio
próximo al puente de las Cadenas.

(Allí había una Comisaría de Policía).

Son numerosas en la novela las citas de la ciudad de Petersburgo.

En Crimen y Castigo elude dar nombres y calles de Petersburgo y en su lugar indica las iniciales:

Una tarde extremadamente calurosa de principios de julio, un joven salió de la reducida habitación que tenía alquilada en la callejuela de S... y, con paso lento e indeciso, se dirigió al puente K... (Anna Grigorievna, esposa de Dostoievski, descodificó todas esas inciales, que corresponden a Petersburgo).

Y así podríamos continuar por muchas de sus restantes obras.

Dostoievski vivió en diecinueve casas diferentes en la ciudad de Petersburgo a lo largo de su vida por lo cual conocía al dedillo su topografía, circunstancia que le permitió describir fielmente el deambular de sus personajes por la ciudad, hasta el extremo de convertir a la ciudad que le vería morir más tarde en cómplice de muchos de los actos realizados por sus protagonistas de ficción.

Dostoievski decía de Petersburgo que era la ciudad más premeditada del mundo, la más inventada, planeada, la más imaginaria, quimérica, fantástica. Para él esta creación de Pedro I, plena de artificialidad, abría un abismo que la separaba del pueblo ruso tradicional.

No fue solamente Dostievski el que indrodujo el tema de la ciudad en la novela europea. Otros autores rusos podrían relacionarse asimismo íntimamente con la ciudad: Alexander Pushkin y Nikolai Gogol, pero analizar las diferentes concepciones que tenían de Petersburgo sería objeto de otro artículo diferente. Gogol mantenía que no podía ser considerada como una ciudad rusa, que parecía una colonia europea, donde lo extranjero se había fundido con lo autóctono. Una ciudad cuya esencia era difícil de captar.

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samedi 16 août 2008

+ BAUDELAIRE y PARÍS

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A la hora de escoger París como capital literaria hemos debido de seleccionar entre una amplia nómina de escritores formada por grandes autores: Balzac, Víctor Hugo, Zola, Proust,…, incluso podría haberme inclinado por Julio Cortázar, porque todos ellos tuvieron que ver con la ciudad en mayor o menor medida, pero finalmente nos hemos decidido por Charles Baudelaire, llamado el poeta maldito, nacido en París en 1821, al que obliga la familia a partir para las Indias y que vuelve a París porque no quiere ser sino escritor. Descubre la obra de Edgar Allan Poe, ese maldito de ultramar, otro incomprendido que se le asemeja, y durante diecisiete años va a dar a conocer su obra y a traducirla.

Con sus poemas aspiraba a escandalizar a la burguesía. Su poesía oscila entre lo sublime y lo diabólico y es muy controvertida. Tuvo una gran influencia en la poesía de los siglos XIX y XX.

Escribe Las flores del mal, flores malsanas, una colección de poemas sublimes que dedica a su maestro y amigo Théophile Gautier, obra que causó una gran polémica y por la que fue procesado por ofensas a la moral pública y las buenas costumbres. Se dictó la orden de suprimir seis de los poemas y se le impuso una multa de trescientos francos. Abrió, sin duda, el camino a la poesía moderna.

Dejemos algunas estrofas sueltas de unos cuantos poemas para poder apreciar su poesía, con su traducción al francés para mejor visualizar la rima:

Madrigal triste
¿Qué me importa que seas discreta?
¡Sé bella! ¡Y sé triste! Las lágrimas
Agregan un encanto al rostro,
Como el río al paisaje;
La tempestad rejuvenece las flores.
Yo te amo sobre todo cuando el júbilo
Desaparece de tu frente abatida;
Cuando tu corazón en el horror se ahoga;
Cuando sobre tu presente se despliega
La nube horrenda del pasado.
...

Madrigal triste
Que m'importe que tu sois sage?
Sois belle! et sois triste! Les pleurs
Ajoutent un charme au visage,
Comme le fleuve au paysage;
L'orage rajeunit les fleurs.
Je t'aime surtout quand la joie
S'enfuit de ton front terrassé;
Quand ton coeur dans l'horreur se noie;
Quand sur ton présent se déploie
Le nuage affreux du passé.
...


