jeudi 18 octobre 2007

+ EL CUADERNO ROJO

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En la misma línea, a pesar de abarcar un período de tiempo más corto (unos meses en lugar de veinte años), otro amigo, R., me habló de cierto libro inencontrable que había estado intentando localizar sin éxito, husmeando en librerías y catálogos en busca de una obra supuestamente excepcional que tenía muchas ganas de leer, y cómo, una tarde que paseaba por la ciudad, tomó un atajo a través de la Grand Central Station, subió la escalera que lleva a Vanderbilt Avenue, y descubrió a una joven apoyada en la baranda de mármol con un libro en la mano: el mismo libro que él había estado intentando localizar tan desesperadamente.

Aunque no es alguien que normalmente hable con desconocidos, R. estaba tan asombrado por la coincidencia que no se pudo callar.

-Lo crea o no -le dijo a la joven-, he buscado ese libro por todas partes.
-Es estupendo -respondió la joven-. Acabo de terminar de leerlo.
-¿Sabe dónde podría encontrar otro ejemplar? -preguntó R.-. No puedo decirle cuánto significaría para mí.
-Éste es suyo -respondió la mujer.
-Pero es suyo -dijo R.
-Era mío -dijo la mujer-, pero ya lo he acabado. He venido hoy aquí para dárselo.

(El cuaderno rojo, de Paul Auster, Editorial Anagrama).

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El cuaderno rojo contiene más historias de coincidencias o casualidades. No en vano se ha llamado a Paul Auster el ‘cazador de coincidencias’. Muchas de sus historias están basadas en casualidades, en el azar, como en este libro. Deseas que esas casualidades sobre las que escribe hayan ocurrido, incluso sospechando que no sean reales, que sean ficticias. Al menos a mí me pasa esto.

Ésta del libro raro que buscaba un lector y encontró por azar me gustó. Como lector, me ilusionaría vivir una historia así.

Buscando información por aquí y por allá, he sabido que historias así han ocurrido. Una vez cuando menos. Le sucedió al actor Anthony Hopkins, quien ha contado que estuvo buscando a lo largo de su vida una novela de George Feifer sin encontrarla hasta que, de repente, vio un ejemplar abandonado en el metro.

Durante el rodaje de una película basada en esa novela, aquélla resultó ser la única copia —repleta de anotaciones— que le quedaba al autor; un amigo a quien se la prestó la había perdido en el metro.

Todos los libros de Paul Auster están traducidos en España.

¿Os gustan este tipo de historias? ¿Creéis en las coincidencias o casualidades, en el azar?

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