mardi 30 octobre 2007

+ RAYUELA

***


7

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

(Rayuela, Julio Cortázar, Ediciones Cátedra).

***

La obra de Cortázar como cuentista y novelista es sobradamente conocida.

Rayuela, como se sabe, es una novela experimental, difícil, en la que el autor ensayó diferentes estilos de escritura, que puede ser considerada ya un clásico de las letras hispanas, y que se puede leer, en principio, de dos formas distintas:

a) una ajustándose al orden natural de las páginas y se terminaría así en el capítulo 56, al final del cual se encuentra uno con tres estrellas que equivalen a la palabra ‘Fin’ (tiene 155 capítulos);

b) otra forma es siguiendo el orden del cuadro sugerido por el escritor al principio, indicado para más facilidad además al término de cada capítulo, con lo cual nos encontramos con una historia que no tiene fin pues remite continuamente de delante hacia atrás y viceversa y la lectura no acaba nunca.

No es una obra escrita para el lector facilón, cómodo, interesado sólo en “ver qué pasa al final”, al que llamó Cortázar primitivamente y con poca fortuna el “lector hembra” cuando quiso referirse realmente al “lector pasivo”.

Este capítulo 7 de Rayuela es en realidad un poema en prosa.

¿No creen ustedes que es una de las más sensuales declaraciones de amor que puede leerse, que es la simbiosis perfecta en uno solo de dos seres que se aman, la comunión en cuerpo y alma de dos vidas?

Me encantaría leer vuestras opiniones. Gracias.

***

vendredi 26 octobre 2007

+ LAS INQUIETUDES DE SHANTI ANDÍA

***


Las condiciones en que se desliza la vida actual hacen a la mayoría de la gente opaca y sin interés. Hoy, a casi nadie le ocurre algo digno de ser contado. La generalidad de los hombres nadamos en el océano de la vulgaridad. Ni nuestros amores, ni nuestras aventuras, ni nuestros pensamientos tienen bastante interés para ser comunicados a los demás, a no ser que se exageren y se transformen. La sociedad va uniformando la vida, las ideas, las aspiraciones de todos.

Yo, en cierta época de mi existencia, he pasado por algunos momentos difíciles, y el recordarlos, sin duda, despertó en mí la gana de escribir. El ver mis recuerdos fijados en el papel me daba la impresión de hallarse escritos por otro, y este desdoblamiento de mi persona en narrador y lector me indujo a continuar.

No tenía la menor intención de dar mis cuartillas a la imprenta; pero cuando salió El Correo de Lúzaro todos mis amigos me instaron para que publicase mis memorias en el periódico.

Debía colaborar en la cultura de la ciudad. Yo era uno de los puntales de la civilización luzarense. Nos reímos en casa un poco de estos elogios y comencé a publicar mi diario en El Correo de Lúzaro y a pagar periódicamente las facturas de la imprenta.

Estuve ausente de Lúzaro una semana para llevar mi segundo hijo al colegio, y al volver de mi viaje me encontré con que El Correo había pasado a mejor vida, y mis memorias quedaban colgadas en lo que yo consideraba más interesante. A pesar del interés puesto por mí, nadie se ocupó de saber su continuación, lo cual sirvió para mortificar bastante mi amor propio de literato.

Ahora, mi amigo Cincunegui se ha empeñado en que publique mi diario íntegro. Lúzaro necesita un grande hombre; le es preciso tener una figura presentable ante los ojos del mundo. Desde la muerte de don Blas de Artola, el teniente de navío retirado, la plaza de hombre ilustre está vacante en nuestro pueblo.

Cincunegui excita mis sentimientos ambiciosos, quiere mi encumbramiento, mi exaltación; según él, no puedo dejar a mis paisanos en la orfandad en que se hallan; debo llegar al pináculo de la gloria.

A mí, la verdad, la gloria no me entusiasma. La gloria no es para los países lluviosos; tener una estatua a orillas del Mediterráneo, en una ciudad de Andalucía, de Valencia o de Italia, está bien; pero ¿qué voy a hacer yo si en premio de este libro me levantan una estatua en Lúzaro? ¿Estar recibiendo constantemente la lluvia en la espalda?

No, no; soy muy reumático, y ni en efigie me gustaría estar así, a la intemperie.

¿Habrá que decir a mis lectores que no tengo pretensión literaria alguna? Ellos lo verán si hojean, aunque sea distraídamente, las páginas de mi libro. Estas cuartillas están escritas en distintas épocas de mi vida y con diferentes estados de ánimo. El sentimiento ha sido sincero; la forma seguramente, poco hábil. Mi público creo que no me reprochará mi falta de atildamiento. Más que para los jóvenes críticos del casino de Lúzaro, escribo para mis amigos del Guezurrechape de Cay luce (El mentidero del Muelle largo).


(Las inquietudes de Shanti Andía, de Pío Baroja, Coleccíón Austral, Espasa-Calpe).

***

De Pío Baroja y su obra tratamos en nuestro artículo La literatura y la medicina.

Como se sabe, esta obra de Baroja es una novela del mar, trata del mar y de marinos, mundo que empezó a amar el escritor siendo niño cuando vivía en San Sebastián, desde cuya casa veía los aparejos, los barcos atracados en el muelle y pasear a las gentes que habían vivido aquella vida, y que seguiría amando ya de adulto.

Tiene otras novelas del mar, pero ¿alguna de ellas os ha gustado más que ésta que estamos comentando? ¿Os gusta Baroja? ¿Conocéis al Baroja cuentista?

***

mardi 23 octobre 2007

+ ELOGIO DE LA MADRASTRA

***

El cumpleaños de doña Lucrecia

El día que cumplió cuarenta años, doña Lucrecia encontró sobre su almohada una misiva de trazo infantil, caligrafiada con mucho cariño:

«¡Feliz cumpleaños, madrastra!
»No tengo plata para regalarte nada pero estudiaré mucho, me sacaré el primer puesto y ése será mi regalo. Eres la más buena y la más linda y yo me sueño todas las noches contigo.
»¡Feliz cumpleaños otra vez!»
Alfonso»


Era medianoche pasada y don Rigoberto estaba en el cuarto de baño entregado a sus abluciones de antes de dormir, que eran complicadas y lentas. (Después de la pintura erótica, la limpieza corporal era su pasatiempo favorito; la espiritual no lo desasosegaba tanto.) Emocionada con la carta del niño, doña Lucrecia sintió el impulso irresistible de ir a verlo, de agradecérsela. Esas líneas eran su aceptación en la familia, en verdad. ¿Estaría despierto? ¡Qué importaba! Si no, lo besaría en la frente con mucho cuidado para no recordarlo.

Mientras bajaba las escaleras alfombradas de la mansión a oscuras, rumbo a la alcoba de Alfonso, iba pensando: «Me lo he ganado, ya me quiere». Y sus viejos temores sobre el niño comenzaron a evaporarse como una leve niebla corroída por el sol del verano limeño. Había olvidado echarse encima la bata, iba desnuda bajo el ligero camisón de dormir de seda negra y sus formas blancas, ubérrimas, duras todavía, parecían flotar en la penumbra entrecortada por los reflejos de la calle. Llevaba sueltos los largos cabellos y aún no se había quitado los pendientes, anillos y collares de la fiesta.

En el cuarto del niño –¡cierto, Foncho leía siempre hasta tardísimo!– había luz. Doña Lucrecia tocó con los nudillos y entró: « ¡Alfonsito! ». En el cono amarillento que irradiaba la lamparilla del velador, de detrás de un libro de Alejandro Dumas, asomó, asustada, una carita de Niño Jesús. Los bucles dorados revueltos, la boca entreabierta por la sorpresa mostrando la doble hilera de blanquísimos dientes, los grandes ojos azules desorbitados tratando de rescatarla de la sombra del umbral. Doña Lucrecia permanecía inmóvil, observándolo con ternura. ¡Qué bonito niño! Un ángel de nacimiento, uno de esos pajes de los grabados galantes que su marido escondía bajo cuatro llaves.

—¿Eres tú, madrastra?
–Qué cartita más linda me escribiste, Foncho. Es el mejor regalo de cumpleaños que me han hecho nunca, te juro.

El niño había brincado y estaba ya de pie sobre la cama. Le sonreía, con los brazos abiertos. Mientras avanzaba hacia él, risueña también, doña Lucrecia sorprendió – ¿adivinó?– en los ojos de su hijastro una mirada que pasaba de la alegría al desconcierto y se fijaba, atónita, en su busto. «Dios mío, pero si estás casi desnuda», pensó. «Cómo te olvidaste de la bata, tonta. Qué espectáculo para el pobre chico».

¿Había, tomado más copas de lo debido?



(Elogio de la madrastra, Mario Vargas Llosa, Editorial Tusquets).