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A una Dama criolla
En el país perfumado que el sol acaricia,
Yo he conocido, bajo un dosel de árboles empurpurados
Y palmeras de las que llueve sobre los ojos la pereza,
A una dama criolla de encantos ignorados.
Su tez es pálida; la morena encantadora
Tiene en el cuello un noble amaneramiento;
Alta y esbelta, al marchar como una cazadora,
Su sonrisa es tranquila y sus ojos arrogantes.
...

A une Dame créole
Au pays parfumé que le soleil caresse,
J'ai connu, sous un dais d'arbres tout empourprés
Et de palmiers d'où pleut sur les yeux la paresse,
Une dame créole aux charmes ignorés.
Son teint est pâle et chaud; la brune enchanteresse
A dans le cou des airs noblement maniérés;
Grande et svelte en marchant comme une chasseresse,
Son sourire est tranquille et ses yeux assurés.
...

La hermosa actriz mulata Jeanne Duval se convirtió en la amante más querida de Baudelaire y en la inspiración de algunos de sus más brillantes y discutidos poemas.

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Cuadros parisienses
El sol

A lo largo del viejo faubourg, donde penden en las casuchas
Las persianas, abrigo de secretas lujurias,
Cuando el sol cruel cae con trazos redoblados
Sobre la ciudad y los campos, sobre los techos y los trigales,
Yo acudo a ejercitarme solo en mi fantástica esgrima,
Husmeando en todos los rincones las sorpresas de la rima.
Tropezando sobre las palabras como sobre los adoquines.
Chocando a veces con versos hace tiempo soñados
...
.

Tableaux parisiens
Le Soleil

Le long du vieux faubourg, où pendent aux masures
Les persiennes, abri des sécrètes luxures,
Quand le soleil cruel frappe à traits redoublés
Sur la ville et les champs, sur les toits et les blés,
Je vais m'exercer seul à ma fantasque escrime,
Flairant dans tous les coins les hasards de la rime,
Trébuchant sur les mots comme sur les pavés
Heurtant parfois des vers depuis longtemps rêvés.
...


***

Yo te adoro
Yo te adoro al igual que la bóveda nocturna,
Oh, vaso de tristeza, oh gran taciturna,
Y te amo lo mismo, bella, cuando tú me huyes,
Y cuando me pareces, ornamento de mis noches,
...


Je t’adore
Je t'adore à l'égal de la voûte nocturne,
O vase de tristesse, ô grande taciturne,
Et t'aime d'autant plus, belle, que tu me fuis,
Et que tu me parais, ornement de mes nuits,
...


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vendredi 15 août 2008

+ DOS PASSOS y NEW YORK

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Es a mi juicio el mejor y más despiadado biógrafo que New York y toda América han tenido.

Manhattan Transfer, a la que nos referimos en el artículo del mismo nombre, incluida en el apartado de FRAGMENTOS, en "narrador.es", es la novela de New York. En ella están contenidos la sangre, la carne, el espíritu, los vicios y las miserias de la babilónica ciudad con una perfecta maestría. Abarca toda una generación y la ciudad es la única protagonista, aunque la trama la forman más de un centenar de personajes de todo tipo, fiel reflejo de las gentes de New York.

De la novela se ha dicho, entre otras muchas cosas, que era el panorama del sonido, el olor, el ruido y el alma de New York (Sinclair Lewis, Premio Nobel de Literatura).

Está escrita con una técnica cinematográfica, en la que se entremezclan los personajes que viven en New York y sus circunstancias, sus tragedias, sus pequeños dramas y sus farsas. Consta de tres secciones. Queremos dejar constancia de algunos párrafos que darán una idea aproximada de la composición de la obra:

SECCIÓN PRIMERA

I.
EMBARCADERO.

Tres gaviotas giran sobre las cajas rotas, las cáscaras de naranja, los repollos podridos que flotan entre los tablones astillados de la valla. Las olas verdes espumajean bajo la proa del ferry que, arrastrado por la marea, corta el agua, resbala, atraca lentamente en el embarcadero. Manubrios que dan vueltas con un tintineo de cadenas, compuertas que se levantan, pies que saltan a tierra. Hombres y mujeres entran a empellones en el maloliente túnel de madera, apretujándose y estrujándose como las manzanas al caer del saetín a la prensa.

