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ACABO DE LEER:
Una vez Argentina (Finalista Premio Herralde de Novela), de Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977). Editorial Anagrama, 2003.
Este joven escritor hispanoargentino, que vive en Granada, en donde se licenció en Filología Hispánica, tiene escritas novelas anteriores, algunas de ellas premiadas, libros de cuentos, poemarios y dos colecciones de haikus, habiendo ejercido también como traductor.
Es un escritor que cuenta con buenas críticas en el panorama literario español. Es coordinador del proyecto Pequeñas Resistencias, una colección de cuentos de autores españoles y sudamericanos. Es además ensayista. Colabora en la prensa nacional como articulista.
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Una vez Argentina es un mosaico de recuerdos de infancia y primera juventud, un ramillete de evocaciones de antepasados queridos, de compañeros de correrías y escenas colegiales (en algunas me ha recordado un libro que seguro estará en la memoria de muchos lectores, entrañable también, —Corazón, de Edmundo d’Amicis—), de exilios y nostalgias de patrias diversas, con notas de dolor y alegría sentidos en su patria de origen, Argentina, con el paso por momentos políticos e históricos de aquella nación.
El joven autor, que comenzó a publicar recién estrenada la veintena de años de edad, nos regala ahora en esta novela una prosa fresca, suelta, plena de lirismo en unos casos, de fino humor en otros, con toques de ternura en ocasiones, que enganchan al lector.
Al amante de los libros —al menos yo lo siento así— le gusta que en los libros se hable a veces de otros libros para sentir si las experiencias lectoras de otros les dejaron un poso similar al que te quedaron con las mismas lecturas.
En esta novela se hace y eso me ha agradado. Evoca Neuman sus primeras y añoradas lecturas, nos relata en qué forma le impactó su primera lectura de Poe en su cuento William Wilson; nos habla de su sorpresa al conocer que la traducción al español era de un compatriota suyo, Julio Cortázar; nos revela que leyendo Historias de cronopios y de famas, de este último, al seguir las instrucciones para llorar sólo conseguía troncharse de risa, hasta llegar a establecer por sí mismo la comparación con tantas y tantas instrucciones que se reciben en edades tempranas de las personas mayores que nos rodean, de forma tal que termina uno haciéndose un lío, para deducir finalmente que estas historias de Cortázar están escritas para ser desobedecidas. La novela reboza detalles enternecedores.
En algún lugar he leído que Neuman crea adicción. Estoy de acuerdo, yo me he quedado con ganas de seguir leyéndole. Y lo haré.
HE EMPEZADO A LEER:
Podría hacerte daño (Premio de Narrativa Torrente Ballester), de Luisa Castro (Foz, Lugo, 1966). Ediciones del Viento, 2005.
Ya os contaré.
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Por recomendación de un amigo entendido en materia literaria, he añadido a mi lista de lecturas próximas:
La ciudad en invierno, de Elvira Navarro (Huelva, 1978) y
Un clavo en el corazón, de Paulo José Miranda (Aldeia de Paio Pires, Portugal, 1965).
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