***

lundi 22 octobre 2007

+ DIARIO DE UN CAZADOR

***

...
19 agosto, martes

Me despertaron los gorriones piando como locos en la azotea. Dice el señor Moro que la señora de Ladislao tenía la costumbre de echarles las migajas de pan de las sobras al levantarse. Así se explica que hubiera más de un ciento de ellos revoloteando entre las chimeneas y los tendederos. La madre llevaba un rato levantada, rutando porque no le tira la cocina. Debe de ser por el tiempo quedo, sin una brizna de viento. De todas formas a estas cosas hay que cogerles el punto flaco. La madre estaba hecha a la cocina de la otra casa y ésta le extraña. Además, la madre siempre anda dispuesta a protestar. Es su manera de ser. Todavía no ha hincado el pico. Se le ha ido el día recordando a la señora Rufina. A las siete me dijo: “¿Y qué hago yo a estas horas si no puedo sacar una silla a la puerta?” “Siéntese en la azotea, madre”, le dije yo. Ella dijo: “Ya, a ver pasar los pájaros, ¿verdad?”. A la mujer no le falta razón, pero cuando hemos cenado a la fresca, bajo un techo de estrellas, se le ha desarrugado el semblante. A medio comer me pidió la toquilla porque notaba el relente. Yo le dije que de cuándo acá había necesitado la toquilla en agosto. Al concluir, la llevé a la baranda para que contemplara las vistas. Ella se asomó y dijo: “Es muy hermosa nuestra ciudad, ¿verdad, hijo?” Desde la azotea se divisa un mar de luces y todo está en silencio, como muerto. Sólo de vez en cuando le asusta a uno el silbido de un tren. Cuando le mostré el Sagrado Corazón, se le alegró la cara y se santiguó: “Lo tenemos aquí cerquita, hijo. Casi al alcance de la mano”, decía. La notaba sobrecogida porque el Sagrado Corazón, iluminado por una luz blanquecina, parece tal cual una aparición milagrosa.


(Diario de un cazador, Miguel Delibes, Premio Nacional de Literatura 1955, Ediciones Destino, S.L.).

***

Forma una trilogía junto a Diario de un emigrante y Diario de un jubilado. Buena parte de la obra de Delibes ha sido objeto de estudio por parte de especialistas porque en ella —Diario de un cazador, Premio Nacional de Literatura 1955, entre ellas— rescató un importante vocabulario utilizado en la vida corriente, un lenguaje vulgar hablado en muchos pueblos de Castilla, recreando el léxico agrario, el santoral, refranes y expresiones populares, todo ello de tal dimensión que existen hasta diccionarios para ayudar a la mejor lectura y comprensión de esa parte de su obra.

Leí la novela hace algún tiempo y fue frecuente encontrarme con palabras como: jeta, pela, pitorreo, cachondear, cabrear, chavea, propi, atocinarse, murrio, tolondro, diñarla, dar lacha, panoli, etc.; y expresiones tales que ‘la hizo la boca un fraile’, ‘éramos pocos y parió la abuela’, ‘me puso a caer de un burro’, ‘no te muela’, etc.

Recuerdo que durante mi lectura de la novela hube de detenerme a veces para consultar alguno de los muchos vocablos utilizados o deducir qué significado podía tener en el contexto de la oración.

Periodista y novelista, Delibes es académico de la RAE y ha sido propuesto en distintas ocasiones para el Premio Nobel. Está en posesión de numerosos galardones (Nadal, Nacional de Narrativa por ‘Diario de un cazador ‘—1955— y ‘El hereje’ —1999—, Príncipe de Asturias, Doctor Honoris Causa por distintas universidades, etc.).

De entre su producción literaria podemos señalar: La sombra del ciprés es alargada, Mi idolatrado hijo Sisí, Diario de un cazador, Las ratas, Cinco horas con Mario, Los santos inocentes, El hereje, etc., etc.

¿No os ha ocurrido lo mismo que a mí con ciertas obras de Delibes?

***

+ SIEMPRE OCURRE LO INESPERADO

***

...
El pórtico corintio

—Ese pórtico está ligado, en mis recuerdos, al día más triste de mi vida. Nunca me he atrevido a hablarte de eso, pero ahora somos tan viejos que ya no tiene importancia. Era en la época en que yo quería a Harry y tú a Sybil. Una noche fui a un baile para encontrar a Harry, recién llegado de Tokyo. Esperaba ese encuentro desde hacía semanas, pero Harry sólo había pedido permiso para prometerse, y durante toda la noche bailó con una misma muchacha, fingiendo no verme. Lloré en el coche, al regresar. Llegué a casa. Adiviné que las lágrimas me habían desfigurado tanto, que no tuve valor para aparecer ante ti en aquel estado. Fingí llamar, dejé irse al cochero y me apoyé en una de esas columnas. Así estuve mucho rato. Yo sollozaba. Llovía con fuerza. Sabía que tú también pensabas en otra persona, en otra mujer, y mi vida me parecía acabada. Eso es lo que me recuerda ese pequeño pórtico a punto de desaparecer.

Lord Barchester , que había escuchado este relato con mucha simpatía e interés, cogió afectuosamente a su mujer por el brazo.

—¿Sabes qué vamos a hacer? —dijo—. Antes de que derriben ese pórtico, que es la tumba de tus recuerdos, compraremos algunas flores y las pondremos en lo alto de la escalera.

La pareja de ancianos se dirigió a la florista, trajo rosas y las colocó al pie de una de las columnas corintias. Al día siguiente el pórtico había desaparecido.
___

La casa


Tenía mucho miedo de que no me contestase nadie, pero casi en seguida apareció un criado. Era un hombre de rostro triste, muy viejo y vestido con chaqueta negra. Al verme pareció sumamente sorprendido y me miró con atención, sin hablar.

—Voy a pedirle un favor algo raro —le dije—. No conozco a los propietarios de esta casa, pero me alegraría si pudiesen autorizarme a visitarla.
—La casa está por alquilar, señora —respondió como de mal grado—, y estoy aquí para enseñarla.
—¿Por alquilar? ¡Qué suerte tan inesperada! ¿Cómo es que los propietarios no habitan en una casa tan hermosa?
—Los propietarios habitaban aquí, señora. Han abandonado la casa desde que está embrujada.
—¿Embrujada? —dije—. No me importa. Ignoraba que en las provincias francesas todavía creyeran en los aparecidos…
—No creería en ellos, señora —replicó con seriedad—, si yo mismo no hubiese encontrado muy a menudo, en el parque, el fantasma que ha puesto a mis amos en fuga.
—¡Qué historia! —dije intentando sonreír.
—Una historia —repuso el viejo con aire de reproche— de la cual usted por lo menos no debería reírse, señora, puesto que el fantasma era usted.

___

(Siempre ocurre lo inesperado, André Maurois, Ediciones G.P., 1958, Barcelona).

***

+ PLATERO Y YO

***

...
II
MARIPOSAS BLANCAS


La noche cae, brumosa ya y morada. Vagas claridades malvas y verdes perduran tras la torre de la iglesia. El camino sube, lleno de sombras, de campanillas, de fragancia de hierba, de canciones, de cansancio y de anhelo. De pronto, un hombre oscuro, con una gorra y un pincho, roja un instante la cara fea por la luz del cigarro, baja a nosotros de una casucha miserable, perdida entre sacas de carbón. Platero se amedrenta.
¿Va argo?
—Vea usted... Mariposas blancas...

El hombre quiere clavar su pincho de hierro en el seroncillo, y no lo evito. Abro la alforja y él no ve nada. Y el alimento ideal pasa, libre y cándido, sin pagar su tributo a los Consumos...
...

VII
EL LOCO


Vestido de luto, con mi barba nazarena y mi breve sombrero negro, debo cobrar un extraño aspecto cabalgando en la blandura gris de Platero.
Cuando, yendo a las viñas, cruzo las últimas calles, blancas de cal con sol, los chiquillos gitanos, aceitosos y peludos, fuera de los harapos verdes, rojos y amarillos, las tensas barrigas tostadas. Corren detrás de nosotros. Chillando largamente:
—¡El loco! ¡El loco! ¡El loco!
Delante está el campo, ya verde. Frente al cielo inmenso y puro, de un incendiado añil, mis ojos —¡tan lejos de mis oídos! —se abren noblemente, recibiendo en su calma esa placidez sin nombre, esa serenidad armoniosa y divina que vive en el sinfín del horizonte...
Y quedan. allá lejos, por las altas eras, unos agudos gritos, velados finamente entrecortados, jadeantes, aburridos:
—¡El lo...co! ¡El lo...co!

...

(Platero y yo, Juan Ramón Jiménez, Editorial Cátedra).

***

dimanche 21 octobre 2007

+ BARTLEBY Y COMPAÑÍA

***

Nunca tuve suerte con las mujeres, soporto con resignación una penosa joroba, todos mis familiares más cercanos han muerto, soy un pobre solitario que trabaja en una oficina pavorosa. Por lo demás, soy feliz. Hoy más que nunca porque empiezo —8 de julio de 1999— este diario que va a ser al mismo tiempo un cuaderno de notas a pie de página que comentarán un texto invisible y que espero que demuestren mi solvencia como rastreador de bartlebys.