Hemos llegado a la aduana de Manhattan, estamos ante la gran urbe.

I.
METRÓPOLI.

Babilonia y Nínive eran de ladrillo. Toda Atenas era doradas columnas de mármol. Roma reposaba en anchos arcos de mampostería. En Constantinopla los alminares llamean como enormes cirios en torno al Cuerno de Oro…
Acero, vidrio, baldosas, hormigón serán los materiales de los rascacielos. Apilados en la estrecha isla, edificios de mil ventanas surgirán resplandecientes, pirámide sobre pirámide, blancas nubes sobre la tormenta.


Nos anticipa un flash de la gran ciudad.

III-DÓLARES

Caras a todo lo largo de la batayola; caras en todas las portillas. Asotavento salía un olor rancio del vapor que estaba fondeando en el puerto, un poco escorado, con la bandera amarilla de la cuarentena ondeando en el palo mayor.
—Un millón de dólares daría yo
—dijo el viejo soltando los remos —por saber a qué vienen.
—Por eso mismo, abuelo —dijo el joven sentado a la popa. ¿No es éste el país de la oportunidad?
—Una cosa sé —continuó el viejo—. Y es que cuando yo era un muchacho no venían más qu’irlandeses por primavera, con el primer barco de sábalos… Ya no hay sábalos y esa gente, Dios sabe de dónde vienen.
—Es el país de la oportunidad.

IV-CARRILES
V -RODILLO DE VAPOR


Lentamente nos va introduciendo en la vida económica de las gentes y de la ciudad de New York, en su entramado de vías, en la construcción de carreteras,…, a la par que nos va presentando Dos Passos a los personajes de la novela.

Y termina la TERCERA SECCIÓN, con

I-LA CIUDAD ALEGRE Y CONFIADA

IV-RASCACIELO
V- LA CARGA DE NÍNIVE.

En el artículo La Literatura y las guerras también hablamos del Dos Passos viajero y periodista.

Acudiendo a Manhattan Transfer es ineludible vincular la figura de Dos Passos a New York y llamarle biógrafo de la ciudad. Siempre lo he creído así.

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+ HEMINGWAY y PAMPLONA

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En un monumento existente en un paseo de la ciudad de Pamplona, frente a su Plaza de Toros, puede leerse la siguiente inscripción:

A Ernest Hemingway, Premio Nobel de Literatura, amigo de este pueblo y admirador de sus fiestas, que supo descubrir y propagar. La Ciudad de Pamplona, San Fermín, 1968.

Es el sencillo homenaje que esta ciudad ha tributado a alguien que llegó por vez primera a la ciudad en julio de 1923, recién iniciados los Sanfermines, y que volvería en diferentes ocasiones, la última en 1959 (falleció en 1961), que ya entonces participó activamente en ellas corriendo delante de los toros, que bebió y vivió con los pamplonicas y experimentó realmente la alegría de las fiestas.

En su primera novela de importancia, Fiesta (The sun also rises), escrita tres años después de visitar por primera vez Pamplona, los personajes de la obra se dirigen a esa ciudad y en ella se describe la fiesta con gran detalle. Fue llevada al cine en 1957 y el filme fue dirigido por Henry King.

Es evidente que con sus visitas reiteradas a España, y especialmente a Pamplona, Hemingway contribuyó grandemente a la difusión internacional de los Sanfermines.

Un hijo del escritor, Patrick, ha manifestado que España era para mi padre su segundo país, su país de adopción; le gustaba tanto que estuvo allí incluso durante la dictadura franquista, después de haberse jurado que nunca más podría pisar España.

