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ACABO DE LEER:
Mercado de espejismos, de Felipe Benítez Reyes (Rota, Cádiz, 1960). Ediciones Destino. Premio Nadal 2007.
Esta novela, sin haberla leído aún, me llamó la atención por dos motivos:
1º.- Ha conseguido un premio de tradicional y reconocido prestigio, aunque sabemos que esto no siempre es garantía de una buena novela, y…
2º.- Ha sido escrita por alguien a quien conocía ya por otras facetas literarias importantes, sin olvidar que el Sr. Benítez fue Premio de la Crítica, Premio Nacional de Literatura, Premio Ateneo de Sevilla, y que antes había escrito otras novelas, destacando por demás como articulista, cuentista, si bien principalmente por su vertiente como poeta.
Así pues, había razones suficientes para sentarse tranquilamente a leer su nueva novela Mercado de espejismos.
En las primeras páginas asumí que había de leer una novela histórica, un tema muy manido que precisa estar muy bien escrito para interesar realmente al lector de la buena literatura, pero pronto me alegré al observar que lo que iba leyendo no era otra cosa que una parodia impactante y humorística de las novelas esotéricas y de intrigas. Una anti-novela histórica en definitiva, a la par que una novela policíaca.
El autor nos sorprende con una trama muy original y una prosa exquisita (se advierte en su prosa muchos ramalazos de su vena poética).
Una de las técnicas literarias utilizadas para mantener el interés del lector es la conocida por ‘giros’, consistente, como se sabe, en ir añadiendo variantes novedosas a la historia para que ésta no decaiga. El autor hace uso de ella y nos muestra una imaginación e inventiva destacables.
La novela está contada en primera persona, lo cual atrae más al lector al intentar —y conseguir— el novelista por este medio ser más intimista, como pidiendo permiso para contar toda la serie de hechos fabulosos y fantásticos y leyendas sobre los Reyes Magos de forma más cercana y personal, pues en torno al robo de las reliquias, presuntas reliquias, de estos reyes gira el núcleo de la novela, reliquias que se conservan en la catedral alemana de Colonia.
Sorprende gratamente la gama de personajes bien dibujados que aparecen en la obra, que se mueven en torno a lo real o imaginario, pero uno no termina sabiendo con certeza si el anillo del rey Salomón, la llave en forma de ojo o la Tabla de Esmeralda, entre otros, son objetos reales o imaginarios, si existieron o no, tan convincentes son las explicaciones envolventes con que nos obsequia el autor. El título de la obra encaja perfectamente en el tema al referirse al tráfico de obras de arte, robadas o falsificadas en muchos casos.
Una novela que te divierte leer, en la que destaco fundamentalmente la rica prosa de que hace gala el autor, con un final inesperado.
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ESTOY LEYENDO:
Alianzas duraderas, de Cristina Cerrada (Madrid, 1970), Editorial Lengua de Trapo.
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Ya os contaré.
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