Hace veinticinco años, cuando era muy joven, publiqué una novelita sobre la imposibilidad del amor. Desde entonces, a causa de un trauma que ya explicaré, no había vuelto a escribir, pues renuncié radicalmente a hacerlo, me volví un bartleby, y de ahí mi interés desde hace tiempo por ellos.

Todos conocemos a los bartlebys, son esos seres en los que habita una profunda negación del mundo. Toman su nombre del escribiente Bartleby, ese oficinista de un relato de Herman Melville que jamás ha sido visto leyendo, ni siquiera un periódico; que, durante prolongados lapsos, se queda de pie mirando hacia fuera por la pálida ventana que hay tras un biombo, en dirección a un muro de ladrillo de Wall Street; que nunca bebe cerveza, ni té, ni café como los demás; que jamás ha ido a ninguna parte, pues vive en la oficina, incluso pasa en ella los domingos; que nunca ha dicho quién es, ni de dónde viene, ni si tiene parientes en este mundo; que, cuando se le pregunta dónde nació o se le encarga un trabajo o se le pide que cuente algo sobre él, responde siempre diciendo:

—Preferiría no hacerlo.

(Bartleby y compañía, de Enrique Vila-Matas, Editorial Anagrama).

***

+ SENOS

***

La confesión

Yo la dije, cuando tuve confianza con ella más que con ninguna:
—¿Y qué sientes en los senos?
Guardó silencio durante un rato. Sentía un rubor extraño, como el primero sin ser el primero.
—¿No te desilusionará el que te diga la verdad? ¿No te quedarás desilusionado para siempre?
—No… Desgraciadamente nos volveremos a ilusionar con lo que nos desilusionó…Es fatal… Después de oírte, buscaré unos senos como esa noche en que perdemos la voluntad como si un cometa terrible fuese a tropezar con la Tierra y naufragamos en un falso final del mundo.
—Bueno, pues escucha —continuó ella— es fría la sensación de nuestros senos… Están lejos de nuestra sensualidad, son las montañas en que hay cierta nieve… Nos hacéis cosquillas agrias y tozudas en ellos… Sólo una vez, cuando los tocó el primer hombre que nos tocó, sonó en toda nuestra sensibilidad el primer timbrazo de alarma, el timbrazo de que había llegado la hora. No han vuelto a ser tan sensibles nunca.
—¿Entonces, cuando jugamos con ellos no sentís la alegría frenética y trémula de nuestra tontería?
—No. Os vemos fríamente, más frente a frente que nunca, y si dura mucho vuestra obcecación con los senos, cae de ellos como de dos esponjas la fría agua que apaga un poco nuestra sensibilidad… Si no te pareciese chabacana la comparación, te diría que parecéis policías secretas que nos registráis el pecho con un manoseo insistente, sin acabaros de convencer de que no guardamos nada ahí…
Se hizo una larga pausa que no supimos cómo llenar. ¿Y cómo iba yo a tocar aquellos senos desprovistos de sentido y que se reían de mí y desdeñaban mis manos?
—Bueno, mujer verdadera… Tenemos que despedirnos… Adiós…
—Adiós —me dijo ella, levantándose y arropándose en su piel—; pero no olvides que te dicho lo que no he dicho a nadie… Sé por eso mi amigo, que te vuelva a ver… Decir a un hombre la confidencia que no se ha dicho a nadie es como si se le diese lo que no se ha dado nunca.
—Adiós —le dije en la puerta; y después me puse el gabán, yéndome hacia los senos que yo sabía dónde estaban guardados. Por lo menos esos se reirían de mí creyéndome engañado e iluso.

(Senos, Ramón Gómez de la Serna, Editorial Biblioteca Nueva, Madrid).

***

Ramón —como le gustaba que le llamaran— es muy conocido por ser el creador de la greguería (metáfora+ humor), pero tiene una obra muy amplia. Murió exiliado en Argentina en 1979.

Senos (1917) fue una obra muy discutida cuando fue publicada y calificada por la sociedad de la época como pornográfica, circunstancia que el propio autor se encarga de desmentir en el prólogo al decir ’éste no es un libro pornográfico ni procaz’. De haberlo sido, hoy estaría lejos de serlo evidentemente.

Cuando lo leí me pareció un homenaje a la mujer. Hace pocos años se editó un libro de un joven escritor, un homenaje a Ramón Gómez de la Serna y ‘Senos’, y a la mujer asimismo, que tampoco debe considerarse a mi juicio una obra pornográfica. Nos estamos refiriendo a ‘Coños’, de Juan Manuel de Prada.

¿Qué opináis de ‘Senos’?

***

samedi 20 octobre 2007

+ COÑOS

***

Arqueología del coño

Mi hermano Félix, arqueólogo de profesión, hace expediciones a las islas griegas, y desentierra estatuas de diosas ininteligibles y por lo común mutiladas. El trabajo de arqueólogo, bajo el sol rubio y casi dórico del Egeo, ha ido recalentando a mi hermano Félix, hasta infundirle unas ideas muy poco católicas, de una extravagancia atroz. Afirma que la única mujer verdaderamente deseable es la estatua, porque su quietud o inmovilismo nos evita a los hombres el componente histérico o meramente psicológico que padecen las otras (me refiero a las mujeres de carne y hueso y alma). Este elogio del amor estatuario, que como lucubración podría dar juego y hasta argumento para un tratado de esnobismo, llevado a la práctica puede ocasionar calenturas y disfunciones. De su última expedición arqueológica, Félix se trajo una colección de diosas incompletas, fragmentos de mármol que distribuyó por su jardín, entre macizos de tréboles y arbustos de boj, como meteoros que caen del cielo, agravados por esa concupiscencia pagana que tienen las estatuas. Por las tardes, cuando el crepúsculo incendia los árboles, otorgándoles cierta grandeza de bosque, mi hermano Félix se pasea por el jardín (es un peripatético, sin saberlo) y hace como que se tropieza con esos pedazos de diosa a los que siempre falta un brazo, una pierna o una cabeza, pero nunca el coño. El coño de las estatuas griegas es de una blancura avejentada por el carbono 14, un coño sin pelambrera y, por supuesto, impenetrable. El coño de las estatuas griegas, que mi hermano Félix acaricia con esa veneración de los sacerdotes que ofician una ceremonia sublime, no admite variantes, aunque pertenezca a diosas tan dispares como Afrodita o Démeter. El coño de las estatuas griegas es un pellizco de mármol, una superficie alabeada con una leve depresión entre los labios (en ningún caso un orificio) que mi hermano Félix masturba con su dedo índice, trazando un movimiento circular, parsimonioso, que, día tras día, va erosionando la piedra.

Mientras mi hermano Félix masturba a las estatuas de su jardín, en el Olimpo sonríen las diosas, estremecidas por un cosquilleo que el aire les transmite, risueñas por infringir el sexto mandamiento de una religión bárbara. Los vencejos, en su vuelo rasante, defecan sobre los coños de las estatuas, y la mierda, al contacto con el mármol, se convierte en miel. Eso, al menos, es lo que dice mi hermano, a quien, por cierto, hemos decidido internar en un manicomio. En su jardín abandonado permanecerán los fragmentos de estatua, camuflados entre el follaje y las cagadas de los pájaros, nostálgicos de ese sol rubio y casi dórico que luce sobre el mar Egeo.

(Coños, de Juan Manuel de Prada, Edic. Valdemar, Planeta Maldito)

***

+ CRÓNICAS DE MOTEL

***

Conocí a un guitarrista que decía que la radio era su mejor ‘amiga’. Se sentía emparentado no tanto con la música como con la voz de la radio. Su carácter sintético. Su voz, que no había que confundir con las voces que salían de ella. Su capacidad para transmitir la ilusión de personas a grandes distancias. Dormía con la radio. Creía en un Lejano País de la Radio. Creía que jamás encontraría ese país, de modo que se conformaba con limitarse a escucharlo. Creía que había sido expulsado del País de la Radio y estaba condenado a rondar eternamente por las ondas, buscando una emisora mágica que le devolviera la herencia perdida.

22/12/79
Homestead Valley, Ca.


***

Las minas del Rey Salomón fue la película que más me obsesionó de pequeño. Nunca he vuelto a verla, pero aún conservo imágenes de ella. Guerreros watusi con rayas de arcilla roja pintadas en la nariz. Cintos negros cruzados en sus pechos a modo de adorno. Dientes afilados como alfileres. Leones que le desgarraban el brazo a alguien. Moscas posándose en el labio de alguien, y ese labio inmóvil. Antorchas en cuevas. Joyas azules rodeadas de calaveras. Aquel actor inglés muerto de miedo.

El Cine Rialto era un lugar oscuro y almizcleño en pleno día y yo me metía tan absolutamente en el mundo de la película que la sala se convertía en parte de su paisaje. El paseo en busca de palomitas de maíz al final del pasillo negro, mientras sonaba atronadora la música y los niños se agitaban en sus asientos, todo formaba parte de la trama. Me encontraba en la cueva del Rey Salomón, comprando caramelos. Los bombones eran joyas. Los acomodadores eran árboles de la selva. En los lavabos rugían las panteras.

