Vicente Blasco Ibáñez, duelos y amores
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Pretendo dejar aquí algunas anécdotas sueltas conocidas a través de mis diferentes lecturas conforme me vaya acordando de ellas.
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Escritor valenciano y universal, autor de espléndidas novelas traducidas a los idiomas de todos los países civilizados de la tierra.
El acontecimiento más importante en la vida literaria y política de Blasco Ibáñez fue la fundación de su periódico El Pueblo, cuyo título había dibujado Joaquín Sorolla, y en el que colaboraba Azorín. Aquí comenzaba el Blasco novelista su labor perdurable de escritor, aunque a la sombra de su desgraciada tarea política.
Escritor valenciano y universal, autor de espléndidas novelas traducidas a los idiomas de todos los países civilizados de la tierra.
El acontecimiento más importante en la vida literaria y política de Blasco Ibáñez fue la fundación de su periódico El Pueblo, cuyo título había dibujado Joaquín Sorolla, y en el que colaboraba Azorín. Aquí comenzaba el Blasco novelista su labor perdurable de escritor, aunque a la sombra de su desgraciada tarea tica.
Dejemos hablar al escritor, que en una carta-confesión dirigida en 1927 al periodista y escritor Isidro López Lapuya a París, recogida en parte por el crítico francés C. Pitollet, dice, entre otras cosas: ... Yo he sido agitador político; he pasado una parte de mi juventud en la cárcel (unas treinta veces); he sido presidiario; me han herido mortalmente en duelos feroces; conozco todas las privaciones físicas que un hombre puede sufrir, incluso la de una absoluta pobreza; y, al mismo tiempo, he sido diputado hasta que me cansé de serlo (siete veces); he sido amigo íntimo de jefes de Estado; conocí personalmente al viejo sultán de Turquía; he habitado palacios; durante unos años de mi vida he sido hombre de negocios y manejado millones; en América he fundado pueblos, ...
Como se ve el escritor fue un hombre de una rebosante vitalidad y empuje.
Destacaremos aquí dos hechos de la vida de Blasco Ibáñez que conocí al interesarme por su obra y vida.
El primero se refiere a un lance en un duelo a muerte.
El 11 de febrero de 1904 Blasco se encuentra en Madrid. Ha sido elegido Arzobispo de Valencia el padre Rozaleda e impuesto por el jefe del Gobierno como primer ministro Antonio Maura. Existe mucho desagrado entre los republicanos. Hay cargas policiales para disolver las manifestaciones, con varios heridos y contusionados. Al día siguiente en la Cámara la oratoria vehemente del escritor acusa al Presidente y al ministro de Gobernación: El señor ministro tiene muchas arrogancias, y bien lo demostró en la sesión de ayer, pero estos rasgos nobles quizá en la esfera particular, son verdaderas cobardías en el banco azul (...) Su señoría personalmente no se hubiese atrevido a darme el golpe que se me dio ayer, pero no volverá a ocurrir. El Gobierno tenía deseos de realizar esa indigna carnicería, pero no se repetirá, pues en otro nuevo choque los republicanos del pueblo de Madrid sabrán cumplir con su deber.
Las fuerzas de orden público se sienten ofendidas y Blasco es retado en duelo. Una vez más el escritor acude al campo del honor, en la finca de Sabater. El duelo es a pistola. El cuerpo de seguridad elige al teniente Alestuei, experto tirador. Blasco se niega a presentar disculpas y aceptar una salida honorable. Blasco dispara al aire primeramente y Alestuei falla el primer disparo. Blasco vuelve a disparar al aire y el teniente apunta al cuerpo de su contrincante y dispara. El disparo hace blanco y el escritor cae en redondo al suelo. Los testigos comprueban que la bala ha rebotado en la hebilla metálica del cinturón de Blasco Ibáñez. Con este duelo terminó la carrera política del escritor valenciano.
El segundo hecho se refiere a los amores de Blasco.
Tuvo durante años como amante a Elena Ortúzar de Elguín, que finalmente se convirtió en su segunda esposa. El escritor conoció a Elena, comenzando allí una ardiente pasión, en el taller de Sorolla, quien pintaba un cuadro de ella. El cuadro pintado en 1906 se conserva hoy en la Hispanic Society de New York. Estaba ella entonces casada con un rico diplomático chileno que poseía minas de cobre, que pagó a Sorolla por su retrato 10.000 pesetas, una fortuna para la época. La obra, de gran tamaño, fue donada por los herederos de los Ortúzar al Museo de Bellas Artes de Chile.
En su novela La maja desnuda ( 1906) Blasco cuenta la historia de un pintor de éxito (que Clotilde, esposa de Sorolla, creyó su marido), Mariano Renovales, que se enamora perdidamente de la condesa de Alberca, una dama de la alta sociedad. Mariano es un trasunto de Blasco y la condesa es la representación real de Elena.
Hay muchas más anécdotas que podrían contarse de Blasco Ibáñez, pero basten hoy estas dos que reflejan facetas del carácter del impetuoso escritor. En otro artículo daremos una opinión sobre Blasco como novelista.
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