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Hablar sobre este tema nos llevaría páginas y todos tenemos asumido que el espacio en un blog, en una página web cualquiera, es de suma importancia y hay que economizarlo. Tan es así que veo que los trabajos que se insertan en blogs tienen que poner su
su granito de arena sacrificando la sangría de rigor a principios de cada párrafo. El humor es un tema amplio y ha sido ampliamente tratado literatura, al igual que lo han sido otros como la soledad, el amor, el odio, el sacrificio, etc. Seré lo más preciso que pueda.
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Han sido muchos los autores que han tratado el humor con acierto:
En la Antigüedad: Homero, Aristófanes, Menandro…
En la Edad Media: los que practicaron la sátira y las cantigas de escarnio y escritores como Geoffrey Chaucer, Juan Ruiz, arcipreste de Hita,…
En el Renacimiento: Cervantes, Lope de Vega en la comedia, Juan del Encina con sus bobos y Lope de Rueda con sus pasos, Tirso de Molina, Calderón, Quevedo en sus epigramas y sátiras, Shakespeare,…
En el siglo XVIII: Moliére, con una comicidad difícilmente traducible a otros idiomas; Voltaire, con un uso malicioso del humor irónico; Jonathan Swift y su humor negro; los fabulistas Iriarte y Samaniego; Leandro Fernández de Moratín con sus amplias sátiras,…
En el XIX: Dickens, Twain, Ambrose Bierce, Óscar Wilde, Palacio Valdés, Juan Valera, Leopoldo Alas,…
En el siglo XX, finalmente: Cecil Saint-Laurent, Pierre Daninos, Tom Sharpe, P.G. Wodehouse, Giovanni Guareschi (con don Camilo y don Pepone), W. Fernández Flores, Darío Fo, hermanos Álvarez Quintero, Arniches, Muñoz Seca, Gómez de la Serna,…
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Ha habido novelas y relatos con los que he pasado ratos divertidos, con los que he llegado a reírme seriamente —permítaseme la figura—. Recuerdo con placer los siguientes títulos —es una elección muy personal—, algunos leídos hace ya tiempo. Por dejar aquí sólo una pincelada, hablaremos de:
CLOCHEMERLE, de Gabriel Chevallier (Plaza y Janes, 1964), escritor francés, clasificado como libro raro —difícil de encontrar— en alguna web de Internet. Con esta novela me reí, me sonreí, me lo pasé estupendamente. Está escrita con un humor satírico lúcido y transparente, en la línea de la mejor tradición francesa. Es una novela encantadora.
La acción transcurre en una aldea vitivinícola francesa llamada Clochemerle-en-Beaujolais y se narra en ella la confrontación titánica de fuerzas seglares y religiosas. La chispa comienza cuando el alcalde socialista decide la construcción de un edificio público como testimonio de los logros de su administración. El munícipe toma como modelo a la Roma antigua, famosa por dos cuestiones: higiene y edificios nobles. Decide por ello unir los dos conceptos en uno…ordenando construir un urinario público en el centro del pequeño pueblo, junto a la única iglesia de la aldea —con la Iglesia hemos topado, podría decirse—. Y por ahí se origina todo… Conservo la novela entre mis otros libros como un pequeño tesoro.
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EL HOMBRE QUE COMPRÓ UN AUTOMÓVIL (Editorial Anaya), de Wenceslao Fernández Flores, periodista y escritor gallego, miembro de la Real Academia Española, escrita en la época idílica en que el coche estaba en sus comienzos. Es una novela que quizás cabría encuadrar como literatura menor, aunque esto es muy aleatorio. He visto a veces calificar por algunos la literatura de Raymond Carver, gran cuentista americano, como literatura menor. Bien es cierto que Fernández Flores no ocupa un lugar de privilegio en las letras hispanas.
A lo que vamos. La novela está escrita con fina ironía y un humor negro que provoca la sonrisa. El protagonista central de la narración es un auto y el autor debió de ejercer un poco de profeta, al igual que Julio Verne en muchas de sus obras, ya que la revolución del automóvil apenas había asomado la nariz por nuestras calles y eran prácticamente desconocidos términos como paso de cebra, embotellamiento, etc., y la moda de ‘mi coche mejor que el de mi vecino’ ni siquiera había comenzado.
Un simple botón de muestra puede ser el pasaje del libro en que se dan normas sobre cómo obtener el carnet de conducir:
‘Temo que se deje arrebatar usted demasiado por esta tendencia a aplastar criaturas. Siempre que usted atropelle a un chiquillo, diga que fue el chiquillo el que le atropelló a usted. Esta tesis hace tanta falta a un automovilista como los faros.’.
En resumen es una novela de humor absurdo próxima a Tiempos modernos, de Charles Chaplin.
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EL CALAMAR OPTA POR SU TINTA (colección ‘El lado de la sombra’, 1962), de Adolfo Bioy Casares, novelista, ensayista y cuentista argentino, Premio Cervantes 1990. Se trata de un cuento. Siempre es un placer leer un cuento de este autor argentino por su prosa elegante, depurada y clasicista, que utiliza en sus historias grandes dosis de imaginación y temas muy diversos, dejándonos ese buen sabor que le dejan a uno los buenos cuentistas argentinos de tradición consolidada.
En esta historia Bioy Casares nos introduce en forma humorística en el tópico del visitante extraplanetario.
Otro día trataré en algún artículo sobre este excelente escritor argentino más en profundidad, junto al que ha parecido casi siempre su otro par en un binomio literario muy colaborador: Borges.
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1 commentaire:
Muchas gracias por el post, tomo nota de los nombres que no conocía y dejo un par más: Leo Masliah y Roberto Fontanarrosa.
También dejo este enlace de literatura de humor para leer directamente en la web:
http://stores.lulu.com/alanzmud
Saludos.
Alan.
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