En una ciudad poblada por blancos de carne y hueso, olí a polvo africano durante varios días.

1/9/80
Homestead Valley, Ca.


(Crónicas de motel, de Sam Shepard, Editorial Anagrama, Barcelona).

***

Sam Shepard (1943), estadounidense, autor teatral, escritor de relatos, guionista cinematográfico, actor y director de cine y músico, está considerado uno de los dramaturgos más importantes de Norteamérica.

Ha alcanzado fama por su trabajo como guionista y actor de películas como París, Texas —basada en su obra Crónicas de motel—; Magnolias de acero; El informe Pelícano, etc.

Es autor de un buen número de obras y está en posesión de numerosos e importantes premios por su producción literaria.

Algunas de las obras de Shepard están traducidas y editadas en España.

Crónicas de motel es un libro de relatos por fragmentos, no interrelacionados necesariamente, con episodios de viaje por carreteras, poemas, historias autobiográficas del autor, muy en la tradición de la narrativa norteamericana.

¿Os gustan este tipo de relatos? ¿Y el libro?

***

vendredi 19 octobre 2007

+ PESADILLAS Y GEEZENSTACKS

***

Pesadilla en blanco

Se despertó de pronto, preguntándose por qué dormía si no quería hacerlo. Echó una rápida ojeada a la esfera luminosa de su reloj de pulsera. Los números, que brillaban en una oscuridad casi absoluta, le indicaron que pasaban unos minutos de las once. Había descansado; fue suficiente una breve cabezada. Se había quedado dormido en el sofá, menos de media hora antes. Si su esposa realmente quería estar con él, habría de ser más tarde. Tendría que esperar hasta estar segura de que la condenada hermana de él estuviera dormida, profundamente dormida.

Resultaba una situación ridícula. Sólo llevaban casados tres semanas, volvían de la luna de miel, y era la primera vez que dormía solo durante ese tiempo. Y todo porque su hermana Débora había insistido absurdamente en que pasaran la noche en su apartamento. Cuatro horas más de viaje y hubieran llegado a casa, pero insistió tanto Débora que tuvieron que aceptar. Después de todo, se confesó, una noche de abstinencia no le vendría mal; de hecho, estaba fatigado y sería mucho mejor aprovechar esta oportunidad para conducir descansado y fresco a la mañana siguiente.

Por supuesto, el apartamento de Debie sólo tenía un dormitorio y él sabía de antemano, antes de aceptar su invitación, que no podría acceder a su ofrecimiento de dormir fuera y dejarles a él y a Betty en la habitación. Hay formas de hospitalidad que uno no puede aceptar, ni siquiera de nuestra dulce y cariñosa hermana soltera. Pero estaba seguro, o casi seguro, que Betty esperaría a que Débora se durmiera para ir a reunirse con él, aunque fuera breve el momento de intimidad, ya que se sentiría cohibida pensando que algún ruido podía despertar a su cuñada.

Seguramente vendría, por lo menos para darle un beso de buenas noches, y quizá se arriesgara a ir un poco más lejos, como él estaba decidido a hacer. Por esa razón la esperaba en silencio.

Claro que ella vendría, sí... la puerta se abrió despacio en la oscuridad y se cerró de nuevo silenciosamente, oyéndose únicamente el chasquido de la cerradura y el suave roce de la negligé o camisón, o lo que fuera, al caer al suelo. Un momento más tarde, el cuerpo desnudo se estrechaba contra el suyo y la única conversación fue un murmullo.

- Querido... - y después no fueron necesarias más palabras.

Ninguna palabra durante los interminables minutos que pasaron hasta que la puerta se abrió nuevamente, esta vez dejando pasar una luz blanca y delineando, con blanco horror, la silueta de su esposa de pie en el marco de la puerta comenzando a gritar.

(Pesadillas y Geezenstacks, de Fredric Brown, Miraguano Ediciones, Madrid)

***

Cuentista y novelista (1906-1972) estadounidense de relatos de misterio y ciencia ficción, en su obra se combinan buenas dosis de humor con finales sorprendentes. Audaz experimentador de la narrativa de ficción, es un autor que ha generado culto.

Su cuento Arena ha sido considerado por sus compañeros de profesión como uno de las 20 mejores historias de ciencia ficción jamás escritas.

Me gustaron especialmente sus Pesadillas —historias de misterio sorprendentes— (en Amarillo, en Gris, en Rojo, en Azul, en Verde, etc.).

Tiene numerosos cuentos cortos (de una a tres páginas) y novelas (Universo de locos, ¡Marciano, vete a casa!, Vagabundo del espacio, etc.).

Fue un lector todo terreno.

¿Os gustan las historias con finales sorprendentes?

***

+ EL VINO DEL ESTÍO

***

(Tom y Douglas son hermanos, de 10 y 12 años, respectivamente):

— Tom —dijo Douglas—, prométeme algo, ¿sí?
— Prometido, ¿qué es?
— Eres mi hermano y te odio a veces, pero no te separes de mí, ¿eh?
— ¿Me dejarás entonces que ande contigo y los mayores?
— Bueno... aún eso. Quiero decirte que no desaparezcas, ¿eh? No dejes que te atropelle un coche y no te caigas en algún precipicio.
— ¡Claro que no! ¿Por quién me tomas?
— Y si ocurre lo peor, y los dos llegamos a ser realmente viejos, de cuarenta o cuarenta y cinco años, podemos comprar una mina de oro en el Oeste, y quedarnos allí, y fumar y tener barba.
— ¡Tener barba, Dios!
— Como te digo. No te separes y que no te pase nada.
— Confía en mí.
— No me preocupas tú —dijo Douglas—, sino el modo como Dios gobierna el mundo.
Tom pensó un momento.
— Bueno, Doug -dijo-, hace lo que puede.



Douglas miró por la alta ventana la tierra donde los grillos yacían como higos secos en el lecho de los arroyos, el cielo donde los pájaros giraban hacia el sur al oír el grito de los somorgujos otoñales, y donde los árboles subían en una gran hoguera de color hacia las nubes aceradas. De más allá, del campo, venía el olor de las calabazas que maduraban hacia el cuchillo y sus ojos triangulares y la vela interior. Aquí, en el pueblo, aparecían las primeras bufandas del humo en las chimeneas, y se oía un débil y lejano rumor de hierro: el río de carbón negro y duro que caía en altos y oscuros montículos en los depósitos de los sótanos.
Pero era tarde y estaba haciéndose más tarde.
Douglas en la alta cúpula sobre el pueblo movió la mano.
—¡Desnúdense todos!
Esperó. El viento sopló enfriando los vidrios.
—¡Cepíllense los dientes!
Esperó otra vez.
—Ahora —dijo al fin—, ¡apaguen las luces!
Parpadeó. Y el pueblo apagó sus luces, aquí y allí, somnoliento, mientras el reloj de la alcaldía daba las diez, las diez y media, las once, y la amodorrada medianoche.
—Las últimas horas…allí…allí…
Se tendió en la cama y el pueblo durmió a su alrededor y la cañada estaba en sombras y el lago golpeaba suavemente la orilla, y todos, su familia, sus amigos, los viejos y jóvenes dormían en una calle u otra, en una casa u otra, o en los lejanos cementerios.
Cerró los ojos.
Las albas de junio, los mediodías de julio, las noches de agosto habían terminado, concluido, desapareciendo para siempre, pero quedándose allí, en el interior de la cabeza. Ahora, todo un otoño, un invierno blanco, una primavera fresca y verde para sacar las sumas y totales del verano pasado. Y si olvidaba, allí estaba el vino almacenado en el sótano, numerado de día en día. Iría allí a menudo, miraría el sol de frente hasta que no pudiera mirar más, y luego cerraría los ojos y estudiaría las manchas, las cicatrices que le bailarían en los párpados tibios. Y arreglaría una y otra vez todos los juegos y reflejos hasta que el dibujo se aclarara…
Así, pensando, Douglas se durmió.
Y, durmiendo, dio fin al verano de 1928.

(El vino del estío, de Ray Bradbury, Ediciones Minotauro 2006).

***

Ray Bradbury (1920) es un escritor norteamericano de historias de misterio y fantasía. Ha escrito novelas (Fahrenheit 451, Crónicas marcianas, El vino del estío, etc.), colecciones de cuentos (Las doradas manzanas del sol,…), poemas y obras de teatro.
Ha desplegado una amplia actividad en cine y TV (guionista de Moby Dick, por ejemplo, de John Houston). Creó el escenario del pabellón norteamericano en la Feria Mundial de New York de 1964 y colaboró en otros proyectos arquitectónicos.
En 1989 fue nombrado Gran Maestro de la SFWA (Asociación de Autores de Ciencia Ficción) y en 1999 recibió el SF Hall of Fame por toda su carrera.