Hemingway y Pamplona forman un binomio que el paso de los años ha contribuido a fortalecer, de modo tal que Hemingway ha ayudado a propagar el nombre de la ciudad en el mundo e incluso a que en determinados países de habla anglosajona se cambie la perspectiva que se tiene de nuestro país, ayudando a que muchos visitantes extranjeros, ilustres o no, acudan a la capital de Navarra en viaje turístico a conocer sus fiestas populares. Pamplona agradeció este gesto del escritor, a la vez que España, suministrándole material para algunas de sus novelas.

Algunas de las obras de Hemingway que se desarrollan en España son, además de la mencionada Fiesta, las siguientes:

Por quién doblan las campanas (For whom the bell tolls), ambientada en la guerra civil española.

Muerte en la tarde (Death in the afternoon), dedicada al mundo de las corridas de toros.

La Quinta Columna (su única obra dramática), apelativo con que se refiere a los simpatizantes civiles republicanos residentes en Madrid durante la guerra civil en España. La acción se desarrolla en un hotel de la capital madrileña.

Cuentos. Dentro de la nómina de sus cuentos o relatos, más de cincuenta, recordamos algunos ambientados en el conflicto bélico de España:

La denuncia
La mariposa y el tanque
La noche anterior a la batalla
Bajo la colina.


Hemingway supo sacar partido a su estancia como corresponsal de guerra durante la guerra española del 36. Nos hemos ocupado del escritor en artículos anteriores, en La Literatura y las guerras y en La Literatura y la montaña.

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jeudi 14 août 2008

+ GALDÓS y MADRID

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Es posible que se pueda establecer un binomio diferente entre Madrid y otro escritor, p.e., con Mesonero Romanos, escritor costumbrista madrileño, pero a mi modo de ver es Benito Pérez Galdós, nacido en Las Palmas de Gran Canaria, quien se lleva la palma.

Se vino a Madrid con veinte años para ser madrileño auténtico, convencido, cuyas calles recorrió paseando innumerables veces, conoció las típicas casas de huéspedes sórdidas, acogedoras y pintorescas que serán tema literario hasta bien entrado el siglo siguiente, frecuentando la de la calle de las Fuentes y posteriormente la de la calle del Olivo (hoy Mesonero Romanos) y otras.

Encontró una lejana evocación hogareña en El Ateneo madrileño, en la calle de la Montera.

Aparte del tiempo dedicado a la Universidad, todo su vivir lo dedicaba a leer y a andar por Madrid de punta a cabo. En el bellísimo ensayo titulado Madrid nos relata ‘que no podía resistir la tentación de lanzarme a las calles en busca de una cátedra y enseñanza más amplias que las universitarias; las aulas de la vida urbana, el estudio y reconocimiento visual de sus calles, callejuelas, angosturas, costanillas, plazuelas y rincones de esta urbe madrileña, que a mi parecer contenía materia filosófica, jurídica, económica, económico-política y, sobre todo, literaria…, asistiendo al relevo de la guardia de Palacio…embelesado con el militar estruendo de charangas, tambores y clarines, el rodar de la artillería, el desfile de las tropas a pie y a caballo y el gentío no exclusivamente popular…’.

Recorría además de calles, las viejas iglesias, los palacios antiguos… Frecuentaba el Café de Naranjeros, de la plaza de la Cebada; la tertulia del Café Universal, en la Puerta del Sol; el Café Europeo en la calle de Sevilla (hoy de Arlabán), frecuentada por toreros, cómicos y mujeres de vida desenfadada; menos el Café de la Iberia, hirviente de política; asistía con frecuencia al Teatro Real y al Teatro Español.

Con motivo de la revolución de 1868, que derribaba del trono a Isabel II y proclamaba el triunfo de la República tuvo la ocasión de ver la entrada en Madrid de los generales Serrano y Prim.

De todos estos lugares, andanzas y costumbres nos hablaría Galdós en sus obras, en las que se aprecia, al margen de la calidad literaria, el conocimiento profundo de la ciudad y el amor que le profesaba.

