mercredi 14 novembre 2007

+ LA ODISEA


Canto XXIII
Penélope reconoce a Odiseo

Entonces la anciana subió gozosa al piso de arriba para anunciar a la señora que estaba dentro su esposo, y sus rodillas se llenaban de fuerza y sus pies se levantaban del suelo.
Se detuvo sobre su cabeza y le dijo su palabra:
—Despierta, Penélope, hija mía, para que veas con tus propios ojos lo que esperas todos los días. Ha venido Odiseo, ha llegado a casa por fin, aunque tarde, y ha matado a los ilustres pretendientes, a los que afligían su casa comiéndose los bienes y haciendo de su hijo el objeto de sus violencias.
Y se dirigió a ella la prudente Penélope:
—Nodriza querida, te han vuelto loca los dioses, los que pueden volver insensato a cualquiera, por muy sensato que sea, y hacer entrar en razón al de mente estúpida. Ellos te han dañado; antes eras equilibrada en tu mente. ¿Por qué te burlas de mí, si tengo el ánimo quebrantado por el dolor, diciéndome estos extravíos y me despiertas del dulce sueño que me tenía encadenados los párpados? Jamás había dormido de tal modo desde que Odiseo marchó a la maldita Ilión que no hay que nombrar.


Y le contestó la prudente Penélope:
—Hijo mío, tengo el corazón pasmado dentro del pecho y no puedo pronunciar una sola palabra ni interrogarle, ni mirarle siquiera a la cara. Si en verdad es Odiseo y ha llegado a casa, nos reconoceremos mutuamente mejor, pues tenemos señales secretas para los demás que sólo nosotros dos conocemos.


—Seguro que se ha desposado ya alguien con la muy pretendida reina. ¡Desdichada!, no ha tenido valor para proteger con constancia la gran mansión de su legítimo esposo, hasta que llegara.
Así decía uno, pero no sabían en verdad qué había pasado.
Después lavó a Odiseo, el de gran corazón, el ama de llaves Eurínome y lo ungió con aceite y puso a su alrededor una hermosa túnica y manto. Entonces derramó Atenea sobre su cabeza abundante gracia para que pareciera más alto y más ancho e hizo que cayeran de su cabeza ensortijados cabellos semejantes a la flor del jacinto. Como cuando derrama oro sobre plata un hombre entendido a quien Hefesto y Palas Atenea han enseñado toda clase de habilidad y lleva a término obras que agradan, así derramó la gracia sobre éste, sobre su cabeza y hombro. Y salió de la bañera semejante en cuerpo a los inmortales.
Fue a sentarse de nuevo en el sillón, del que se había levantado, frente a su esposa, y le dirigió su palabra:
—Querida mía, los que tienen mansiones en el Olimpo te han puesto un corazón más inflexible que a las demás mujeres. Ninguna otra se mantendría con ánimo tan tenaz apartada de su marido cuando éste, después de pasar innumerables calamidades, llega a su patria a los veinte años. Vamos, nodriza, prepárame el lecho para que también yo me acueste, pues ésta tiene un corazón de hierro dentro del pecho.
Y le contestó la prudente Penélope:
—Querido mío, no me tengo en mucho ni en poco ni me admiro en exceso, pero sé muy bien cómo eras cuando marchaste de Ítaca en la nave de largos remos. Vamos, Euriclea, prepara el labrado lecho fuera del sólido tálamo, el que construyó él mismo. Y una vez que hayáis puesto fuera el labrado lecho, disponed la cama pieles, mantas y resplandecientes colchas.
Así dijo poniendo a prueba a su esposo. Entonces Odiseo se dirigió irritado a su fiel esposa:
—Mujer, esta palabra que has dicho es dolorosa para mi corazón. ¿Quién me ha puesto la cama en otro sitio? Sería difícil incluso para uno muy hábil si no viniera un dios en persona y lo pusiera fácilmente en otro lugar; que de los hombres, ningún mortal viviente, ni aun en la flor de la edad, lo cambiaría fácilmente, pues hay una señal en el labrado lecho, y lo construí yo y nadie más. Había crecido dentro del patio un tronco de olivo de extensas hojas, robusto y floreciente, ancho como una columna. Edifiqué el dormitorio en torno a él, hasta acabarlo, con piedras espesas, y lo cubrí bien con un techo y le añadí puertas bien ajustadas, habilidosamente trabadas. Fue entonces cuando corté el follaje del olivo de extensas hojas; empecé a podar el tronco desde la raíz, lo pulí bien y habilidosamente con el bronce y lo igualé con la plomada, convirtiéndolo en pie de la cama, y luego lo taladré todo con el berbiquí. Comenzando por aquí lo pulimenté, hasta acabarlo, lo adorné con oro, plata y marfil y tensé dentro unas correas de piel de buey que brillaban de púrpura.Ésta es la señal que te manifiesto, aunque no sé si mi lecho está todavía intacto, mujer, o si ya lo ha puesto algún hombre en otro sitio, cortando la base del olivo.
Así dijo, y a ella se le aflojaron las rodillas y el corazón al reconocer las señales que le había manifestado claramente Odiseo. Corrió llorando hacia él y echó sus brazos alrededor del cuello de Odiseo.


(La Odisea, Homero, EDAF Ediciones).

***

¿Os gusta el argumento de La Odisea?
¿Consideráis que es una obra bien escrita?
¿Estimáis que es una novela de aventuras?
¿Os parece un libro de literatura juvenil?

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2 commentaires:

Anonyme a dit…

Menudas preguntas. No me gusta, me fascina la Odisea. Su estructura y lenguage son preciosos si consigues sumergirte en ese mundo de la tradición oral, en el cual no amanece, sino que llega "Eos,la que nace de la mañana, la de los dedos de rosa", donde Odiseo no es sólo Odiseo, sino el "hijo de Laertes, de linaje divino, rico en ardides".

Es una novela de aventuras, pues aventuras se narran, pero también es, para mí, mucho más. Habla del destino, del azar, del libre albedrío, de la búsqueda, de la esperanza, de la fidelidad.

Muchísimo se ha escrito sobre ella, y muchos textos ha inspirado. A mi me gustan dos referencias muy distintas: el poema de Kavafis "Ítaca", que me parece una brújula fundamental para navegar por la vida y, en el otro extremo (o, quizás, no tanto), la irreverente canción "Como Ulises", de Javier Krahe, sanísima para tomarse esta obra con buen humor. Ahí van los vínculos.

http://amediavoz.com/cavafy.htm#ITACA
http://www.proyectokrahe.org/ipk93.html

Antonio Senciales a dit…

Se advierte, Teseo, que te gusta 'La Odisea' por las palabras de tu comentario.
Tanto, que si no uno no la hubiese leído, le entrarían unas ganas extraordinarias.
Saludos.