***

Me agradaría leer opiniones sobre Ray Bradbury de aquéllos que le hayan leído.
Al menos como cuentista.

***

jeudi 18 octobre 2007

+ EL CUADERNO ROJO

***

En la misma línea, a pesar de abarcar un período de tiempo más corto (unos meses en lugar de veinte años), otro amigo, R., me habló de cierto libro inencontrable que había estado intentando localizar sin éxito, husmeando en librerías y catálogos en busca de una obra supuestamente excepcional que tenía muchas ganas de leer, y cómo, una tarde que paseaba por la ciudad, tomó un atajo a través de la Grand Central Station, subió la escalera que lleva a Vanderbilt Avenue, y descubrió a una joven apoyada en la baranda de mármol con un libro en la mano: el mismo libro que él había estado intentando localizar tan desesperadamente.

Aunque no es alguien que normalmente hable con desconocidos, R. estaba tan asombrado por la coincidencia que no se pudo callar.

-Lo crea o no -le dijo a la joven-, he buscado ese libro por todas partes.
-Es estupendo -respondió la joven-. Acabo de terminar de leerlo.
-¿Sabe dónde podría encontrar otro ejemplar? -preguntó R.-. No puedo decirle cuánto significaría para mí.
-Éste es suyo -respondió la mujer.
-Pero es suyo -dijo R.
-Era mío -dijo la mujer-, pero ya lo he acabado. He venido hoy aquí para dárselo.

(El cuaderno rojo, de Paul Auster, Editorial Anagrama).

***

El cuaderno rojo contiene más historias de coincidencias o casualidades. No en vano se ha llamado a Paul Auster el ‘cazador de coincidencias’. Muchas de sus historias están basadas en casualidades, en el azar, como en este libro. Deseas que esas casualidades sobre las que escribe hayan ocurrido, incluso sospechando que no sean reales, que sean ficticias. Al menos a mí me pasa esto.

Ésta del libro raro que buscaba un lector y encontró por azar me gustó. Como lector, me ilusionaría vivir una historia así.

Buscando información por aquí y por allá, he sabido que historias así han ocurrido. Una vez cuando menos. Le sucedió al actor Anthony Hopkins, quien ha contado que estuvo buscando a lo largo de su vida una novela de George Feifer sin encontrarla hasta que, de repente, vio un ejemplar abandonado en el metro.

Durante el rodaje de una película basada en esa novela, aquélla resultó ser la única copia —repleta de anotaciones— que le quedaba al autor; un amigo a quien se la prestó la había perdido en el metro.

Todos los libros de Paul Auster están traducidos en España.

¿Os gustan este tipo de historias? ¿Creéis en las coincidencias o casualidades, en el azar?

***

lundi 15 octobre 2007

+ CERVANTES Y EL VOCABULARIO

***

Buscando singularidades acerca de El Quijote, hemos sabido que tiene un total de 378.591 palabras, de las que 22.800 están escritas una sola vez, extremo que nos viene a demostrar la amplia cultura de nuestro genial Cervantes.

Por si no lo saben, les diré que el promedio de palabras de una persona activa de nivel medio es de unas 2.000 palabras y se entiende en su ámbito familiar y de amigos con unas 300.

De entre las palabras utilizadas una única vez por Cervantes en El Quijote, he entresacado al azar una veintena, de las que algunas me eran desconocidas. Determinados vocablos tienen significados añadidos hoy. La elección ha sido la siguiente:

Hopo = mechón de pelo / rabo o cola de la oveja o zorra con mucho pelo.

Hoto = confianza, esperanza.

Cristel = enema.

Azacán = que se ocupa en trabajos humildes y penosos.

Cuartal = un cuarto de hogaza.

Alfeñiquén (hoy alfeñique) = persona delicada de cuerpo y complexión.

Adarme = cantidad o porción mínima de algo.

Adarve = muro de una fortaleza.

Baladro
= grito, alarido o voz espantosa.

Jauto = insípido, sin sal.

Báratro = infierno.

Almagre = óxido rojo de hierro que se usa en pintura.

Jimio (hoy simio) = mono.

Barbilucio = barbilindo, galancete.

Barbitaheño = que tiene roja o bermeja la barba.

Barcino = pelo blanco y pardo, a veces rojizo, en animales.

Almilla = jubón ajustado al cuerpo.

Adeliño
= acción de adeliñar (componer, enmendar).

Basca = ansia, desazón, ímpetu colérico / pandilla o grupo de amigos.

Laido, a = afrentoso, ignominioso / triste o caído de ánimo / feo o afeado.

Renca, o = renga, o = coja por lesión de cadera. En femº.: joroba, giba.

Colambre = corambre = conjunto de cueros o pellejos / deseo de beber vino.

---

¿Imaginan así hasta 22.800 palabras?

***

¿No han observado nunca la cantidad de valores monetarios que utiliza Cervantes en El Quijote?

***

+ ¿VUESAS MERCEDES GUSTAN?

***

No sé si el encabezamiento suena mucho a castellano del siglo XVI y si está correctamente expresado en lenguaje de la época, pero el hecho de que MIGUEL DE CERVANTES Y SAAVEDRA naciese en septiembre de 1547 —se cumplen este año 460— le hace a uno pensar en su figura y verle desde diferentes puntos de vista.

Ya he dejado mi opinión sobre su figura eminente como inventor de la novela moderna con sus Novelas ejemplares, en mi artículo La novela moderna, y como cuentista —faceta poco conocida del escritor— en otro titulado Los cuentos cervantinos—.

Pretendo ahora dejar un esbozo de una parcela de la que se ocupó, aparte de como testigo ocular de su época, como persona interesada, con verdadero afán cultural: la gastronomía de su tiempo. Es impresionante la información que nos deja sobre las costumbres culinarias imperantes en los siglos XVI-XVII, producto de sus viajes por la geografía castellana, andaluza, italiana, norteafricana. Esta preocupación cervantina le hace a uno recordar a personas populares actuales que han hecho de su oficio un arte— léase excelentes gastrónomos y afamados cocineros vascos, catalanes, etc. — de todos conocidos gracias a los medios de comunicación. O rememorar a escritores que han ‘cocinado’ bellos escritos citando y recreándose en especialidades culinarias, como:

Álvaro Cunqueiro en La cocina cristiana de Occidente, libro curioso y ameno y entretenido sobre artes culinarias, vinos e invenciones propias de este gran gastrónomo.

Vázquez Montalbán, con las recetas de Carvalho, personaje de la invención del novelista, extraordinario gourmet.

Néstor Luján, con El libro de la cocina española: gastronomía e historia, con recetas, viajes por la cultura y las tradiciones y literatura relacionada con el comer y el beber.

Pablo Neruda, con sus Oda a la cebolla, Oda a la alcachofa, Oda a la Papa, Oda a las papas fritas, Oda al Vino, etc.

Podríamos continuar citando autores, pero vayamos a Cervantes. En el comienzo de El Quijote ya nos ofrece platos populares de su tiempo, al presentarnos al héroe de la novela:

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha tiempo que vivía un hidalgo… Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, y algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda…

Nos está hablando de la olla podrida (plato compuesto de alubias, orejas de cerdo, manitas de cerdo, costilla de cerdo adobada, morcilla, chorizo, carne de morcillo de buey, bacon ahumado, cebolla, tomate, puerros, pimiento verde, zanahorias, ajos, laurel, aceite de oliva y sal).

De duelos y quebrantos (jamón y tocino fritos, sesos cocidos salteados con manteca de cerdo, y huevos batidos para hacer un revuelto con lo anterior —un menú espléndido para ser un candidato seguro a obtener de forma certera una alta tasa de colesterol—).

De salpicón (el Diccionario de la RAE lo define como: “guiso de carne, pescado o marisco desmenuzado, con pimienta, sal, vinagre y cebolla”), que en tiempos cervantinos, tomando como base el principal componente alimenticio, la carne, sería un plato en el que se aprovecharían las sobras de otras comidas de la semana.

También en El Quijote, en los capítulos dedicados a las bodas de Camacho (caps. XXI-XXII, de la segunda parte) nos habla de las comidas del siglo. Y en el capítulo LIV (segunda parte) de un manjar muy apreciado y ‘distinguido’ en la actualidad. Extraemos las siguientes líneas:

…Tendiéronse en el suelo, y haciendo manteles de las yerbas, pusieron sobre ellas pan, sal, cuchillos, nueces, rajas de queso, hueso mondos de jamón, que si no se dejan mascar, no defendían el ser chupados. Pusieron asimismo un manjar negro, que dicen que se llama cabial y es hecho de huevos de pescados, gran despertador de la colambre… (Si un amigo me invitara a caviar lo pediría Beluga —para hacerle gasto—, que seguro que don Miguel no conocería).

En el capítulo II (de la primera parte) ofrecen de comer a Don Quijote lo que hay: unas raciones de un pescado que en Castilla llaman abadejo, y en Andalucía bacallao, y en otras partes curadillo, y en otras truchuela.