A Galdós se le conoce como el cronista del siglo XIX y testimonio de ello son sus Episodios Nacionales, que empiezan con Trafalgar (1805) y acaban con Cánovas (fallecido en 1897), es decir, ejerce de testigo histórico de la vida española durante casi un siglo, con detalles reales de las gentes y las costumbres de la época. Y se ciñe tanto a la realidad que antes de escribir Trafalgar visitó en Santander, en la plaza del Pombo, a un superviviente de la batalla, un viejecito de unos 90 años. Y para escribir Zumalacárregui anduvo buscando datos y noticias en Cegama, Beasain, Azpeitia, Loyola, Azcoitia, Bilbao,…, y se entrevistó con un sobrino carnal del aguerrido general.

Madrid está presente en la mayoría de sus novelas, especialmente en La Fontana de Oro, El audaz, La familia de León Roch,…, obras de su primera época, pero también en otras, como Fortunata y Jacinta, una de sus novelas cumbre, realmente enraizada en Madrid, en que nos describe en unas dos mil páginas un espléndido paisaje urbano con numerosos personajes comunes y populares.

Para darnos cuenta del alcance del conocimiento y devoción que sentía Galdós por los escenarios madrileños baste analizar con mayor detalle una de sus mejores novelas: Misericordia. Nos dice Galdós: “En ‘Misericordia’ me propuse descender a las capas más íntimas de la sociedad matritense, describiendo y presentando los tipos más humanos, la miseria, dolorosa casi siempre, en algunos casos picaresca o criminal y merecedora de corrección. Para esto hube de emplear largos meses en observaciones y estudios directos del natural, visitando las guaridas de gente mísera o maleante que se alberga en los populosos barrios del Sur de Madrid. Acompañado de policías escudriñé las ‘Casas de dormir’ de las calles de Mediodía Grande y del Bastero, y para penetrar en las repugnantes viviendas donde celebran sus ritos nauseabundos los más rebajados prosélitos de Baco y Venus, tuve que disfrazarme de médico de la Higiene Municipal…”.

“El ‘moro Almudena, Mordejai’, que parte tan principal tiene en la acción de la novela, fue arrancado del natural por una feliz coincidencia…que en el Oratorio del Caballero de Gracia pedía limosna un ciego andrajoso, que por su facha y lenguaje parecía de estirpe agarena. Acudí a verle y quedé maravillado de la salvaje rudeza de aquel infeliz que en español aljamiado interrumpido a cada instante por juramentos terroríficos… Le llevé conmigo por las calles de Madrid, con escala en varias tabernas…”.


Estos pasajes nos dan una leve idea de la profundidad con que Galdós conocía y retrata las escenas de la geografía humana matritense.

No nos queda espacio para unas valoraciones sobre por qué Galdós no es más popular en nuestros días (mala propaganda de su figura durante la época de la dictadura, etc.) y en su ideología política (se confesaba republicano).

Solamente hemos querido mostrar cómo vivía Madrid el escritor más madrileño de los no madrileños y cuán bien conocía y amaba la capital.

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mercredi 13 août 2008

+ FRANZ KAFKA y PRAGA

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¿Os suenan los nombres de Berta Suttner, Jaroslav Heyroský, Greta y Karl Cori, Jaroslav Seifert,…? Son escritores y científicos que alcanzaron en su día el Premio Nobel en diferentes modalidades.

¿Y Jan Neruda, poeta y cuentista que inspiró el seudónimo a Pablo Neruda y autor de Cuentos de Malá Strana, nombre de un tranquilo barrio praguense, cuya calle principal lleva hoy su nombre?

Quizás nos suene más a todos el poeta universal Rainer María Rilke.

Todos ellos tienen en común que han nacido en la ciudad de Praga.

Pero hay alguien que está en todas partes en Praga, que nació también en Praga, de quien hemos sabido con el paso de los años que se apoderó del espíritu de la ciudad y viceversa, que amó y odió a la ciudad y que habiendo huido de ella para vivir en otro lugar vino a morir en las afueras de Viena, pero está enterrado en Strašnice —uno de los veintidós distritos de Praga—, en el cementerio judío. Ese alguien no es otro que Franz Kafka. Y este nombre sí es bien conocido de todos.

Y es bien conocido por que ha sido objeto del interés de investigadores, escritores y lectores comunes y curiosos. Aunque ya me referí al escritor checo en mi artículo Así veo a Kafka, resaltaré aquí exclusivamente las señas que dan forma al binomio Kafka-Praga.

