samedi 27 mars 2010

+ ANÉCDOTAS SOBRE ESCRITORES - 5

Ramón María de Valle-Inclán
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 Pretendo dejar aquí algunas anécdotas sueltas conocidas a través de mis diferentes lecturas conforme me vaya acordando de ellas.

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Café de la Montaña, Madrid, año 1899.

Sentados a una mesa junto a la puerta, en una reunión de café escuchan a don Ramón disertar sobre las normas que rigen los lances entre caballeros varios tertulianos. En el momento que habla don Ramón, se incorpora a la reunión don Manuel Bueno, escritor gallego como él, que le desmiente en sus afirmaciones, a lo que Valle-Inclán contesta: ¿Qué entiende usted de eso, majadero? Manuel Bueno apresta el bastón que lleva, don Ramón una botella de cristal por el cuello. Finalmente, un golpe de bastón al brazo izquierdo de éste, sin importancia en principio, termina en una infección por un gemelo del puño de la camisa y, final y desgraciadamente, en la amputación del brazo.

Leyendo la biografía de Valle-Inclán, vivo y polémico, observamos cómo se niega a hablar bien de Blasco Ibáñez, ni aun en la hora de la muerte del escritor valenciano. Se desmarca de Góngora, diciendo que lo ha releído y le ha causado un efecto desolador, lo más alejado de todo respeto literario.

Resulta anecdótica su entrevista con el juez en la vista judicial por su alboroto en el teatro Fontalba, en el que actuaba la famosa y gran actriz Margarita Xirgú, que transcurre de la siguiente forma:

Juez: ¿Qué profesión tiene?
Valle-Inclán: Coronel General de los Ejércitos...
J: ¡Esa graduación no existe en el ejército español!
V-I: Coronel General de los Ejércitos de los Países Cálidos...
J: ¿Qué países son esos?
V-I: Me va a resultar muy difícil explicárselo. Si usted tuviera algunas nociones de Geografía.
J: ¡Orden, procesado!

Tuvo en vida más de un altercado.

Figura importantísima dentro de la literatura. Podemos destacar sus obras Luces de bohemia, con el que se inicia su ciclo esperpéntico; Sonatas, con la creación del universal Marqués de Bradomín; además de otras. Su novela Tirano Banderas marcó el inicio de un ciclo mundial de grandes novelas de tiranos, como: El otoño del patriarca, de García Márquez; Yo, el Supremo, de Augusto Roa; y El señor Presidente, de Miguel Angel Asturias.

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