En la comedia La gran sultana menciona la cazuela mojí, que es una torta cuajada en cazuela de barro, hecho a base de queso, pan rallado, berenjenas, miel y algún otro añadido, de origen morisco.

En la comedia cervantina El rufián dichoso encontramos en una comida, en la Huerta de 'El Alamillo', a Lagartija que dice que hay: cazuelas de berenjenas, conejo empanado traspasado con saetas de tocino, pan blanco, vino aloque y turrón alicantado.

Y si todavía no están hartos, señores, tenemos migas serranas, pisto manchego, perdiz roja toledana,…

***

mercredi 10 octobre 2007

+ LOS QUE NO HAN SIDO

***

Mañana, 11 de octubre, conoceremos el nombramiento del Premio Nobel de Literatura y…

Cuando se acerca la fecha en que la Academia Sueca se dispone a revelar el Premio Nobel de Literatura del año siempre me hago la misma pregunta: ¿Habrá justicia en esta ocasión? y me vienen a la memoria los que debieron ser elegidos y no lo fueron incomprensiblemente.

Sabemos que el Premio se instituyó en el año 1901. Después de ese año fallecieron y no obtuvieron la distinción escritores de la talla de

León Tolstoi
Anton Chejov
Henry James
Marcel Proust
Franz Kafka
Joseph Conrad
G. K. Chesterton
James Joyce
Emilio Zola
Mark Twain
Thomas Hardy
Pérez Galdós
Pío Baroja
Virginia Woolf
Jorge Luis Borges
Miguel de Unamuno
Henrik Ibsen
Miguel Delibes
Francisco de Ayala
André Malraux
Federico García Lorca
Paul Valéry
Fernando Pessoa
Mario Vargas-Llosa
Carlos Fuentes
Ernesto Sábato


Algunos autores de esta relación continúan felizmente entre nosotros para bien de las letras.

Me parece una nómina demasiado larga de exclusiones en comparación con las concesiones asignadas hasta el año 2006 —99 desde el año 1901, excluidos los años en que no fueron otorgados a causa de las dos grandes guerras europeas.

Llaman la atención varias circunstancias:

Nunca suele ser concedido el Nobel a un autor que haya sido propuesto por primera vez para ello.

Se han tenido en cuenta en numerosas ocasiones aspectos geopolíticos, atendiendo a la distribución equitativa del Premio por ámbitos territoriales diversos, con lo cual se puede estar más cerca de cometer una injusticia.

Por otra parte, ha pesado que los propuestos fueran miembros de Academias de sus países más que otros aspectos que deberían haber primado (Anatole France, José de Echegaray, Armand Sully Prudhome,…).

El hecho de que no se conceda actualmente el galardón a título póstumo —se concedió sólo en una ocasión a un escritor sueco— no ayuda a corregir errores, olvidos o injusticias.

Boris Pasternak y Jean-Paul Sartre renunciaron al Nobel.

Los grandes ausentes son tan protagonistas como los autores galardonados.

Bob Dylan ha repetido candidatura varios años por la belleza de la letra de sus canciones.

***

Hoy, 11-10-2007, un día después de haber escrito el artículo anterior, ha resultado elegida Doris Lessing (1919) , escritora británica, Premio Nobel de Literatura.

***

lundi 8 octobre 2007

+ CUIDEMOS NUESTRO IDIOMA... (2)

***

(Todo el mundo sonríe en el mismo idioma).

Esta especie de gacetilla va destinada a Vd., Sr. Bungo Bolsón, por el interés que se ha tomado en el asunto:

No me detengo en absoluto a examinar la palabras que pronuncio cuando hablo porque estoy convencido de que hablo un español bastante correcto, sí cuando leo y esa ‘manía’ mía me ha llevado a dejar aquí en mi blog la expresión que resultó extraña a mis ojos y oídos, que decía:

‘…y si se hubiese visto en el mismo caso se HUBIERA conducido de modo similar al de su antepasado; HUBIERA desenterrado luego los cadáveres…’.

Y me atreví a dejar constancia de mi extrañeza por usar HUBIERA —que me sonaba a rayos— cuando lo que realmente me resultaba familiar era utilizar en su lugar HABRÍA, estructura gramatical que siempre he visto más acorde con la tradición escrita en mi entorno.

Como lo de ‘purista’ ya dije que está usado con cierta dosis de ironía pues no soy ni lingüista ni gramático, pero sí muy curioso, he intentado buscar entre gramáticas para aclarar el extremo que nos ocupa y he ido a parar a GRAMÁTICA DE LA LENGUA ESPAÑOLA DESTINADA AL USO DE LOS AMERICANOS, de Andrés Bello, de la que he huido rápidamente al ver al autor decir de la misma, no sin su chispa de ironía, que está escrita para que los hispanos se comprendan entre ellos en América (no sé si en USA o en todo el continente americano, de Sur a Norte).

Los 400 millones de seres humanos que tenemos el español como idioma materno somos bien dinámicos, como lo es nuestra lengua, que se expande sin cesar y está bien vivita y coleando. Ya lo dijo Gabriel García Márquez en cierta ocasión en que sus palabras fueron motivo de una gran conmoción, en su discurso en Zacatecas, México, en el año 1997, durante el I Congreso Internacional de la Lengua Española: ‘Tenemos una lengua que no cabe en su pellejo’, para añadir, entre otras cosas, que tan es así que llama la atención que el verbo ‘pasar’ tenga 54 significados, que en Ecuador tengan 105 nombres para el órgano sexual masculino, y concluir que no se deben poner tantas trabas al idioma.

La palabra ‘condolencia’ está en el Diccionario de la RAE y, sin embargo, ‘condoliente’, que no necesita traducción y cuyo significado intuimos en los 22 países de habla hispana, no figura.

Gabriel García Márquez llevaba razón —y creo que sigue llevándola—, pero alguien tiene que regular una lengua tan hablada en el mundo, ya que de lo contrario terminaremos por no entendernos entre nosotros, cosa que casi ocurre ya leyendo a Juan Rulfo, con notas a pie de página, para mejor comprender sus relatos, o a ilustres escritores argentinos. Me he encontrado incluso en Internet el anuncio de un Diccionario español-argentino (¿?).

Pues bien, hay gramáticas en las que cada autor da su opinión, razonada incluso, pero la que ha de prevalecer sobre todas será la que verá la luz pública en el 2008, denominada NUEVA GRAMÁTICA DE LA LENGUA ESPAÑOLA (con cerca de 1000 páginas), cuyo texto básico está aprobado por las 22 Academias que forman la Asociación de Academias de la Lengua Española en el XIII Congreso celebrado en Medellín, Colombia, en marzo de 2007. La última Gramática es de 1931 — ¡ya ha llovido desde entonces! — y en 1973 se publicó por la RAE un esbozo de una nueva Gramática.

¿Qué conclusiones he sacado de todo esto y tras las consultas realizadas?

-En CVC (Centro Virtual Cervantes, del Instituto Cervantes), en el foro de español, en el que opinan los visitantes, no el Instituto, me han contestado en ambos sentidos (hubiera o habría).

-La respuesta oficial en la gramática de todas las Academias debería matizar la respuesta, pero hasta 2008 en que será editada no será posible saberla.

-El hecho de que escritores reconocidos utilicen:

‘Si HUBIERA sabido, me PREPARABA para recibirlo.’ (¿?).
‘Si él HUBIERA estado al frente de ese organismo cuando el secuestro de Galíndez en New York, que dirigió Espaillat, probablemente no HUBIERA estallado aquel escándalo que…’
(‘La fiesta del Chivo’, Mario Vargas-Llosa),

no obliga a nadie, aunque influya a la larga en las Academias. Ninguna de las dos oraciones las hubiese escrito yo así y creo que serían correctas.

El caso de Juan Ramón Jiménez con el uso de la ‘jota’ pasó a la historia sin más y era un autor con enorme influencia literaria (fue Premio Nobel de Literatura). Por ejemplo, antolojía por antología, si bien ese era un medio de protesta juanramoniano y más un elemento estético que otra cosa, a pesar de tener sentido, ya que proponía escribir la ‘jota’ en las palabras en que sonaba como tal dicho fonema (sentido común, diría yo).

-Es probable que en la Nueva Gramática, la de 2008, nos encontremos con el uso de HUBIERA y HABRÍA, porque rastreando como un sabueso he encontrado lo que sigue:

Si. 1. Conjunción que, como el resto de las palabras de esta categoría, es átona, por lo que se escribe sin tilde, a diferencia del adverbio, el sustantivo y el pronombre personal sí (→ sí). Presenta los siguientes valores:

1.1. Conjunción condicional. Introduce la oración subordinada condicional, llamada «prótasis», que es la que expresa la condición que debe cumplirse para que se verifique lo enunciado en la oración principal, que se denomina «apódosis». Normalmente, en los enunciados condicionales, la subordinada antecede a la principal: Si no vas a venir (prótasis), avísame antes (apódosis). Las oraciones condicionales pueden ser de dos tipos:

1.1.1. «Reales». Se denominan así porque la condición expresada es un hecho posible o realizable. El verbo de la prótasis va en indicativo, en cualquiera de sus tiempos, salvo en el futuro simple o futuro, futuro compuesto o antefuturo, condicional simple o pospretérito y condicional compuesto o antepospretérito; el verbo de la apódosis va en indicativo o en imperativo: Si llueve, me quedaré en casa; Si no hacías lo que él decía, se enfadaba; Si vas a salir, ponte el abrigo. En el lenguaje administrativo se conserva aún el uso arcaico en la prótasis de los tiempos futuros de subjuntivo: Si no se presentare el escrito en el plazo indicado, el demandante perderá sus derechos; Si el solicitante no hubiere acreditado suficientemente sus méritos, se considerará inválida su petición.