Hay algún ilustre praguense que ha afirmado que Kafka es Praga y Praga es Kafka.

K., sin mencionar la ciudad, nos lleva de la mano en un paseo solitario y nocturno por una Praga gélida y deshabitada a mi parecer en Descripción de una lucha.

Y en un parque de Praga (quizás el Riegrovy Sady), en la Ciudad Vieja, paseando junto a su compañera Dora, encuentra a una niña llorando a lágrima viva que ha perdido su muñeca, y a partir de este simple hecho nos regala la conmovedora historia de La muñeca viajera, que pueden leer íntegra en el artículo citado anteriormente.

Y en El Castillo de Praga, situado en una de las márgenes en que divide el río Moldava a la ciudad se inspiró K. para escribir su relato El castillo.

Y en su conocidísima novela El proceso nos lleva a la catedral (dentro del recinto del Castillo) y uno se hace en ella al leer en el capítulo IX: …Y se metió un pequeño diccionario (de italiano) en el bolsillo. También cogió un álbum de los monumentos artísticos de la ciudad que tenía preparado para el forastero.

Por Max Brod, amigo de Kafka y su albacea testamentario, al que debemos el conocimiento de muchos de sus escritos, sabemos del deambular del escritor por algunos cafés de Praga, cafés literarios, sobre todo por el Café Slavia, en donde prolongaba su estancia durante horas.

Y de su paso por el palacio Golz-Kinský, en que Kafka estudió bachillerato (hoy acoge exposiciones).

Y que en Hotel Archiduque Esteban (actual Europa) hizo la primera lectura pública del relato La condena.

Y que en Praga conoce al gran amor de su vida, Felice Bauer, a la que escribía una carta diaria.

Y que en la ciudad tuvo cinco domicilios diferentes.

Numerosos intelectuales y escritores han realizado estudios y ensayos sobre Kafka. Uno de ellos ha sido Borges, que se ocupó de explicarnos la forma en que escribía Kafka, que aquél llama regresus in infinitum, del que nos dice que es un proceso lógico, aplicado por los escolásticos, basado en los fundamentos filosóficos de las paradojas.

Hemos trazado una serie de conexiones de Kafka con la ciudad de Praga.

Y de la de Praga con Kafka, ¿qué? Praga ha hecho de Kafka un icono, que puede comprobarse fácilmente si se visita la ciudad.

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vendredi 1 août 2008

+ ALMA ANDALUZA

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Dejo aquí algunas pinceladas sobre Andalucía y los andaluces, cantados por poetas andaluces. Es uno de los temas más utilizados universalmente por todos los poetas nacidos en el Sur, más quizás que en ninguna otra zona de España, de los que existe una buena nómina:

Federico García Lorca

Antonio Machado

Manuel Machado

Gustavo Adolfo Bécquer

Vicente Aleixandre

Juan Ramón Jiménez

Luis Cernuda

Rafael Alberti

José Bergamín



Cádiz, salada claridad; Granada
agua oculta que llora.
Romana y mora, Córdoba callada.
Málaga cantaora.
Almería dorada.
Plateado Jaén. Huelva a la orilla
de las tres carabelas.
Y Sevilla.

Manuel Machado

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Cuando escucho en tu guitarra
un cante por soleá
oigo en mi alma un silencio
que es música de verdad.

Música tan de verdad
que las estrellas se callan
para poderla escuchar.

José Bergamín

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Los álamos de plata
saliendo de la bruma!
¡El viento solitario
por la marisma oscura,
moviendo -terremoto
irreal- la difusa
Huelva lejana y rosa!
¡Sobre el mar, por la Rábida,
en la gris perla húmeda
del cielo, aún con la noche
fría tras su alba cruda
- ¡horizonte de pinos! -,
fría tras su alba blanca,
la deslumbrada luna!