1.1.2. «Irreales». Se denominan así porque la condición expresada se considera no realizada en el pasado, e irrealizable o improbable en el presente o en el futuro. El verbo de la prótasis va en subjuntivo.

a) Si la condición se refiere al presente o al futuro, la prótasis va en pretérito imperfecto o copretérito de subjuntivo y la apódosis en condicional simple o pospretérito: Si me tocara/tocase la lotería, me compraría un coche. Hoy resulta arcaico en este caso el uso en la apódosis de la forma en -ra del pretérito imperfecto de subjuntivo o copretérito: Si me tocara/tocase la lotería, me comprara un coche. En la lengua coloquial es frecuente hoy el empleo en la oración apódosis del pretérito imperfecto o copretérito de indicativo: Si me tocara/tocase la lotería, me compraba un coche. Debe evitarse el uso en la prótasis del condicional simple o pospretérito, propio de hablantes españoles del País Vasco y zonas limítrofes como Navarra, Burgos, Cantabria y La Rioja, y que también se da en algunas zonas de América: Si tendría dinero, me compraría un coche.

b) Si la condición se refiere al pasado, la prótasis va en pretérito pluscuamperfecto o antepretérito de subjuntivo y en la apódosis se emplea este mismo tiempo, preferentemente la forma en -ra, aunque también se admite la forma en -se: Si hubiera/hubiese tenido dinero, me hubiera/hubiese comprado un coche; el condicional compuesto o antepospretérito: Si hubieras/hubieses estudiado, habrías aprobado; o el condicional simple o pospretérito: Si hubiera/hubiese terminado los estudios, hoy tendría un trabajo mejor. También en este caso debe evitarse el empleo en la prótasis del condicional compuesto o antepospretérito, que se da, como ya se ha indicado antes (→ a), entre hablantes de algunas zonas de América y del norte de España: Si lo habría sabido, te lo hubiera dicho.
…’.

Si visita el DPD (Diccionario Panhispánico de Dudas) e introduce en ‘Buscar’ la palabra ‘Si’, encontrará más respuestas.

Le dejo el enlace aquí.

Dudo, pues, que habiéndolo admitido ya el DPD lo rechace la Nueva Gramática.

¡Las normas del lenguaje adelantan que es una barbaridad! Lo que no me explico es para qué queremos dos tiempos verbales diferentes para expresar la misma idea si ya con uno decíamos lo que queríamos. Además, si comprende Vd. claramente cuándo se puede usar una y otra estructura a tenor de lo que se explica, me veré obligado a felicitarle efusivamente. Esto va en contra de la teoría de que hay que simplificar el uso de nuestra lengua, no embrollarlo.

Prometí que volvería y he cumplido.

Saludos afectuosos.

***

+ LOS ESCRITORES Y SUS AMORES


Escritores y escritoras que nos han deleitado con obras de ficción en las que han recreado historias de amor (León Tolstoi en Anna Karenina; Gustave Flaubert en Madame Bovary, Víctor Hugo en Nuestra Señora de París, ...), vivieron amores y amoríos en sus vidas reales, en una escala que comprende la atracción sexual simplemente, el amor pasional, el incesto, el lesbianismo, el amor triangular,… Nos estamos refiriendo a pasajes reales de las vidas de figuras literarias de la talla de Víctor Hugo con Juliette Drouet; Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir; Cervantes con Ana Franca de Rojas; Henry Miller y Anaïs Nin; Blasco Ibáñez con Elena de Ortúzar; Virginia y Leonard Woolf, …

No es posible tratar aquí en profundidad estos aspectos que hemos comentado sobre los que en algunos autores podría escribirse una biografía referida al amor o al sexo en sus vidas exclusivamente. Dejemos sólo unas pinceladas de algunos casos.

VÍCTOR HUGO y JULIETTE DROUET

Víctor Hugo tuvo numerosas amantes hasta edad muy avanzada. La más conocida por su duración fue Juliette Drouet, actriz de teatro a quien conoció en la representación de Lucrecia Borgia, obra teatral en prosa de Hugo, al que consagró su vida abandonando su carrera de actriz. Ella tenía 27 años y él 31.

Ella le libró de la cárcel tras el golpe de estado de Napoleón III. Hugo escribió numerosos poemas de amor para ella. Fue un amor que se prolongó durante 50 años, hasta los últimos de la vida del escritor. Cada año escribían ambos en un cuaderno al que llamaban el libro del aniversario. Juliette siempre soportó sus excesos de fiestas y de comidas brutales. Llegaron a hacer varios viajes por el Rhin y el Canal de la Mancha, viviendo en varias islas.

Hugo se había casado antes con Adèle Foucher y su matrimonio fue feliz hasta que duró. Tras once años, la esposa, cansada de la ajetreada vida del escritor, puso fin a la relación con una infidelidad de ella con un crítico literario. En su noche de bodas con Adèle, Víctor Hugo ya estableció toda una plusmarca sexual, de la que se jactaba: hizo el amor ocho veces a la recién desposada, que al parecer quedó vacunada para siempre contra tamaña proeza.

Hay obras publicadas que recogen la correspondencia de amor entre ambos durante ese medio siglo. He aquí una pequeña muestra de fragmentos en francés de algunas cartas, que traducidos dicen:

‘Ven a buscarme esta tarde a casa de la Sra. K. Te amaré hasta entonces para armarme de paciencia —y esta tarde — oh! — esta tarde será todo! Me daré a ti toda entera’.

‘Te espero esta tarde con mucha impaciencia. Se diría que los latidos de mi corazón quisieran acelerar las pulsaciones del reloj para que llegue más rápido’.

‘Siento profundamente que eres mi verdadera esposa; no podría vivir sin ti en esta tierra ni brillar sin ti en la eternidad’.


***

JEAN-PAUL SARTRE y SIMONE DE BEAUVOIR
Se conocieron en la Universidad de la Sorbona opositando a una cátedra de filosofía, en la que Sartre obtuvo el número uno y Simone el dos.

Se unieron en una relación amorosa libre, no monógama, moderna y a veces escandalosa. Desde que conoció a Simone, Sartre se convirtió en un mujeriego irredento hasta su muerte, a pesar que no era un hombre guapo; era bajo de estatura, estrábico, con un 10% de visión en el ojo, por lo que usaba gruesos anteojos, pero se identificaron como iguales intelectualmente y mantuvieron una relación que duró toda la vida. Él continuó con múltiples romances durante años. Siempre estuvo rodeado de mujeres. Su obra El existencialismo es un humanismo es la introducción más conocida a la filosofía de Sartre. Tiene escritas varias obras filosóficas, teatrales, de ensayo y biográficas. En 1964 renunció al Premio Nobel que le había sido otorgado, alegando que su aceptación implicaría perder su identidad de filósofo.

Simone era una mujer de pronunciada ideología y activista feminista, marcada por el existencialismo, coincidente con los postulados de Sartre. Fue una de las firmantes del famoso manifiesto en que 343 mujeres confiesan haber recurrido al aborto. Sus obras no fueron conocidas para las lectoras de América Latina hasta 1954, año en que la editorial Siglo XX de Argentina dio a conocer sus obras El segundo sexo y Los mandarines, que fueron prohibidas por la iglesia católica de España. Tiene otras muchas obras, entre ellas novelas, ensayos, memorias y teatro.

Ambos se separaron hacia el final de sus vidas como consecuencia de saberse que Arlette, una estudiante argelina a la que conoció Sartre cuando ella tenía 18 años y que convirtió en su amante y posteriormente en su hija adoptiva, además de en su albacea, sin que Simone tuviera noticia.

Sartre falleció en 1980 de un edema pulmonar y sus últimas palabras fueron ‘Yo la quiero mucho, mi pequeño Castor’ (éste era el apodo cariñoso que Sartre daba a Simone, a la que siempre trató de usted). Simone murió en 1986. Los restos de ambos descansan en una tumba conjunta en el cementerio de Montparnasse, en París.

***

ANAÏS NIN y HENRY MILLER

Anaïs es especialmente conocida por sus Diarios, que abarcan cuarenta años y que empezó a escribir con doce. Era hija de una cantante danesa y un pianista español afincado en Cuba.

Con 19 años trabaja como modelo y bailarina de flamenco y se casa furtivamente con un banquero americano y marchan a París. Lee a D.H. Lawrence y en 1930 publica un ensayo sobre él. Un año después conoce a Henry Miller, quedando ambos impactados y dando comienzo a una correspondencia apasionada. Se convierten en amantes.

Anaïs se reencuentra con su padre en París y mantiene con él relaciones incestuosas. La mujer de Miller, June, antigua prostituta, la inicia en el voyeurismo y el lesbianismo. Escribe una novela, La casa del incesto. También Invierno de artificio, Delta de Venus (siendo la primera mujer en publicar relatos eróticos), En una campana de cristal y su Diario en 1966.

Al principio su relación con Miller es puramente intelectual, intercambian ideas acerca de literatura, filosofía y sicología. Su relación con Henry significa para ella un despertar sexual. June viaja a París y deslumbra a Anaïs con su exuberante belleza. Un año más tarde dan comienzo a una relación triangular. Anaïs encuentra en cada uno una atracción diferente, llegando a afirmar ‘Henry me da el mundo, June me da la locura’.

La primera edición no censurada del diario de Anaïs se llamó Henry Miller, su mujer y yo, que fue llevada al cine con el nombre de Henry y Jane, con María de Medeiros y Uma Thurman.

En 1973 Anaïs recibió el doctorado honoris causa del Philadelphia College of Art y elegida para el Instituto Nacional de las Artes y las Letras en 1974. Falleció en 1977 y sus cenizas fueron esparcidas en la Bahía de Santa Mónica.

De la obra de Henry Miller ya hemos hablado en un artículo anterior titulado LA LITERATURA Y LA LECTURA (Los libros en los libros).

***

jeudi 4 octobre 2007

+ NARRADOR.ES Y NARRADORES

***

Podríamos jugar a realizar un juego de palabras con el encabezado de esta noticia, con NARRADORES y NARRADOR.ES.

Los primeros han visto cumplida una ilusión, ver su nombre escrito en un libro de relatos editado por el segundo, aunque creo que eran NARRADORES desde que nacieron, lo traen grabado en su ADN.

NARRADOR.ES es una web, un blog literario —más que esto, diría yo—, donde podemos leer, escribir, comentar, un lugar en donde se atiende al escritor novel o profesional, una plataforma interactiva, en que se tratan temas íntimamente relacionados con el mundo literario.

No soy socio fundador del blog, ni tengo acciones de él —porque no es una S.A.—, soy sólo un modesto colaborador que ha sido recibido en el blog con los brazos abiertos, con alegría y comprensión, en donde me permiten publicar artículos sobre literatura y crítica literaria. En definitiva, un lugar en que estoy viendo cumplidas algunas aspiraciones íntimas, personales, que al parecer llevaba escondidas en lo más recóndito de mi ser: escribir, mal que bien, y compartir mis experiencias literarias con otras personas que tienen las mismas inclinaciones.

Tengo escrito un artículo, que aparecerá próximamente en NARRADOR.ES, titulado LA LITERATURA, EL ESCRITOR Y EL EDITOR, en que no reparo en halagos hacia las figuras de editores, más bien agentes editoriales, que han prestado servicios impagables al mundo de las letras: Carmen Balcells y Maxwell Perkins, dos gigantes, con cuyo apoyo y descubrimiento de autores de obras literarias hoy gozamos enormemente, algunos conocidos universalmente.

Para mí (y no me digan que exagero o que estoy agradecido porque publico como colaborador —algún día me iré y ni me deberán nada ni les deberé, al menos nada material—) NARRADOR.ES ha cumplido la misma misión, aunque más modesta, con 23 autores noveles al publicar relatos escritos por estos narradores en un libro titulado PRIMERAS PIEDRAS. No está a la venta porque los autores continúan siendo propietarios de los copyright correspondientes. Uno de los autores me ha regalado un ejemplar, lo tengo en mis manos, y deseo comentar algunos extremos.

Primero.- El libro está bien presentado y hay que aplaudir este tipo de iniciativas en el campo de la edición, tan poco accesible para escritores que con coraje dan sus primeros pasos públicos. Y hay que aplaudir más si cabe porque la iniciativa está tomada por un grupo de gente joven, emprendedora, muy profesional, que ama su profesión y la literatura y que tuvo la valentía de crear su blog y seguir adelante con él, con algunos éxitos ya reconocidos públicamente en este camino que se han trazado. Me estoy refiriendo, lógicamente, a Narrador.es.

Segundo.- En el grupo de relatos publicados se ha realizado una gran labor de selección. Hay excelentes relatos, bien escritos, expresados con estilos muy diferentes, con una calidad literaria muchos de ellos que se echa de menos en ocasiones por otros andurriales. Me ahorro la penosa labor de destacar algunos, pero no me privaré de la satisfacción de dirigirme a algunos autores para hacerles llegar mi más sincera felicitación por ver su nombre ‘grabado’ como narrador en una edición impresa de relatos.

Tercero.- Está claro para mi persona que unos cuantos narradores del libro reúnen condiciones suficientes y necesarias para proseguir a partir de ahora en el camino que les conduzca a una carrera literaria cuyo techo está por determinar y que dependerá en gran medida del tesón con que se dediquen a seguir escribiendo bellas historias, a mejorar escribiendo, a cultivar su imaginación,…

Cuarto.- Algunos relatos me eran conocidos y también sus autores, pero con el libro en mis manos no me voy a privar de hacer una relectura en algún caso y lectura en otros, porque el libro huele bien, como dijo hace poco Raúl Luceño en El olor del libro.

¡Enhorabuena a NARRADOR.ES y a los NARRADORES!

***

mardi 2 octobre 2007

+ CUIDEMOS NUESTRO IDIOMA... (1)

***

Acabo de comenzar la lectura de una nueva novela.

Nada más empezar la narración de la historia, la escritora, una joven narradora que ha obtenido ya algunos premios distinguidos dentro del panorama literario español, incluido el Planeta, licenciada en Filología inglesa, nos dice:

'...y si se hubiese visto en el mismo caso se HUBIERA conducido de modo similar al de su antepasado; HUBIERA desenterrado...'.

¿Cómo es posible que una autora ya casi consagrada, muy de moda, utilice HUBIERA donde debería usar HABRÍA? ¿Por qué lo hace cuando en inglés, además —lo digo por lo de filóloga—, la oración tiene la misma construcción (If he had..., he would...)?

La única explicación que encuentro es que su lugar de nacimiento y origen familiar la han llevado a confundir los tiempos verbales, extremo que se da en algunas zonas de España en el habla popular.

Me ha extrañado porque escribe exclusivamente en castellano y alguien que escribe y publica frecuentemente debe extremar el cuidado en el uso de nuestro idioma.

¿No me habré convertido en un purista del lenguaje a fuerza de escribir tantos artículos sobre literatura y como consecuencia del ejercicio de la crítica literaria? Lo averiguaré.

***

lundi 1 octobre 2007

+ MIS LECTURAS - 12

***

ACABO DE LEER:

La ofensa, de Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971), Editorial Seix Barral, 2007.

Menéndez Salmón colabora en prensa y coordina una revista de letras. Es licenciado en Filosofía, cuentista, autor teatral y novelista. Ha obtenido algunos premios, entre ellos el Juan Rulfo de relatos (otorgado por el Instituto de México en París y Radio Francia Internacional).

La ofensa es la historia de una tragedia humana, la de un joven soldado alemán llamado a filas en la segunda guerra mundial y que vive en Francia una dura de prueba de horror y dolor. La novela, corta, nos muestra la grandeza y la miseria del espíritu humano, es un viaje a las raíces del mal y apunta al poder de la capacidad del amor como redentor del mal. El protagonista, un ser sensible, vive un doloroso drama interno, al cual hace frente rechazando la memoria, el recuerdo de tanto sufrimiento acumulado.

Leyendo te preguntas cómo puede el ser humano hacer frente a situaciones extraordinarias, hasta qué limites puede resistir una mente sana al conocer el horror de una cruel guerra. ¿Ignorando la realidad? ¿Refugiándose en uno mismo? ¿Huyendo hacia…? ¿Adónde conduce todo ello?

La novela tuvo una buena acogida de público y la narrativa en general del autor goza de crítica favorable.

En esta historia, que pudo ser real, vivida in situ por el protagonista, el narrador hace uso de silencios bien administrados que son muy elocuentes, recorre el tiempo hacia atrás y adelante, con un buen ritmo de la narración. El lenguaje es esmerado, preciso, elegante en muchos tramos, con pinceladas de erudición y una estilística bien conseguida.

Es una buena novela, que me ha gustado leer.

***

LEERÉ PRÓXIMAMENTE:

La vida ausente, de Ángel Zapata (Madrid, 1961).
Los príncipes nubios, de Juan Bonilla (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1966).
La higuera, de Ramiro Pinilla (Bilbao, 1923).
En busca del unicornio, de Juan Eslava Galán (Arjona, Jaén, 1948).

***