Juan Ramón Jiménez

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Perdido está el andaluz
del otro lado del río.
-Río, tú que lo conoces:
¿quién es y por qué se vino?
Vería los olivares
cerca tal vez de otro río.
-Río, tú que lo conoces:
¿qué hace siempre junto al río?
Vería el odio, la guerra,
cerca tal vez de otro río.
-Río, tú que lo conoces:
¿qué hace solo junto al río?
Veo su rancho de adobe
del otro lado del río.
No veo los olivares
del otro lado del río.
Sólo caballos, caballos,
caballos solos, perdidos.
¡Soledad de un andaluz
del otro lado del río!
¿Qué hará solo ese andaluz
del otro lado del río?

Rafael Alberti

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Giralda es prisma puro de Sevilla
nivelada del plomo y de la estrella,
molde en engaste azul, torre sin mella,
palma de arquitectura sin semilla.

Si su espejo la brisa en frente brilla,
no te contemples -¡ay, Narcisa!- en ella;
que no se mude esa tu piel doncella,
toda naranja al sol que se te humilla,

Al contraluz de luna limonera,
tu arista es el bisel, hoja barbera,
que su más bella vertical depura.

Resbala el tacto su caricia vana.
Yo mudéjar te quiero y no cristiana.
Volumen nada más: base y altura.

Gerardo Diego

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Sevilla es una torre
llena de arqueros finos.
Sevilla para herir.
Córdoba para morir.
Una ciudad que acecha
largos ritmos,
y los enrosca
como laberintos.
Como tallos de parra
encendidos.
¡Sevilla para herir!
Bajo el arco del cielo,
sobre su llano limpio,
dispara la constante
saeta de su río.
¡Córdoba para morir!
Y loca de horizonte,
mezcla en su vino
lo amargo de Don Juan
y lo perfecto de Dioniso.
Sevilla para herir.
¡Siempre Sevilla para herir!

Federico García Lorca

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El río Guadalquivir
va entre naranjos y olivos.
Los dos ríos de Granada
bajan de la nieve al trigo.

¡Ay, amor
que se fue y no vino!


El río Guadalquivir
tiene las barbas granates.
Los dos ríos de Granada
uno llanto y otro sangre.

¡Ay, amor
que se fue por el aire!


Para los barcos de vela,
Sevilla tiene un camino;
por el agua de Granada
sólo reman los suspiros.

¡Ay, amor
que se fue y no vino!


Guadalquivir, alta torre
y viento en los naranjales.
Dauro y Genil, torrecillas
muertas sobre los estanques,

¡Ay, amor
que se fue por el aire!


¡Quién dirá que el agua lleva
un fuego fatuo de gritos!

¡Ay, amor
que se fue y no vino!


Lleva azahar, lleva olivas,
Andalucía, a tus mares.

¡Ay, amor
que se fue por el aire!


Federico García Lorca

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Mi niña se fue a la mar,
a contar olas y chinas,
pero se encontró, de pronto,
con el río de Sevilla.

Entre adelfas y campanas
cinco barcos se mecían,
con los remos en el agua
y las velas en la brisa.

¿Quién mira dentro la torre
enjaezada, de Sevilla?
Cinco voces contestaban
redondas como sortijas.

El cielo monta gallardo
al río, de orilla a orilla.
En el aire sonrosado,
cinco anillos se mecían.

Federico García Lorca

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Kasida del misterio


En un barrio de Sevilla
hay una casa cerrada.

¿Por quién florecen los nardos?
¿Por quién blanquean las tapias?

Desde la calle se escucha
rumor de fuentes y aguas.

¿Quién se mira en sus cristales?
¿Quién en su fondo se baña?

La gente pasa con miedo
ante la casa encantada.

Por el corredor del patio
se oye a una mujer que canta.

¿Será la amante de un moro?
¿Será cuerpo de fantasma?

La casa estuvo encendida
toda una noche hasta el alba.

Al amanecer, muy honda,
se ha escuchado una guitarra.

Lloraba una inmensa pena
de soledad y desgracia.

La casa es como un fanal
para perfumes y lágrimas.

La guitarra se dolía
con sollozos de dos almas.

¿Quién lloraba entre las flores?
¿Quién con su muerte ya hablaba?

Era una noche de estío.
En una casa cerrada.

Joaquín Romero Murube

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